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Ganadería extensiva, cultivos improductivos, deforestación acelerada, grandes subsidios ineficientes, dietas que no son saludables y aumento de importaciones: estos son algunos de los problemas que enfrenta Colombia cuando se habla sobre agricultura y cambio climático. En la décima cátedra Repensar Nuestro Futuro, del Foro Nacional Ambiental (FNA), cuatro personas expertas en el agro explicaron en detalle la situación por la que atraviesa el país.
En el evento participaron Darío Fajardo Montaña, profesor e investigador de la Universidad Externado; Juan Lucas Restrepo, director general de Alliance of Biodiversity y del CIAT, Sebastián Lema, especialista en financiamiento climático y usos del suelo, y Ximena Rueda, profesora de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes. En esta cátedra, los invitados hablaron sobre el siguiente interrogante: ¿Cómo superar la insostenibilidad de la ganadería y de la agricultura en Colombia?
El agro en Colombia
En primer lugar, Darío Fajardo señaló algunos factores que han incidido radicalmente en la agricultura colombiana, como el conflicto armado, el narcotráfico, la dificultad en el acceso a la tierra, la desigualdad y la exclusión social. Para comenzar, el expositor habló sobre el Censo Nacional Agropecuario de 2014, el cual demuestra como 704 Unidades Productivas Agropecuarias (UPA) controlan la mitad de la tierra en Colombia, país que no ha logrado superar los problemas por grandes latifundios.
Adicionalmente, Fajardo señaló que es preocupante la caída en la producción de alimentos en las últimas décadas. “Hemos ido perdiendo nuestra capacidad de abastecimiento alimentario y hay un problema enorme por falta de asistencia técnica”. Para el año 2013, como él mostró con cifras del censo, tan sólo el 9,6% de los productores recibieron alguna asistencia técnica para el desarrollo de actividades agropecuarias.El escenario actual, según el expositor, no es muy diferente al que tenía el país en 1954.
La reforma agraria que no logró implementarse en los años sesenta, dijo, afectó todo el desarrollo en años posteriores y con la llegada del narcotráfico, la oferta alimentaria también comenzó decrecer. Colombia, al tener tierras baratas y también de difícil acceso, fue un lugar propicio para la producción rentable de cocaína y marihuana, entre otros estupefacientes. Con el narcotráfico, el desplazamiento forzado aumentó a tal punto de que hoy el país tiene 8 millones de personas desplazadas, la mayoría campesinos.
Con el narcotráfico y sin una reforma rural, las importaciones crecieron exponencialmente, a tal punto de que el 30% de los alimentos que se consumen en el país son importados. A la par, dijo Fajardo, “el índice de pobreza multidimensional ajustado al área rural dispersa alcanza el 44,7%”. Y en los últimos años, agregó, las reformas recientes “han excluido las demandas de los pueblos campesinos. Hoy vemos en el paro a los pueblos indígenas, así como a los campesinos, reclamando atención del Estado. Al respecto, el Acuerdo de Paz plantea alternativas importantes, como un fondo de tierras de tres millones de hectáreas, formalización de la propiedad en 7 millones de hectáreas, zonificación ambiental y zonas de reserva campesina”.
La situación actual
En segundo lugar, Juan Lucas Restrepo explicó el contexto en el que está Colombia. En 2021, dijo, se llevará a cabo la Cumbre de Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios, evento en el cual se discutirán aspectos que están estrechamente relacionados con posibles soluciones para el país, como los cambios necesarios para mejorar el acceso de alimentos, los incentivos para que las personas cambien sus dietas, el desperdicio de alimentos y la gestión de los ecosistemas naturales.
