Primera semana en Dubái: una COP28 llena de contradicciones y 2.456 lobbistas petroleros
Largas colas, más de 180 jefes de Estado y 90 mil personas han participado del evento masivo que se hace en esta ciudad de Emiratos Árabes Unidos. Aunque inició con grandes anuncios, con el paso de los días quedaron claras las paradojas de hacer una cumbre de cambio climático en un país petrolero. ¿Qué esperar para los próximos días?
Daniela Quintero Díaz
Si se pudiera sintetizar la primera semana de negociaciones climáticas en Dubái en una frase, tendría que llevar la palabra “contradicciones”. Desde el pasado 30 de noviembre, que comenzó oficialmente el evento, quienes se mueven en metro hasta el Dubái Expo 2020, sede de la COP28, son testigos de una capa densa que opaca el horizonte. Ni el Burj Khalifa, con sus 828 metros de altura, puede verse.
Parece niebla, algo casi imposible en un lugar en donde la temperatura supera los 40° C en verano y en invierno promedia los 25° C. O una tormenta de arena, típica de estos desiertos. Pero que esté presente todos los días, durante todo el día, reduce esas posibilidades casi a cero.
Lo invitamos a leer: Es oficial: Colombia abre proceso para asignar áreas de energía eólica costa afuera.
Lo que abraza a la ciudad que hospeda las negociaciones climáticas más importantes del mundo es el resultado de millones de partículas de contaminación juntas, del “smog”. A solo unos cuantos kilómetros de la sede de la COP28 se encuentra el Complejo de Energía y Desalinización de Jebel Alí, la central eléctrica alimentada por gas más grande del mundo. Los Emiratos Árabes Unidos, de los que Dubái hace parte, están entre los principales productores de combustibles fósiles del mundo.
Antes de que iniciaran las negociaciones, ya rondaban inquietudes por el lugar donde se haría y por quién encabezaría la presidencia del evento: el sultán Al Jaber, también director ejecutivo de ADNOC, la empresa petrolera estatal más importante de los Emiratos Árabes. Con una inversión de 150.000 millones de dólares, esta busca aumentar su producción a cinco millones de barriles al día para 2027. Es una medida que no parece ir en línea con la reducción de los combustibles fósiles, la salida que ha encontrado la ciencia para cumplir con el Acuerdo de París.
Con el paso de los días los reparos incrementaron. Primero, desempolvaron unas polémicas declaraciones en las que Al Jaber parecía poner en duda a los combustibles fósiles como los principales responsables del cambio climático. Luego, cuando se hizo pública la participación de 2.456 lobbistas de la industria petrolera en la COP28; un récord. “Son más que los negociadores de los 10 países más vulnerables al clima”, dijo Joseph Sikulu, miembro de Kick Big Polluters Out, que publicó el informe.
En el medio de todo eso hay una agenda climática que chapotea para no hundirse.
Desacelerando las decisiones en la COP28
La primera semana, de las dos que duran las negociaciones, fue masiva. Las filas para entrar al recinto de 4.4 kilómetros cuadrados y cerca de 90 edificios llevaban horas. La visita de más de 180 jefes de Estado para el “segmento de alto nivel” de los dos primeros días, así como la participación de más de 90 mil personas, pusieron en duda lo “sostenible” de un evento como este. Se trata de la COP más masiva de la historia. Y se da en un país en medio del desierto, que debe importar cerca del 80% de sus alimentos y desalinizar el agua del mar para poder usarla.
Pero todo eso pasa a un segundo plano si las negociaciones avanzan por buen camino. Y empezaron con el acelerador a fondo.
Nota recomendada: Ecopetrol destapa sus cartas y se la juega por el gas para la transición energética.
El mismo día en que inició oficialmente el evento, se aprobó la operacionalización de un fondo para las pérdidas y daños causados por el cambio climático, que se posicionaba como uno de los principales temas de la agenda. La rapidez de su adopción fue calificada como “histórica”. Además, solo unas horas más tarde, la plenaria también aprobó la agenda que guiaría la cumbre climática.
