¿Qué sabemos los colombianos sobre biodiversidad?
Es sorprendente que tan pocos colombianos (el 22%) sepan qué es la COP16. ¿Por qué?
Lisbeth Fog Corradine
Uno pensaría que todo el mundo sabe qué es biodiversidad. Pero no. Para muchos se refiere solo al reino vegetal. Allí, en la biodiversidad, los animales no vienen a la mente con frecuencia, menos los microorganismos, y menos aún estamos nosotros, los seres humanos. Y aquellos que si han oído hablar de biodiversidad, no es que estén muy seguros de su papel o su responsabilidad para cuidarla. En un país que puntea por la gran diversidad de especies que lo habitan, solo el 71% de quienes respondieron una encuesta de percepción adelantada por World Wildlife Fund Colombia (WWF) y Cifras y Conceptos, aseguraron que estarían dispuestos a realizar acciones para combatir la pérdida de biodiversidad. Claro, es más de la mitad; casi las tres cuartas partes de los encuestados, pero para mí es poco. Y, por esa razón, incluso porque ya estamos a pocos días del inicio de la COP16 de Biodiversidad que tendrá lugar en Cali del 21 de octubre al 1 de noviembre, vuelvo sobre el tema. Es más, si a estos datos incluimos el cambio climático —cuya COP de 2025 tendrá lugar en Brasil y será la número 30—, el porcentaje de personas que dicen que pueden hacer algo al respecto de ambos temas disminuye: es el 53%.
Colegas del Minambiente ya me habían adelantado otro dato que no me pareció tan sorprendente: que pocos colombianos saben qué es la COP. La encuesta lo ratifica: solo el 22%. ¡Pero si los medios de comunicación están informando sobre el tema desde hace meses! Incluso muchos de ellos han abierto secciones especiales y han editado cuadernillos explicativos dirigidos a sus consumidores. Sin embargo, los encuestados aseguraron que cuando se informan lo hacen a través de redes sociales (49%).
Si la fuente es la comunidad científica, les cuento que de los 6.160 grupos de investigación reconocidos por Minciencias en el país, 50 tienen en su título la palabra biodiversidad, pero son muchos más los que trabajan en aspectos puntuales de la diversidad biológica: 17% de los grupos trabajan en ciencias naturales (1052), solo por mencionar un ejemplo obvio. Pero en otras áreas como salud, ciencias agrícolas, incluso tecnologías o ciencias sociales, también los investigadores colombianos adelantan proyectos que tienen que ver con la biodiversidad. Y tienen resultados asombrosos como las propiedades curativas de ciertas plantas amazónicas, o las causas de aquellas especies animales en vía de extinción, conocimiento que permite generar estrategias para salvarlas, o conocer las bacterias que se han vuelto superresistentes a los antibióticos.
Universidades y ONG han organizado numerosos cursos, talleres, conversatorios, paneles, para informar, discutir, analizar, preparar a los periodistas para que comprendamos la historia de las anteriores COP —ya han sucedido 15—, sepamos lo que está en juego en la COP16, e informemos acertada y adecuadamente.
Realizada a comienzos de julio de este año (2024), a esta encuesta de percepción de la biodiversidad respondieron 1703 personas de diferentes regiones del país y no solamente de cabeceras municipales, en su mayoría mayores de 55 años, seguidos de un rango de edad entre 26 a 35 años, y principalmente bachilleres. De ellos, solo el 9% considera que la pérdida de biodiversidad y extinción de especies afecta la salud del planeta. Y en líneas generales piensan en flora y fauna, no en microorganismos que cumplen una función clave en la salud y el equilibrio de los ecosistemas por ejemplo descomponiendo la materia orgánica, o cuando se relacionan con otras especies —los hongos de micorriza que, adheridos a las raíces de plantas como el café, le ayudan a absorber nutrientes—, o para fermentar alimentos como el yogur.
Entre las propuestas de los participantes está la educación. Al informar, los medios de comunicación le dan elementos a su consumidor para ampliar su bagaje intelectual. Pero profundizar en el tema “desde la cuna hasta la tumba”, como diría nuestro nobel de literatura Gabriel García Márquez, en todos los espacios, principalmente en la educación formal, si que cambiaría las cosas. Fortalecer la educación ambiental en el currículo escolar desde edades tempranas fue la respuesta del 54% de los encuestados, seguido de promover programas dirigidos a jóvenes liderados por gobiernos, ONG y empresas (18%), apoyo a proyectos ambientales e iniciativas juveniles de conservación y sostenibilidad, así como a los saberes locales. Aunque los resultados de esta encuesta no son extrapolables a toda la población colombiana, si ofrecen un escenario que vale la pena tener en cuenta para lo que queda de preparación y realización de la COP16, con una mirada de mediano y largo plazos, porque esto no termina aquí: como país biodiverso, todos los ciudadanos colombianos tenemos una responsabilidad frente a la biodiversidad de la cual formamos parte.
Y como la gente se informa por redes sociales —casi la mitad de los encuestados así lo afirmaron—, no es sino que yo termine de escribir esta columna y que El Espectador me la publique, para empezar a moverla por mis cuentas de X y de Facebook.
Nota final: Me entero de la muerte del gran científico antioqueño Francisco Lopera. A pesar de que nunca tuve el privilegio de entrevistarlo, siempre seguí sus hallazgos con mucho interés y admiración. Será recordado como él quería: Como alguien que “trabajó durante 40 años y logró visualizar donde está la cura y la prevención del alzhéimer”. Así se lo dijo a la colega Ana Cristina Restrepo hace un par de meses. Paz en su tumba.
