¿Qué diablos hacía un chigüiro en un campo de golf en Bucaramanga?
El caso del chigüiro que murió en un lago de un condominio en Bucaramanga ha desatado la indignación de varios de sus habitantes. Sin embargo, están pasando por alto varios detalles: este roedor no estaba en su hábitat y no recibía el trato adecuado. Además, podía ser un riesgo para la salud de los humanos.
Sergio Silva Numa
Paula Casas Mogollón
Han sido días muy extraños para Claudia Lozano. Desde que a finales de la semana pasada se viralizó la historia de la muerte de un chigüiro en un condominio de Bucaramanga, la foto de su rostro no ha parado de circular en redes sociales. Su imagen ha estado acompaña de insultos y frases que la culpan del fallecimiento del animal. También han publicado sus datos personales en Twitter y en Instagram. (Lea El esfuerzo del pueblo kogui por restaurar su territorio ancestral)
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Han sido días muy extraños para Claudia Lozano. Desde que a finales de la semana pasada se viralizó la historia de la muerte de un chigüiro en un condominio de Bucaramanga, la foto de su rostro no ha parado de circular en redes sociales. Su imagen ha estado acompaña de insultos y frases que la culpan del fallecimiento del animal. También han publicado sus datos personales en Twitter y en Instagram. (Lea El esfuerzo del pueblo kogui por restaurar su territorio ancestral)
“La estupidez de Claudia Lozano propició entrada ilegal de mediocres funcionarios [de] la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga, CDMB, que asesinaron al inocente y manso chigüiro Toñito”, escribió, por ejemplo, Orlando Beltrán, cofundador del comité de Santurbán y conocido animalista de la región.
“La responsable de la horrible muerte de Toñito se llama Claudia Lozano, hermana del exministro de Ambiente Ricardo Lozano, en complicidad con la CAR CDMB. Qué terrible brutalidad de esos funcionarios y que preocupante la crueldad que alberga en su corazón esa mujer”, apuntó otra usuaria de Twitter. “Hoy fue asesinado TOÑITO, llegó por la montaña y encontró tranquilidad y paz acá, decidiendo quedarse”, escribió otro. Unos más han tratado a Lozano de miserable, asesina y estúpida.
Lozano, al otro lado del teléfono, no puede creer lo que está sucediendo. Después de todas las críticas y señalamientos que ha recibido, piensa que hizo lo correcto: “Llamé a la autoridad ambiental para saber cuál era el procedimiento adecuado del animal. Nunca lo habíamos visto en este lugar. Acá se ven zarigüeyas, zorros o tijeretas; no chigüiros. Por eso, tras conversar con varios amigos que viven acá, les pedí asesoría a la CDMB para entender cómo debíamos cuidar a esta especie. A mí no me molestaba en lo absoluto. Finalmente, vinieron el pasado 29 de diciembre”.
La visita de los funcionarios de la CDMB, como se sabe, no tuvo el final que algunos esperaban. Como explicó la corporación en un comunicado, intentaron atraparlo, pero resultó imposible. Luego de que el chigüiro rompiera las herramientas para garantizar su inmovilización, lo anestesiaron. Este mamífero semiacuático, clasificado como el roedor más grande del mundo, huyó hacia el lago del campo de golf que hay en el Condominio Ruitoque Club para sumergirse, una reacción usual cuando se sienten amenazados. El desenlace fue desafortunado y causó mucha molestia a varios de los pobladores del lugar.
“Era un sitio que se convirtió en hábitat para una mascota que recibimos en el condominio desde bebé”, dijo Paula Andrea Frías, médica y habitante Ruitoque Club, en un video en Instagram, donde tiene más de 46 mil seguidores. “Todos los residentes lo alimentábamos y le dábamos comida. Eran tan amigable, tan tierno y noble que él jugaba con los niños. Hoy nos levantamos con la desafortunada noticia de que nuestro amigo ‘chigüi’, conocido como ‘Toñito’... atentaron contra él con dardos tranquilizantes, lo que hizo que se asustara y se tirara al lago y de ahí no volvió a salir (...) Nunca le faltó aliento y comía mejor que todos nosotros. Es un hecho indignante, y solicitamos que nos aclaren la situación”.
Pero en esta situación, hay varios detalles que los protectores de “Toñito” están pasando por alto y que muestra lo difícil que ha sido comprender nuestra relación con los animales silvestres.
¿Qué hacía un solo chigüiro en un condominio?
Una de las primeras preguntas que se hace César Rojano, veterinario de la Fundación Cunaguaro, una organización que se encarga de conservar y estudiar la biodiversidad de la Orinoquía (donde hay muchas poblaciones de chigüiros), es, ¿qué hacía un solo chigüiro en ese condominio de Bucaramanga?