Pero la gasolina se acabó pronto. Al lado de los grandes salones para la plenaria, en donde los jefes de Estado hicieron sus intervenciones (que no podían superar los tres minutos, pero que coparon buena parte de los titulares de los medios), están las salas de reunión en donde tienen lugar otra parte importante de las negociaciones. Las del papel, los borradores y la letra pequeña.
Allí los equipos técnicos (también conocidos como órganos subsidiarios) pasan casi desapercibidos mientras debaten y construyen los textos que, desde ahora hasta el 12 de diciembre, estará negociando el “alto gobierno”; el gabinete ministerial. Los resultados, a este lado de las paredes, no han sido tan satisfactorios.
Uno de los textos más esperados era el borrador del “balance mundial”, una especie de evaluación que evidencia cómo avanzan las acciones climáticas en el planeta. Este servirá de insumo para definir qué tan ambiciosas deben ser las nuevas metas climáticas de los países (conocidas técnicamente como las Contribuciones Nacionalmente Determinadas, o NDC).
Luego de una jornada extensa, que terminó después de la media noche, el borrador definido parece ir en la línea del “todo o nada”. Los textos que se negocian [que suelen ir encerrados en estos corchetes], van desde propuestas ambiciosas, como mencionar claramente —y por primera vez— la necesidad de una eliminación de los combustibles fósiles; hasta otras de [no texto]. Esta última, en otras palabras, quiere decir que, si no se llega a un acuerdo, el punto en discusión se elimina.
“Los textos elaborados en la primera mitad de la COP (a menudo con muchas opciones y desacuerdos entre corchetes) ahora han sido entregados a la Presidencia”, aseguró Stephen Cornelius, Subdirector Global de Clima y Energía de WWF. “El presidente de la COP28 ha indicado que continuarán las negociaciones técnicas junto a los ministros y jefes de delegación en los cinco días restantes. Pero, en general, el progreso fue típicamente lento y no reflejó la urgencia exigida por la ciencia y las personas que sufren la crisis climática”.
Pese a esto, el balance global tuvo mejor camino que otro de los grandes temas: la adaptación. En palabras sencillas, se refiere a las medidas, políticas y acciones para minimizar los impactos que ya se están sintiendo del cambio climático. De hecho, este es casi que el único ítem en el que han podido ponerse de acuerdo los países vulnerables. Y la idea era definir indicadores para medir su avance, para financiarla y para garantizar la trasmisión de herramientas y conocimiento.
Según Informe sobre la Brecha de Adaptación 2023 de la Oficina de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la financiación para la adaptación tiene un déficit de entre 194.000 y 366.000 millones de dólares anuales. Solo a América Latina y el Caribe, las pérdidas y daños inducidos por el cambio climático podrían costarle US$ 462.000 millones para 2050. Y, sin embargo, dice otro delegado, “es como el primo pobre de las negociaciones”.
Durante la COP28 se han recogido cerca de US$ 14 mil millones en financiamiento, que es clave para poder implementar todos los acuerdos. US$ 12 mil millones van para el Fondo verde del clima, US$714 millones para el nuevo Fondo de pérdidas y daños y solo US$120 millones para el Fondo de adaptación. La primera semana cerró y, en este tema, no se logró ni construir el borrador del acuerdo.
Más allá de los grandes anuncios
Varios países aprovecharon la plataforma que les dio Dubái para hacer grandes anuncios. Colombia, por ejemplo, llegó con una serie de propuestas, portafolios de inversiones y discursos grandilocuentes por parte del presidente Gustavo Petro. El país lanzó su serie de proyectos para la transición energética, abrió el proceso para asignar áreas de energía eólica costa afuera, se unió al “Tratado de no proliferación de combustibles fósiles”, se sumó a la moción de triplicar las energías renovables y reiteró que no firmará nuevos permisos de exploración de petróleo.
Podría interesarle: COP28: Petro compara el futuro de la crisis climática con la “barbarie en Palestina”.
