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Los alcaravanes son más comunes en las tierras bajas del país, como los Llanos Orientales. Su presencia en Bogotá aumentó significativamente por el incremento de temperatura, explica el Instituto Humboldt en su página oficial. Esta ave suraméricana puede llegar a medir hasta 35 centímetros de alto y se caracteriza por anidar en el suelo y por los fuertes sonidos que emite mientras vuela; estos los puede escuchar en el repositorio del Instituto Humboldt.

Hoy hacen parte de humedales y múltiples ecosistemas de la capital, así como otras aves originarias de climas calientes y templados como el toche pico de plata (Ramphocelus dimidiatus), el periquito de anteojos (forpus conspicillatus) y el azulejo palmero (Thraupis palmarum), registradas por varias instituciones ambientales.

 

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