Si bien, como explica, este roedor es una especie que se adapta fácilmente a espacios donde hay agua, es muy extraño ver un solo individuo. “Nunca están solos. Siempre andan en manada. Puede haber desde cuatro hasta veinte ejemplares, pero nunca uno solo. Por eso, es posible que, en este caso, alguien lo haya llevado a ese lugar. Otra opción es que el animal se haya escapado de algún sitio donde lo tenían en cautiverio”, dice Rojano.
Aunque no se sabe con precisión qué especie era, probablemente se tratara de un ejemplar de Hydrochoerus isthmius, que suele encontrarse en el valle del Magdalena y los valles interandinos. La otra especie que hay en Colombia es la Hydrochoerus hydrochaeri, que habita en los Llanos Orientales.
En cualquier caso, a los ojos de Silvia López-Casas, doctora en ecología de ecosistemas acuáticos epicontinentales, y consultora para Wildlife Conservation Society (WCS), no es buena idea extraerlos de su medio natural porque puede poner en serios aprietos tanto al animal como a los humanos que se acercan a él.
Por un lado, dice, “son individuos que nacieron en condiciones naturales, y que sufren de privaciones y carencias de espacio y de alimentación. Muchos mueren prematuramente por falta del cuidado adecuado; incluso, son abandonados”. Además, al llevaros a un hábitat al que no pertenecen, resalta, se pueden convertir en especies exóticas o introducidas.
En el caso de “Toñito”, como lo apodaban en Ruitoque Club, había, al parecer, otro inconveniente: su alimentación. Aunque, como manifestaron varios de sus habitantes en redes sociales, lo solían alimentar, esta no fue una buena decisión. “Si les damos comida diferente a la que suelen consumir, alteramos su dinámica. Si le das pan o papas fritas, pueden causar un problema de salud en el animal. Por solo poner un ejemplo, eso también puede desencadenar obesidad”, señala Rojano.
Por el contrario, los capibaras o ponches, como también llaman a este roedor, tienen, cuando están en cautiverio, una dieta a base de hierbas, heno, frutas y alimentos concentrados. No de comida ultraprocesada.
Chigüiro como mascota para los hijos, una mala decisión
Hay otro motivo por el que no es buena idea que un chigüiro sea “adoptado” como una mascota. En palabras de Rojano, acariciar a un ejemplar de esta especie puede parecerse a sobar a una rata. “Son animales que transportan patógenos y puede ser riesgoso para la salud de los humanos”, dice.
Para decirlo con más precisión, los chigüiros pueden ser el reservorio de una bacteria llamada Rickettsia rickettsii, que causa una enfermedad conocida como la Fiebre de las Montañas Rocosas. Como se lee en la página de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), puede ser mortal si no se trata en su etapa inicial con el antibiótico adecuado. La bacteria puede ser transmitida a los humanos a través de una garrapata (Amblyomma cajennens), que suele ser detectada en los chigüiros.
No es el único trastorno que puede causar la cercanía con el roedor más grande del planeta. Su presencia está asociada a la leptospirosis, una enfermedad que, dicen los CDC, puede ser “provocada por bacterias que pueden producir infecciones potencialmente mortales de los riñones, el hígado, el cerebro, los pulmones o el corazón”. Si un chigüiro está infectado con la bacteria que la causa, puede transmitirla a través de la orina (al contaminar un afluente de agua como un lago, por ejemplo).
Algunas investigaciones, como la desarrollada en Brasil por un equipo liderado por Rosely Gioia-Di Chiacchio, de la Universidad de São Paulo, también han detectado en los capibaras el virus de la rabia y el parásito que causa la toxoplasmosis, que puede resultar muy grave para las mujeres embarazadas (en caso de comer carne mal cocinada): el Toxoplasma gondii.
Además de estos inconvenientes, López-Casas resalta uno más que ha sido muy difícil de contener en Colombia: “Tener animales silvestres como mascotas genera una economía ilícita de tráfico de especies silvestres”.
La gran pregunta es qué debería hacer una persona cuando observa que un ejemplar de estos está en un hábitat que no le corresponde. Rojano, desde Yopal, Casanare, cree que el camino más indicado es llamar a la autoridad ambiental para que decida qué hacer. Usualmente, intentan rehabilitarlos para devolverlos a su espacio natural, algo que no siempre tiene éxito, especialmente, “cuando lo humanizan”.
“Reintroducirlos a la vida silvestre resulta riesgoso, pues pueden contaminar genéticamente a las poblaciones receptoras”, añade López-Casas. “Pueden transmitir enfermedades de origen humano”. La otra opción que les queda es ir a parar a un zoológico y vivir en cautiverio.
En cualquier caso, dice Rojano, cuando se va a capturar a un chigüiro o a cualquier mamífero asociado al agua, hay que evitar que el animal caiga al agua después de anestesiarlo. “Lo correcto es agarrarlo previamente porque su comportamiento natural es sumergirse cuando uno se les acerca, y pueden morir asfixiados”, explica. “Sin embargo, es un error de procedimiento muy común. No es la primera vez que pasa en el país”.
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