Al mismo tiempo, el presidente de Ecopetrol insistió en que el gas natural (causante de gran parte de las emisiones de metano, un gas que calienta la atmósfera 80 veces más que el dióxido de carbono) sería “el combustible de transición” en el país, y anunció cuantiosas inversiones.
Brasil, que será la sede de la COP30 en 2025 y reclamó fondos para la acción climática a los países desarrollados, también informó en Dubái que su país se incorporaría a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP+).
Lo que viene en adelante, todavía se mueve en el terreno de la incertidumbre.
“Hay un paquete de temas de Energía, que respaldan los grupos de negociación de pequeños estados insulares (Aosis), América Latina y el Caribe (Ailac) y la Unión Europea que, si sale, sería lo más ambicioso que la COP haya adoptado después del Acuerdo de París”, asegura Alejandra López, experta en diplomacia climática y quien participa como observadora de las negociaciones. En sus palabras, sería la primera vez que se deja por escrito, con todas las letras, quiénes son los que están causando el 80 % del daño: los combustibles fósiles.
Pero no va a ser tarea fácil. La propuesta tiene oposición de los países árabes, China e India. Y un respaldo no tan claro de Estados Unidos. De hecho, la contrapropuesta que impulsa con fuerza el grupo de los países árabes y la industria petrolera es la de incorporar las tecnologías de remoción o de captura de carbono.
Sin embargo, este tipo de herramientas han almacenado muy poco carbono hasta la fecha. Se estima que solo el 0,1 % de las emisiones anuales, una cifra que no permitiría reducir las emisiones de CO₂ en un 48 % para 2030, como está estipulado.
“Se fue todo a la mierda”, dijo una de las negociadoras, mientras salía de una de las salas de reunión. “Los países árabes están empleando prácticas dilatorias y toda la semana se pasó sin avanzar ni siquiera en la parte de los principios de la meta global de adaptación”.
Arabia Saudita, vocera del grupo árabe, pidió que el borrador del texto, que ya tenía 50 páginas, tuviera otras opciones. Negociarlo antes de que se acabara el día se convertía, entonces, en una tarea imposible.
* Esta historia fue producida como parte de la Climate Change Media Partnership 2023, una beca de periodismo organizada por la Earth Journalism Network de Internews y el Centro Stanley para la Paz y la Seguridad.
Lo invitamos a leer: COP28, El “portafolio” con el que Colombia quiere reemplazar el petróleo y el gas.
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Si se pudiera sintetizar la primera semana de negociaciones climáticas en Dubái en una frase, tendría que llevar la palabra “contradicciones”. Desde el pasado 30 de noviembre, que comenzó oficialmente el evento, quienes se mueven en metro hasta el Dubái Expo 2020, sede de la COP28, son testigos de una capa densa que opaca el horizonte. Ni el Burj Khalifa, con sus 828 metros de altura, puede verse.
Parece niebla, algo casi imposible en un lugar en donde la temperatura supera los 40° C en verano y en invierno promedia los 25° C. O una tormenta de arena, típica de estos desiertos. Pero que esté presente todos los días, durante todo el día, reduce esas posibilidades casi a cero.
Lo invitamos a leer: Es oficial: Colombia abre proceso para asignar áreas de energía eólica costa afuera.
Lo que abraza a la ciudad que hospeda las negociaciones climáticas más importantes del mundo es el resultado de millones de partículas de contaminación juntas, del “smog”. A solo unos cuantos kilómetros de la sede de la COP28 se encuentra el Complejo de Energía y Desalinización de Jebel Alí, la central eléctrica alimentada por gas más grande del mundo. Los Emiratos Árabes Unidos, de los que Dubái hace parte, están entre los principales productores de combustibles fósiles del mundo.
Antes de que iniciaran las negociaciones, ya rondaban inquietudes por el lugar donde se haría y por quién encabezaría la presidencia del evento: el sultán Al Jaber, también director ejecutivo de ADNOC, la empresa petrolera estatal más importante de los Emiratos Árabes. Con una inversión de 150.000 millones de dólares, esta busca aumentar su producción a cinco millones de barriles al día para 2027. Es una medida que no parece ir en línea con la reducción de los combustibles fósiles, la salida que ha encontrado la ciencia para cumplir con el Acuerdo de París.
