Por primera vez calculan el consumo de combustibles fósiles de nuestra comida
Por primera vez se tienen datos sobre el consumo de combustibles fósiles en la cadena alimentaria, desde que se producen los alimentos hasta que llegan al plato de los consumidores. El incremento de los productos ultraprocesados y los productos petroquímicos inquieta a los investigadores.
Es conocido que cuando los combustibles fósiles se queman, liberan dióxido de carbono (CO₂) y otros gases de efecto invernadero, que son los principales responsables del calentamiento global y del cambio climático. Pero, hasta el momento, no se tenía claridad sobre el consumo de combustibles fósiles en la cadena alimentaria, desde que se producen los alimentos hasta que llegan al plato de los consumidores. (Lea: Las dudas que deja el plan de Minambiente para esterilizar hipopótamos)
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Es conocido que cuando los combustibles fósiles se queman, liberan dióxido de carbono (CO₂) y otros gases de efecto invernadero, que son los principales responsables del calentamiento global y del cambio climático. Pero, hasta el momento, no se tenía claridad sobre el consumo de combustibles fósiles en la cadena alimentaria, desde que se producen los alimentos hasta que llegan al plato de los consumidores. (Lea: Las dudas que deja el plan de Minambiente para esterilizar hipopótamos)
Ahora, por primera vez, un grupo de investigadores se dio a la tarea de responder esta incógnita. El informe, elaborado por la Alianza Global para el Futuro de la Alimentación y Dalberg Advisors, concluye que la producción, el transporte y el almacenamiento de alimentos representan al menos el 15 % de los combustibles fósiles utilizados anualmente, es decir, son responsables de más de un tercio de las emisiones totales de gases de efecto invernadero y consumen un tercio de la energía mundial.
A los ojos de Saul Elias López, de la sociedad de agronomía de Venezuela, los resultados de este informe son un avance muy importante en términos de visibilidad, “sobre todo para comprender mejor el impacto que tienen los combustibles fósiles en las metas que se pusieron entre todos los países para cumplir el Acuerdo de París, que es no aumentar la temperatura en 1.5 grados Celsius”.
Lo primero que explican los investigadores es que los sistemas alimentarios industriales están entrelazados con la industria de los combustibles fósiles, pues consumen bastante energía y dependen de estos en las cuatro fases de la cadena de valor (producción de insumos; uso de la tierra y producción agrícola; transformación y envasado; y venta al por menor, consumo y residuos).
“El consumo de combustibles fósiles se produce en gran medida en la fase de transformación y envasado, y en la venta al por menor, el consumo y los residuos”, reseña el documento.
Según Patty Fong, directora de Programas de la Alianza Global para el Futuro de la Alimentación, “los combustibles fósiles son una problemática para los sistemas alimentarios industriales” y plantea que para evitar un colapso climático catastrófico, “debemos erradicarlos urgentemente de nuestros sistemas alimentarios”. (Puede leer: El calor extremo causó tres de cada cuatro hospitalizaciones en Australia)
Además de consumir combustibles fósiles, la cadena alimentaria también gasta energía, pues es crucial en el proceso de producción y el de envase de los alimentos. Por ejemplo, se calcula que la transformación y el envasado representan el 42 % del consumo energético mundial.
En este punto de la cadena alimentaria (la transformación) están involucrados otros procesos como la refrigeración, almacenamiento y transporte de alimentos, procedimientos que consumen mucha energía porque dependen de equipos, sistemas de refrigeración y transporte.
Otra de las áreas de la cadena de suministro de alimentos que registra una importante tasa de consumo energético es la venta minorista, el consumo y los residuos, con cerca del 38 %. “Se debe al transporte de alimentos, los plásticos incorporados, la cocción y los residuos alimentarios”, anotan.
La producción agrícola y de insumos no se queda atrás, pues representa el 20 % del uso de energía en los sistemas alimentarios, mientras que el uso de la tierra y la producción agrícola suponen alrededor del 15 % y la producción de insumos (excluido el transporte) alrededor del 5 %. (Le puede interesar: La inversión en adaptación al cambio climático se está estancando: ONU)
Uno de los productos que llama la atención de los investigadores son los fertilizantes, pues, anotan, es la fase de mayor intensidad energética y dependiente de los combustibles fósiles. El fertilizante más común, añaden, es el nitrógeno sintético, el cual requiere un proceso intensivo en energía que implica altas temperaturas y presiones. “El CIEL ha señalado que la producción del amoníaco (NH3) en el que se basan los fertilizantes nitrogenados libera una cantidad estimada de 450 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO₂) al año”, se lee en el documento.
Los productos que inquietan
Para los investigadores, lo que sucede con los productos ultraprocesados es un caso que requiere un análisis más profundo. Lo primero que reseñan es que su producción necesita entre dos y diez veces más energía que la de los alimentos integrales. Además, su consumo ha ido incrementando en los últimos años, lo que implica un mayor aumento de consumo de combustibles fósiles a lo largo del tiempo.
Un ejemplo que explican los investigadores es el de la carne cultivada en laboratorio, pues varios estudios han demostrado que requiere hasta seis veces más energía en comparación con el pollo y otras alternativas menos procesadas. Pero, advierten, “las pruebas sobre la huella de carbono y el impacto del ciclo de vida de la carne cultivada en laboratorio en comparación con la carne animal siguen siendo controvertidas”.
Otra de las preocupaciones de los investigadores es el creciente mercado petroquímico, pues representó el 14 % de la producción de petróleo en 2018, y el 8 % de la producción de gas. Entre los productos petroquímicos que más se consumen están los plásticos y fertilizantes relacionados con la alimentación.
Los investigadores recomiendan que se puede eliminar gradualmente los productos agroquímicos derivados de combustibles fósiles y cambiar a la refrigeración y calefacción con energías renovables para la tecnología de secado. (Lea: Energía eólica mar adentro: la ANH publicó el borrador para asignación de áreas)
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