COP16: Colombia pedirá incluir a pueblos afro en los acuerdos de biodiversidad
El Gobierno colombiano y varias organizaciones sociales de América Latina buscarán que en la cumbre de biodiversidad que se desarrollará en Cali reconozcan que los pueblos afrodescendientes son fundamentales para la conservación ambiental, pues han sido omitidos de los acuerdos. Ya tienen el apoyo de 16 países, pero deberán lograr el respaldo de otros 180.
Andrés Mauricio Díaz Páez
Antes de que empiece la COP16, en Cali ya se está realizando la “Cumbre Global África y su Diáspora en el Convenio de Diversidad Biológica (CDB)”. El evento, que es organizado por la Vicepresidencia de Colombia, y se lleva a cabo entre el 17 y 18 de octubre, busca afinar los últimos detalles de una propuesta que presentará el país a la COP16: que se reconozca a los pueblos afrodescendientes como una pieza fundamental en la conservación de la naturaleza.
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Antes de que empiece la COP16, en Cali ya se está realizando la “Cumbre Global África y su Diáspora en el Convenio de Diversidad Biológica (CDB)”. El evento, que es organizado por la Vicepresidencia de Colombia, y se lleva a cabo entre el 17 y 18 de octubre, busca afinar los últimos detalles de una propuesta que presentará el país a la COP16: que se reconozca a los pueblos afrodescendientes como una pieza fundamental en la conservación de la naturaleza.
Esto implica hacer un cambio en la redacción del texto del CDB y en el Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal, que plantean las 23 metas que deben cumplir los países para frenar la pérdida de biodiversidad a 2030. Incluir a los pueblos afrodescendientes significaría darles un estatus similar al que han tenido las comunidades indígenas y locales desde 1992, a las que se les reconoce su rol como protectoras de la biodiversidad y tiene participación en las negociaciones que buscan conservarla.
La propuesta ha sido impulsada por organizaciones nacionales, como el Proceso de Comunidades Negras (PCN), y regionales, como la Coalición por los Derechos Territoriales y Ambientales de los Pueblos Afrodescendientes de América Latina y el Caribe. Además, el pasado miércoles se consolidó un bloque de 16 países de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que apoyarán la propuesta, dentro de los que se encuentran Brasil, México, Uruguay y Bolivia. ¿Lograrán el apoyo de los 180 países restantes para su aprobación?
Un reconocimiento pendiente
Cuando se creó el CDB, en 1992, el objetivo que tenía en mente la Organización de Naciones Unidas (ONU) era “la conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos”, como se lee en ese documento.
En ese momento, las discusiones giraban en torno a cómo garantizar la participación de comunidades organizadas y que habitaran en puntos clave para la biodiversidad, como las zonas rurales. En el texto se reconoció que los países, además de contar con un sistema de áreas protegidas, respetarían y tomarían decisiones para preservar los conocimientos y prácticas de “las comunidades indígenas y locales que entrañen estilos tradicionales de vida pertinentes para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica”.
El problema, señala Jhon Antón Sánchez, docente del Instituto de Altos Estudios Nacionales de Ecuador (IAEM) y miembro del Movimiento Social Afrodescendiente de las Américas, “es que en ese momento no se hablaba de pueblos afrodescendientes”. Lo más cercano a una mención a estas comunidades se había dado en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1989, en el que se reconocieron los derechos de “pueblos indígenas y tribales”.
“En Colombia se asumió que pueblos tribales se refería a los afrodescendientes”, explica Johana Herrera Arango, ecóloga y directora del Observatorio de Territorios Étnicos y Campesinos (OTEC), de la Universidad Javeriana. Por eso, desde la Constitución de 1991 y en leyes que surgieron a raíz de esta, en el país existe un reconocimiento de los derechos de pueblos afro, así como la posibilidad de que sean propietarios colectivos de la tierra.
Sin embargo, han pasado más de 30 años sin que se plantee en alguna de las Conferencias de las Partes (COP) la posibilidad de incluirlos. “El convenio de la diversidad biológica no contempló a los afrodescendientes como protectores de la biodiversidad”, dice Sánchez. Esto implica que durante ese tiempo no han participado en la construcción de las metas ni en las negociaciones sobre la distribución de los beneficios de diversidad biológica.
“Detrás de esto hay discriminación y sesgo racial”, apunta Arango. En América Latina, a pesar de que hay presencia de población afrodescendiente en toda la región, solo se empezó a reunir información de esta a través de los censos en los últimos años. Por ejemplo, “en República Dominicana, que es un país con población mayoritariamente afro, todavía no existe una pregunta en su censo sobre el reconocimiento étnico”, complementa la investigadora.
Pueblos afro y conservación de la biodiversidad
Sánchez, quien también hace parte de la coalición de organizaciones afro que han impulsado llevar esta propuesta a la COP16, dice que lograr este reconocimiento generaría dos cambios fundamentales en el CBD. “Primero, que se nos tenga en cuenta como actores importantes en la conservación de la biodiversidad. Segundo, que se nos permita tener beneficios del manejo de los recursos financieros que las naciones destinan para el mantenimiento de la biodiversidad”.
Su rol en la conservación de la biodiversidad es clave por varias razones. Como señala el primer Atlas Afrodescendiente, presentado el pasado martes, las poblaciones afro que habitan en zonas rurales suelen estar ubicadas en “puntos calientes de biodiversidad”, que son lugares con una alta diversidad biológica, pero que se encuentran amenazados por el cambio climático y las actividades humanas. Por ejemplo, en Chocó, una de las regiones más biodiversas del mundo, hay amenazas por el incremento en el nivel del mar, el aumento de la temperatura y las sequías.
“Tenemos una cosmovisión caracterizada por su relación estrecha con el medio ambiente y con la naturaleza”, afirma Sánchez. Esto coincide con lo que el CDB llama estilos tradicionales de vida que son pertinentes para la conservación de la naturaleza. Parte de lo que buscarán en la COP16 es que se reconozca que, hasta ahora, los pueblos afro han cumplido una labor de conservación de los territorios en los que habitan.
Sin embargo, ese reconocimiento “debe ir más allá”, advierte Arango. Los territorios afrodescendientes también enfrentan problemáticas como la pobreza extrema, el acceso a servicios básicos y la falta de reconocimiento de la propiedad colectiva de la tierra. “Mantener nuestras costumbres pertinentes para la conservación implica que mitiguemos los problemas que tenemos como pueblos”, reclama Sánchez.
Colombia es el país de Latinoamérica con más hectáreas (ha) de tierra tituladas a comunidades afro (cinco millones de ha). Sin embargo, “ese solo es un primer paso en el reconocimiento de sus derechos”, dice Arango. Acceder a recursos y participar en la definición de los mecanismos de conservación que se implementarán para lograr las metas del Marco Global Kunming-Montreal es parte de ese primer paso.
Después, señalan los dos investigadores, la idea es que se reconozcan sus conocimientos tradicionales en asuntos como el uso de la biodiversidad genética. Para materializar esa propuesta, deberán conseguir un “sí” de los 196 países que asistirán a la COP16. Lograr el apoyo de 16 países de la OEA fue una tarea difícil, por lo que habrá que esperar cómo se dan las negociaciones para incluir a los 180 restantes.
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