Con el paso de los días los reparos incrementaron. Primero, desempolvaron unas polémicas declaraciones en las que Al Jaber parecía poner en duda a los combustibles fósiles como los principales responsables del cambio climático. Luego, cuando se hizo pública la participación de 2.456 lobbistas de la industria petrolera en la COP28; un récord. “Son más que los negociadores de los 10 países más vulnerables al clima”, dijo Joseph Sikulu, miembro de Kick Big Polluters Out, que publicó el informe.
En el medio de todo eso hay una agenda climática que chapotea para no hundirse.
Desacelerando las decisiones en la COP28
La primera semana, de las dos que duran las negociaciones, fue masiva. Las filas para entrar al recinto de 4.4 kilómetros cuadrados y cerca de 90 edificios llevaban horas. La visita de más de 180 jefes de Estado para el “segmento de alto nivel” de los dos primeros días, así como la participación de más de 90 mil personas, pusieron en duda lo “sostenible” de un evento como este. Se trata de la COP más masiva de la historia. Y se da en un país en medio del desierto, que debe importar cerca del 80% de sus alimentos y desalinizar el agua del mar para poder usarla.
Pero todo eso pasa a un segundo plano si las negociaciones avanzan por buen camino. Y empezaron con el acelerador a fondo.
Nota recomendada: Ecopetrol destapa sus cartas y se la juega por el gas para la transición energética.
El mismo día en que inició oficialmente el evento, se aprobó la operacionalización de un fondo para las pérdidas y daños causados por el cambio climático, que se posicionaba como uno de los principales temas de la agenda. La rapidez de su adopción fue calificada como “histórica”. Además, solo unas horas más tarde, la plenaria también aprobó la agenda que guiaría la cumbre climática.
Pero la gasolina se acabó pronto. Al lado de los grandes salones para la plenaria, en donde los jefes de Estado hicieron sus intervenciones (que no podían superar los tres minutos, pero que coparon buena parte de los titulares de los medios), están las salas de reunión en donde tienen lugar otra parte importante de las negociaciones. Las del papel, los borradores y la letra pequeña.
Allí los equipos técnicos (también conocidos como órganos subsidiarios) pasan casi desapercibidos mientras debaten y construyen los textos que, desde ahora hasta el 12 de diciembre, estará negociando el “alto gobierno”; el gabinete ministerial. Los resultados, a este lado de las paredes, no han sido tan satisfactorios.
Uno de los textos más esperados era el borrador del “balance mundial”, una especie de evaluación que evidencia cómo avanzan las acciones climáticas en el planeta. Este servirá de insumo para definir qué tan ambiciosas deben ser las nuevas metas climáticas de los países (conocidas técnicamente como las Contribuciones Nacionalmente Determinadas, o NDC).
Luego de una jornada extensa, que terminó después de la media noche, el borrador definido parece ir en la línea del “todo o nada”. Los textos que se negocian [que suelen ir encerrados en estos corchetes], van desde propuestas ambiciosas, como mencionar claramente —y por primera vez— la necesidad de una eliminación de los combustibles fósiles; hasta otras de [no texto]. Esta última, en otras palabras, quiere decir que, si no se llega a un acuerdo, el punto en discusión se elimina.
“Los textos elaborados en la primera mitad de la COP (a menudo con muchas opciones y desacuerdos entre corchetes) ahora han sido entregados a la Presidencia”, aseguró Stephen Cornelius, Subdirector Global de Clima y Energía de WWF. “El presidente de la COP28 ha indicado que continuarán las negociaciones técnicas junto a los ministros y jefes de delegación en los cinco días restantes. Pero, en general, el progreso fue típicamente lento y no reflejó la urgencia exigida por la ciencia y las personas que sufren la crisis climática”.