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Uno pensaría que todo el mundo sabe qué es biodiversidad. Pero no. Para muchos se refiere solo al reino vegetal. Allí, en la biodiversidad, los animales no vienen a la mente con frecuencia, menos los microorganismos, y menos aún estamos nosotros, los seres humanos. Y aquellos que si han oído hablar de biodiversidad, no es que estén muy seguros de su papel o su responsabilidad para cuidarla. En un país que puntea por la gran diversidad de especies que lo habitan, solo el 71% de quienes respondieron una encuesta de percepción adelantada por World Wildlife Fund Colombia (WWF) y Cifras y Conceptos, aseguraron que estarían dispuestos a realizar acciones para combatir la pérdida de biodiversidad. Claro, es más de la mitad; casi las tres cuartas partes de los encuestados, pero para mí es poco. Y, por esa razón, incluso porque ya estamos a pocos días del inicio de la COP16 de Biodiversidad que tendrá lugar en Cali del 21 de octubre al 1 de noviembre, vuelvo sobre el tema. Es más, si a estos datos incluimos el cambio climático —cuya COP de 2025 tendrá lugar en Brasil y será la número 30—, el porcentaje de personas que dicen que pueden hacer algo al respecto de ambos temas disminuye: es el 53%.
Colegas del Minambiente ya me habían adelantado otro dato que no me pareció tan sorprendente: que pocos colombianos saben qué es la COP. La encuesta lo ratifica: solo el 22%. ¡Pero si los medios de comunicación están informando sobre el tema desde hace meses! Incluso muchos de ellos han abierto secciones especiales y han editado cuadernillos explicativos dirigidos a sus consumidores. Sin embargo, los encuestados aseguraron que cuando se informan lo hacen a través de redes sociales (49%).
Si la fuente es la comunidad científica, les cuento que de los 6.160 grupos de investigación reconocidos por Minciencias en el país, 50 tienen en su título la palabra biodiversidad, pero son muchos más los que trabajan en aspectos puntuales de la diversidad biológica: 17% de los grupos trabajan en ciencias naturales (1052), solo por mencionar un ejemplo obvio. Pero en otras áreas como salud, ciencias agrícolas, incluso tecnologías o ciencias sociales, también los investigadores colombianos adelantan proyectos que tienen que ver con la biodiversidad. Y tienen resultados asombrosos como las propiedades curativas de ciertas plantas amazónicas, o las causas de aquellas especies animales en vía de extinción, conocimiento que permite generar estrategias para salvarlas, o conocer las bacterias que se han vuelto superresistentes a los antibióticos.
Universidades y ONG han organizado numerosos cursos, talleres, conversatorios, paneles, para informar, discutir, analizar, preparar a los periodistas para que comprendamos la historia de las anteriores COP —ya han sucedido 15—, sepamos lo que está en juego en la COP16, e informemos acertada y adecuadamente.
Realizada a comienzos de julio de este año (2024), a esta encuesta de percepción de la biodiversidad respondieron 1703 personas de diferentes regiones del país y no solamente de cabeceras municipales, en su mayoría mayores de 55 años, seguidos de un rango de edad entre 26 a 35 años, y principalmente bachilleres. De ellos, solo el 9% considera que la pérdida de biodiversidad y extinción de especies afecta la salud del planeta. Y en líneas generales piensan en flora y fauna, no en microorganismos que cumplen una función clave en la salud y el equilibrio de los ecosistemas por ejemplo descomponiendo la materia orgánica, o cuando se relacionan con otras especies —los hongos de micorriza que, adheridos a las raíces de plantas como el café, le ayudan a absorber nutrientes—, o para fermentar alimentos como el yogur.
Entre las propuestas de los participantes está la educación. Al informar, los medios de comunicación le dan elementos a su consumidor para ampliar su bagaje intelectual. Pero profundizar en el tema “desde la cuna hasta la tumba”, como diría nuestro nobel de literatura Gabriel García Márquez, en todos los espacios, principalmente en la educación formal, si que cambiaría las cosas. Fortalecer la educación ambiental en el currículo escolar desde edades tempranas fue la respuesta del 54% de los encuestados, seguido de promover programas dirigidos a jóvenes liderados por gobiernos, ONG y empresas (18%), apoyo a proyectos ambientales e iniciativas juveniles de conservación y sostenibilidad, así como a los saberes locales. Aunque los resultados de esta encuesta no son extrapolables a toda la población colombiana, si ofrecen un escenario que vale la pena tener en cuenta para lo que queda de preparación y realización de la COP16, con una mirada de mediano y largo plazos, porque esto no termina aquí: como país biodiverso, todos los ciudadanos colombianos tenemos una responsabilidad frente a la biodiversidad de la cual formamos parte.
Y como la gente se informa por redes sociales —casi la mitad de los encuestados así lo afirmaron—, no es sino que yo termine de escribir esta columna y que El Espectador me la publique, para empezar a moverla por mis cuentas de X y de Facebook.
Nota final: Me entero de la muerte del gran científico antioqueño Francisco Lopera. A pesar de que nunca tuve el privilegio de entrevistarlo, siempre seguí sus hallazgos con mucho interés y admiración. Será recordado como él quería: Como alguien que “trabajó durante 40 años y logró visualizar donde está la cura y la prevención del alzhéimer”. Así se lo dijo a la colega Ana Cristina Restrepo hace un par de meses. Paz en su tumba.
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