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La comunidad urbana de Nordelta, en el norte de Buenos Aires, ha sido una de las más criticadas por los ambientalistas, ya que se construyó sobre los humedales del Paraná, el segundo río más importante de América del Sur después del Amazonas, provocando el desplazamiento de cientos de especies de fauna y dañando, además, la flora. (Lea: La apuesta de campesinos de las sabanas del Yarí por conservar la Amazonia)
Esta comunidad, que es para las personas adineradas de la ciudad, se construyó en medio de lagos y arroyos. Y aunque se ha caracterizado por ser un lugar de ensueño para vivir, recientemente estos espacios han sido invadidos por varias especies de capibaras, una especie de roedores. Varias personas catalogaron este hecho como “la rebelión de la naturaleza”.
De acuerdo con varios diarios argentinos, como La Nación, en las últimas semanas varias especies de capibaras han destruido los céspedes de esta comunidad urbana, han mordido a los perros de la zona y han provocado accidentes de tráfico.
Uno de los habitantes de Nordelta en entrevista con el diario argentino señaló que el problema no solo radica en la destrucción de los jardines, “sino que sus excrementos también se han convertido en un problema”. Ante la situación, algunos de los ciudadanos decidieron sacar sus rifles de caza para atacarlos.
Sin embargo, varios funcionarios locales de vida silvestre han prohibido a los residentes tocar a los grandes roedores y algunos se han trasladado a las redes sociales para crear una campaña y poder defender a los carpinchos, llamados comúnmente capibaras, que se caracterizan por ser el roedor viviente de mayor tamaño y peso del mundo. (Puede leer: ¿Por qué hablar de cambio climático con niños y niñas?)
Enrique Viale es uno de los ecologistas que ha liderado en los últimos 10 años campañas para proteger a esta especie, que pueden llegar a crecer hasta un metro de largo. En entrevista aseguró que ha sido un error enmarcar la afluencia de roedores como una invasión, “es al revés: Nordelta invadió el ecosistema de los carpinchos”.
“Los promotores inmobiliarios adinerados con el respaldo del gobierno tienen que destruir la naturaleza para venderles a los clientes el sueño de vivir en la naturaleza, porque las personas que compran esas casas quieren la naturaleza, pero sin mosquitos, serpientes o carpinchos”, añadió el experto. (Le puede interesar: En 2050 habrá 284 grandes ciudades expuestas a escasez de agua)
La expansión de las construcciones en Argentina han provocado daños en los ecosistemas en los humedales de Paraná, que se extiende desde el norte de Argentina hasta el Río de la Plata y el Océano Atlántico. Además de enfrentarse a la construcción, este ecosistema se ha visto afectado por los mega agricultores de ganado y la soja, quienes también han sido los responsables de los grandes incendios que se han presentado en los últimos dos años en esta zona.