Pese a esto, el balance global tuvo mejor camino que otro de los grandes temas: la adaptación. En palabras sencillas, se refiere a las medidas, políticas y acciones para minimizar los impactos que ya se están sintiendo del cambio climático. De hecho, este es casi que el único ítem en el que han podido ponerse de acuerdo los países vulnerables. Y la idea era definir indicadores para medir su avance, para financiarla y para garantizar la trasmisión de herramientas y conocimiento.
Según Informe sobre la Brecha de Adaptación 2023 de la Oficina de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la financiación para la adaptación tiene un déficit de entre 194.000 y 366.000 millones de dólares anuales. Solo a América Latina y el Caribe, las pérdidas y daños inducidos por el cambio climático podrían costarle US$ 462.000 millones para 2050. Y, sin embargo, dice otro delegado, “es como el primo pobre de las negociaciones”.
Durante la COP28 se han recogido cerca de US$ 14 mil millones en financiamiento, que es clave para poder implementar todos los acuerdos. US$ 12 mil millones van para el Fondo verde del clima, US$714 millones para el nuevo Fondo de pérdidas y daños y solo US$120 millones para el Fondo de adaptación. La primera semana cerró y, en este tema, no se logró ni construir el borrador del acuerdo.
Más allá de los grandes anuncios
Varios países aprovecharon la plataforma que les dio Dubái para hacer grandes anuncios. Colombia, por ejemplo, llegó con una serie de propuestas, portafolios de inversiones y discursos grandilocuentes por parte del presidente Gustavo Petro. El país lanzó su serie de proyectos para la transición energética, abrió el proceso para asignar áreas de energía eólica costa afuera, se unió al “Tratado de no proliferación de combustibles fósiles”, se sumó a la moción de triplicar las energías renovables y reiteró que no firmará nuevos permisos de exploración de petróleo.
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Al mismo tiempo, el presidente de Ecopetrol insistió en que el gas natural (causante de gran parte de las emisiones de metano, un gas que calienta la atmósfera 80 veces más que el dióxido de carbono) sería “el combustible de transición” en el país, y anunció cuantiosas inversiones.
Brasil, que será la sede de la COP30 en 2025 y reclamó fondos para la acción climática a los países desarrollados, también informó en Dubái que su país se incorporaría a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP+).
Lo que viene en adelante, todavía se mueve en el terreno de la incertidumbre.
“Hay un paquete de temas de Energía, que respaldan los grupos de negociación de pequeños estados insulares (Aosis), América Latina y el Caribe (Ailac) y la Unión Europea que, si sale, sería lo más ambicioso que la COP haya adoptado después del Acuerdo de París”, asegura Alejandra López, experta en diplomacia climática y quien participa como observadora de las negociaciones. En sus palabras, sería la primera vez que se deja por escrito, con todas las letras, quiénes son los que están causando el 80 % del daño: los combustibles fósiles.
Pero no va a ser tarea fácil. La propuesta tiene oposición de los países árabes, China e India. Y un respaldo no tan claro de Estados Unidos. De hecho, la contrapropuesta que impulsa con fuerza el grupo de los países árabes y la industria petrolera es la de incorporar las tecnologías de remoción o de captura de carbono.
Sin embargo, este tipo de herramientas han almacenado muy poco carbono hasta la fecha. Se estima que solo el 0,1 % de las emisiones anuales, una cifra que no permitiría reducir las emisiones de CO₂ en un 48 % para 2030, como está estipulado.
“Se fue todo a la mierda”, dijo una de las negociadoras, mientras salía de una de las salas de reunión. “Los países árabes están empleando prácticas dilatorias y toda la semana se pasó sin avanzar ni siquiera en la parte de los principios de la meta global de adaptación”.
Arabia Saudita, vocera del grupo árabe, pidió que el borrador del texto, que ya tenía 50 páginas, tuviera otras opciones. Negociarlo antes de que se acabara el día se convertía, entonces, en una tarea imposible.
* Esta historia fue producida como parte de la Climate Change Media Partnership 2023, una beca de periodismo organizada por la Earth Journalism Network de Internews y el Centro Stanley para la Paz y la Seguridad.
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