¿Qué les esperaría a los bosques de Sudamérica con el fenómeno de El Niño?
Un estudio de la Red Amazónica de Inventarios Forestales analizó 123 parcelas ubicadas en seis países para conocer las afectaciones de El Niño durante 2015- 2016. Encontraron, entre otras cosas, que estos bosques dejaron capturar más carbono del que emitían debido a la gran sequía.
Hace varios meses, algunas instituciones, como la Organización Meteorológica Mundial (OMM), confirmaron la llegada del fenómeno de El Niño, un evento climático que en Colombia provoca un aumento de sequías. Al momento de anunciar su inicio, el 4 de julio, el secretario general de la OMM, Petteri Taalas, dijo que “la aparición de El Niño aumentará considerablemente la probabilidad de que se batan récords de temperatura y de que se desencadene un calor más extremo en muchas partes del mundo y en el océano”.
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Hace varios meses, algunas instituciones, como la Organización Meteorológica Mundial (OMM), confirmaron la llegada del fenómeno de El Niño, un evento climático que en Colombia provoca un aumento de sequías. Al momento de anunciar su inicio, el 4 de julio, el secretario general de la OMM, Petteri Taalas, dijo que “la aparición de El Niño aumentará considerablemente la probabilidad de que se batan récords de temperatura y de que se desencadene un calor más extremo en muchas partes del mundo y en el océano”.
Aunque este fenómeno es natural y ocurre entre cada dos a siete años, esta nueva aparición ha encendido las alarmas debido a que cada vez este tipo de fenómenos son más intensos. “La frecuencia e intensidad de las sequías han aumentado en algunas regiones, incluidos el Mediterráneo, Asia occidental, muchas partes de América del Sur, gran parte de África, y Asia nororiental”, explica el Informe de cambio climático de 2020 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). (Lea: Los países amazónicos perdieron grandes cantidades de agua en los últimos 10 años)
Uno de los lugares, donde las sequías han traído graves consecuencias es en la Amazonía, el bosque tropical más extenso del mundo, con casi 7 millones de km2. Este lugar es clave en la estabilidad climática del planeta, en primer lugar, porque es capaz de almacenar una cantidad de carbono (CO2) mayor a la que produce. Esto lo convierte en lo que los científicos llaman un “sumidero de carbono”.
“Los bosques emiten CO2 como parte de los procesos como la descomposición, por ejemplo, de la madera en el suelo, por la mortalidad de los árboles que se empiezan a descomponer, pero también secuestra carbono a medida que los árboles crecen”, explica Esteban Álvarez, ingeniero forestal y docente de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia.
Pero, ¿por qué esto es importante? El incremento en las concentraciones de CO2, en la atmósfera, junto a otros gases de efecto invernadero, son la principal causa del cambio climático. Por eso, los ecosistemas terrestres tienen un alto valor, pues solo en la última década absorbieron alrededor del 30 % de las emisiones de carbono producidas por las actividades humanas, según la Organización de las Naciones Unidas. (Lea: Cuidar la selva, una despensa de plantas medicinales)
Pese a que estos ecosistemas, entre ellos los bosques tropicales, tienen una función clave, el fenómeno de El Niño trae graves consecuencias que les dificultan cumplir ese rol de sumidero de carbono. Un estudio publicado a inicios de septiembre en la revista Nature, midió la sensibilidad de los bosques tropicales de América del Sur ante eventos climáticos, específicamente frente al fenómeno de El Niño que ocurrió entre 2015 y 2016, la sequía más calurosa y probablemente la más extrema en esta zona durante al menos 50 años.
Los encargados de monitorear esto fueron los integrantes de la Red Amazónica de Inventarios Forestales, la cual está conformada por investigadores de diferentes países, entre estos, Brasil, Colombia, Perú, Surinam, que hacen parte de diferentes universidades, jardines botánicos e instituciones dedicadas a la investigación.
La organización se creó en 2002 con el fin de hacerle seguimiento a los bosques tropicales de Amazonía para conocer su ciclo de vida, y con esto ver cuánto crecen, cuándo mueren, si entran nuevos individuos a la población, y a su vez, calcular cuánto carbono pueden almacenar.
Así afectó el último fenómeno de El Niño a los bosques tropicales
Allí encontraron que la función de sumidero de carbón se perdió durante el fenómeno de 2015-2016 pues las altas temperaturas y la sequía provocaron que los árboles emitieran más CO2 del que podían capturar. Esto fue un hallazgo novedoso, teniendo en cuenta que durante El Niño de 2005 y el de 2010, aunque hubo una gran mortandad de árboles en la región, la captura de carbono siguió siendo superior a la cantidad que emitían.
Otro hallazgo fue que los bosques más afectados fueron los bosques secos, ubicados en el Caribe, por ejemplo. “Se pensaba que los bosques húmedos, que están llenos de especies que están acostumbradas a tener mucha humedad, podían ser más sensibles a los efectos de El Niño, pero no fue así”, dice Álvarez, quien también participó en el estudio publicado recientemente. (Lea: “No podemos humanizar a los animales”: exdirectora de la IPBES)
Los investigadores tenían la hipótesis de que los bosques ubicados en climas más secos, al estar compuestos por especies que están adaptadas a las sequías, tendrían una mayor adaptación al fenómeno de El Niño, pero lo que encontraron es que estos ecosistemas son los más sensibles.
En estos lugares se pudo observar que El Niño aumentó el riesgo de muerte, especialmente para los árboles más grandes y para los de madera más ligera. Una de las razones es que, pueden tener una posición más expuesta y, por tanto, experimentar las temperaturas más extremas.
El estudio señala que las tasas de mortalidad de los árboles se mantuvieron elevadas durante hasta tres años después de El Niño, siendo los incendios los responsables de gran parte de la mortalidad.
“El riesgo a largo plazo de perder el sumidero de carbono se extiende a algunos bosques atlánticos estacionales y es posible que los bosques del sudeste amazónico ya hayan pasado de funcionar como sumideros de carbono a una fuente de carbono”, indican los investigadores. (Lea: Carrera contra el tiempo para salvar los bosques y ríos del país)
Esto es algo que preocupa a los científicos que estudian el tema porque los bosques tropicales intactos de Amazonia, entre otras cosas, aportan gran parte del agua que llega a las regiones andinas. En Bolivia, explica Álvarez, hasta el 60 % del agua que llueve en algunos sitios es transpirada por los árboles del Amazonas.
“Si esos árboles no están en pie, el agua no es absorbida ni transpirada por los árboles, sino que seguiría su camino hacia el océano Atlántico, y se alterarían las lluvias en los Andes. Ese efecto importante de los bosques de Amazonía es lo que han llamado los ríos aéreos”, asegura el ingeniero forestal.
En ese sentido, los bosques de esa región no solo son claves para la estabilidad climática del planeta, sino también para el suministro de agua para las regiones de los Andes.
En los diferentes fenómenos de El Niño que se han registrado en los años 2000, los bosques tropicales intactos de América del Sur han demostrado que tienen la capacidad de resistir el cambio climático, de acuerdo con los investigadores que hicieron parte del estudio. Si bien, en el más reciente (2015-2016) el sumidero se perdió, los investigadores recalcan que conservar estos ecosistemas es clave para enfrentar la crisis climática del planeta.