Plásticos de un solo uso para protegerse del coronavirus ponen en riesgo la vida silvestre
Científicos de la Universidad de Leiden en Holanda han estado recopilando datos y evidencia de las consecuencias de la contaminación producida por los elementos de protección en los animales. En algunos casos, los animales se comen estos desechos.
En Holanda, un grupo de científicos durante la limpieza de un canal encontró a un pez perca que estaba atrapado en un guante de látex, los mismos que utilizan las personas para protegerse ante el contagio de coronavirus y, que por ser elemento de protección, no se puede reciclar. Ese pez fue la primera víctima por la contaminación generada por los plásticos de un solo uso, aseguraron los investigadores. Desde entonces, expertos de la Universidad de Leiden, en Holanda, han recopilad datos y evidencias para demostrar los efectos de esta contaminación en los animales.
Auke-Florian Hiemstra, biólogos del Centro de Biodiversidad Naturalis, y Liselotte Rambonnet, bióloga de la Universidad de Leiden, han estado estudiando con qué frecuencia se presentan estos casos y cuáles son los lugares donde habitan los animales que más expuestos están ante esta contaminación. Para ello, estudiaron los casos que les reportaron desde Brasil hasta Malasia, información que fueron recopilando por medio de redes sociales, denuncias de organizaciones animales, sitios web o periódicos locales.
El estudio, publicado en la revista Animal Biology, es la primera descripción general de casos de enredo, atrapamiento e ingestión de arena COVID-19 por animales. Los expertos explicaron que “la arena de EPI consistió en guantes de látex de un solo uso y máscaras de un solo uso, que consistían en hilos de goma y principalmente tela de polipropileno”.
Para recolectar más información, lanzaron la plataforma web www.covidlitter.com, en la que los usuarios pueden describir los casos de contaminación que han observado. Desde que inició el estudio, de manera oficial, la primera víctima que encontraron los investigadores fue un petirrojo estadounidense enredado en una máscara en Canadá en abril de 2020.
Otros de los casos que se han reportado es el de un pez globo que estaba muerto después de quedar atrapado con un tapabocas cerca de Miami Beach, Estados Unidos; el de cangrejo de la costa en Francia que murió por un tapabocas; un pingüino con restos de tapabocas en el estómago; un murciélago serotina atrapado por dos máscaras en los Países Bajos; un erizo en el Reino Unido enredado en un guante; y hasta un mono en Malasia que han sido avistados comiendo tapabocas.
“En algunos casos, los animales se comen estos desechos. Los animales se debilitan debido a que se enredan, o mueren de hambre a causa del plástico en su estómago”, señaló Rambonnet. Los investigadores advierten que las mascotas, especialmente los perros, se tragaban máscaras. “Los vertebrados e invertebrados en tierra, en aguas dulces y en el mar se enredan o quedan atrapados en los desechos”, agregó.
Además de ingerir estos productos, que puede ser peligroso para los animales, los investigadores encontraron que otras especies utilizan estos elementos de protección para construir nidos. En el caso de los Países Bajos, los científicos fueron alertados de que un nido de focha, ave típica de este país, estaba siendo construido con tapabocas y guantes de látex.
“El material de los pañuelos de papel también se encuentra en los nidos. Como consecuencia también hemos hallado síntomas de COVID-19 en los animales (...) Como resultado de esto, podemos aprender más sobre el impacto de estos productos desechables en la vida silvestre. Por lo tanto, pedimos a las personas que sigan compartiendo sus observaciones para que podamos mantener una visión general actualizada”, dijo Hiemstra.
Los investigadores recordaron que los tapabocas son imposibles de reciclar, ya que están hechas de múltiples capas y tipos de plásticos que tendrían que ser separados. Cada tapabocas tiene una vida útil de máximo ocho horas y tarda cerca de 450 años en descomponerse por sus materiales, pues están fabricados con poliéster y polipropileno. Por eso, invitaron a utilizar tapabocas de tela y, en caso de necesitar desechables, botarlos a la basura de manera adecuada.
En Holanda, un grupo de científicos durante la limpieza de un canal encontró a un pez perca que estaba atrapado en un guante de látex, los mismos que utilizan las personas para protegerse ante el contagio de coronavirus y, que por ser elemento de protección, no se puede reciclar. Ese pez fue la primera víctima por la contaminación generada por los plásticos de un solo uso, aseguraron los investigadores. Desde entonces, expertos de la Universidad de Leiden, en Holanda, han recopilad datos y evidencias para demostrar los efectos de esta contaminación en los animales.
Auke-Florian Hiemstra, biólogos del Centro de Biodiversidad Naturalis, y Liselotte Rambonnet, bióloga de la Universidad de Leiden, han estado estudiando con qué frecuencia se presentan estos casos y cuáles son los lugares donde habitan los animales que más expuestos están ante esta contaminación. Para ello, estudiaron los casos que les reportaron desde Brasil hasta Malasia, información que fueron recopilando por medio de redes sociales, denuncias de organizaciones animales, sitios web o periódicos locales.
El estudio, publicado en la revista Animal Biology, es la primera descripción general de casos de enredo, atrapamiento e ingestión de arena COVID-19 por animales. Los expertos explicaron que “la arena de EPI consistió en guantes de látex de un solo uso y máscaras de un solo uso, que consistían en hilos de goma y principalmente tela de polipropileno”.
Para recolectar más información, lanzaron la plataforma web www.covidlitter.com, en la que los usuarios pueden describir los casos de contaminación que han observado. Desde que inició el estudio, de manera oficial, la primera víctima que encontraron los investigadores fue un petirrojo estadounidense enredado en una máscara en Canadá en abril de 2020.
Otros de los casos que se han reportado es el de un pez globo que estaba muerto después de quedar atrapado con un tapabocas cerca de Miami Beach, Estados Unidos; el de cangrejo de la costa en Francia que murió por un tapabocas; un pingüino con restos de tapabocas en el estómago; un murciélago serotina atrapado por dos máscaras en los Países Bajos; un erizo en el Reino Unido enredado en un guante; y hasta un mono en Malasia que han sido avistados comiendo tapabocas.
“En algunos casos, los animales se comen estos desechos. Los animales se debilitan debido a que se enredan, o mueren de hambre a causa del plástico en su estómago”, señaló Rambonnet. Los investigadores advierten que las mascotas, especialmente los perros, se tragaban máscaras. “Los vertebrados e invertebrados en tierra, en aguas dulces y en el mar se enredan o quedan atrapados en los desechos”, agregó.
Además de ingerir estos productos, que puede ser peligroso para los animales, los investigadores encontraron que otras especies utilizan estos elementos de protección para construir nidos. En el caso de los Países Bajos, los científicos fueron alertados de que un nido de focha, ave típica de este país, estaba siendo construido con tapabocas y guantes de látex.
“El material de los pañuelos de papel también se encuentra en los nidos. Como consecuencia también hemos hallado síntomas de COVID-19 en los animales (...) Como resultado de esto, podemos aprender más sobre el impacto de estos productos desechables en la vida silvestre. Por lo tanto, pedimos a las personas que sigan compartiendo sus observaciones para que podamos mantener una visión general actualizada”, dijo Hiemstra.
Los investigadores recordaron que los tapabocas son imposibles de reciclar, ya que están hechas de múltiples capas y tipos de plásticos que tendrían que ser separados. Cada tapabocas tiene una vida útil de máximo ocho horas y tarda cerca de 450 años en descomponerse por sus materiales, pues están fabricados con poliéster y polipropileno. Por eso, invitaron a utilizar tapabocas de tela y, en caso de necesitar desechables, botarlos a la basura de manera adecuada.