Uno de los retos inmediatos es cambiar las dietas actuales. “El sistema alimentario actual presiona los límites planetarios”, señaló. En la actualidad, el consumo de carne, así como de verduras de almidón, generan efectos adversos en los ecosistemas y se necesita tener en cuenta otras opciones de alimentación, como el pescado, las frutas, legumbres y otros vegetales. Con el sistema alimentario actual, agregó, se trascenderán al menos tres límites planetarios. “Hoy el sistema alimentario entrega un valor de 10 trillones de dólares pero tiene unos costos que superan con creces ese valor y se ven reflejados en la salud (en el mundo se presentan 11 millones de muertes anuales por dietas inadecuadas),la malnutrición, la emisión de gases de efecto invernadero, la contaminación por fertilizantes, entre otros”.
Para el caso colombiano, Restrepo explicó cómo durante el siglo XX el rol de la agricultura fue clave para el desarrollo colombiano. Sin embargo, a finales de los años ochenta cayó su participación en la economía, pasando de tener un 23% en la participación del PIB en los sesentas y setentas, a 14% en el año 2000. Si bien la actividad agropecuaria se ha venido recuperando, la participación de este sector en el PIB ha continuado cayendo, llegando en 2020 a 6.8%.
Algunas de las razones de la baja productividad, agregó el expositor, tienen que ver con la falta de derechos sobre la tierra, la ausencia de títulos formales y la informalidad en la tenencia de la tierra. Hoy, la agricultura colombiana se caracteriza por modelos extensivos de baja productividad. Actualmente, 43 millones de hectáreas son de uso agropecuario, la mayoría, 34 millones, asociadas a la ganadería, actividad que genera graves efectos ambientales, como la deforestación y la emisión de gases de efecto invernadero. No obstante, esta actividad aporta el 1,7% del PIB nacional y el 25% del PIB agropecuario.
Pese a la difícil situación del agro, hay alternativas claras. Restrepo mencionó la necesidad de valorar el rol multidimensional de la agro biodiversidad, la cual permite combatir la malnutrición, crear nuevas cadenas de valor y aumentar la resiliencia y contribuir a la restauración ecológica. “Actualmente existe suficiente diversidad genética forrajera para desarrollar variedades que puedan mitigar la nutrificación y en consecuencia reducir las emisiones de metano”. Otra alternativa importante es la restauración ecológica y desincentivar la ganadería extensiva de baja productividad, así como trabajar de la mano de comunidades rurales, indígenas y afro.
Puerta de entrada para la transición
De acuerdo con Ximena Rueda, PhD en Geografía e investigadora de temas agrícolas, la agricultura “es la puerta de entrada para la transición que se necesita frente al cambio climático”. Por su enorme capacidad adaptativa y por el potencial de sostenibilidad, una nueva agricultura puede demostrar cómo se puede hacer un uso distinto de los recursos naturales. En Colombia, agregó Rueda, en primer lugar se debe revisar la política agrícola, pues se ha diseñado al acomodo de los grandes dueños de la tierra y se han entregado enormes subsidios al agua y a la tierra que terminan beneficiando al “1% de los propietarios”:
En Colombia, agregó, la mayoría de productores están aislados y empobrecidos, con vías terciarias “en condiciones lamentables”. Además, la mayoría no cuenta con asistencia técnica y la corrupción sigue siendo elevada. “Es un milagro que el 60% de la comida la produzcan los agricultores del país, pues además de no tener derecho sobre la tierra, tampoco tienen muchas posibilidades de hacer inversiones en sostenibilidad y hay un temor al despojo muy grande”.
En América Latina, Rueda señaló que el 50% de las áreas están cubiertas de pastos, lo cual es innecesario y genera graves contribuciones a las emisiones de gases de efecto invernadero. En la región, además, se debe evaluar todo el tema cultural que gira alrededor de la ganadería, una actividad asociada al poder económico y colonial. En este mismo sentido, Sebastián Lema hizo énfasis en revisar las ineficiencias en la región que se pueden ver como en la falta de infraestructura, la baja productividad de la tierra y unos grandes índices de desigualdad, los más altos actualmente en el mundo.