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Las Sesiones Especiales de Emergencia suelen ser convocadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), típicamente, para abordar guerras, conflictos crecientes o desastres. Sin embargo, este miércoles, durante la COP16, el enviado especial de la ONU para el océano, el embajador Peter Thomson, convocó una para unos animales aún poco conocidos, pero fundamentales: los arrecifes de coral.
¿Los motivos? Los corales se enfrentan al blanqueamiento masivo más extremo y extendido del que se tiene registro. En palabras del Embajador Thomson, “nos aproximamos al colapso de un ecosistema entero en la Tierra. Se trata del peor evento de blanqueamiento de coral en la historia de la humanidad y estamos llegando al punto de inflexión”, dijo.
El blanqueamiento es producto del estrés causado por olas de calor largas e intensas, debido al aumento de temperatura del agua. A medida que los océanos se calientan, los eventos de blanqueamiento masivo se vuelven más comunes y letales. En palabras sencillas, el blanqueamiento ocurre cuando los corales pierden unas algas muy especiales vinculadas a ellos, las zooxantelas, que les proveen cerca del 85% de su alimento. Ante las altas temperaturas, las algas salen del organismo y el esqueleto del corlalr se vuelve visible. Entonces, el coral entra en un estado de “hambruna total” y se vuelve más susceptible a enfermedades y a la muerte.
Mientras el mundo se enfrenta a una pérdida en cascada de la biodiversidad, y un millón de especies están en riesgo de extinción, los arrecifes de coral se encuentran en la “primera línea” de la crisis. Aunque estos ecosistemas cubren menos del 1 % del fondo marino, resguardan alrededor del 25 % de las especies marinas conocidas. Además, más de mil millones de personas dependen de ellos para alimentarse, proteger sus costas, realizar sus prácticas culturales y desarrollar actividades económicas. Perderlos implicaría, también, perder todos esos servicios ecosistémicos.
Hasta ahora, el panorama es preocupante. El reporte más reciente de la Red Global de Monitoreo de Arrecifes de Coral (que genera información científica sobre el estado y tendencias de estos ecosistemas en el mundo) detalló que, entre 2009 y 2018, el mundo perdió el 14% de los corales en sus arrecifes. Aunque el dato parece “pequeño”, en realidad equivale a un área más grande que la Gran Barrera de Coral en Australia, esa enorme cadena de corales que cubren 2.600 kilómetros y el único ser vivo que se puede observar desde el espacio.
“Me cuesta imaginarme un mundo sin corales, pero estoy viéndolo acercarse rápidamente”, insistió Thomson. “Estarán en los acuarios, o habrá algunos vestigios de sobrevivientes, pero ya no serán como los conocemos”, dijo. Con la mirada más optimista del Acuerdo de París, en la que se busca que la temperatura del planeta no aumente más de 1,5° C para final de siglo, entre el 70% y 90% de los arrecifes habrían desaparecido.
Las personas que estudian los corales suelen tener un mapa que consultan confianza y, cada vez, con mayor preocupación. Fue desarrollado por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), en alianza con la Iniciativa Internacional para los Arrecifes de Coral (ICRI, por sus siglas en inglés) y muestra el calor extra en la temperatura del agua, actualizándose casi diariamente. Basta darle una mirada al que acompaña esta nota para entender los motivos de alarma.
Los colores rojos y morados señalan los sitios en donde los corales están con altos niveles de alerta por blanqueamiento. Como aseguró Margaux Monfared, de ICRI, el año pasado fue crítico, se presentaron temperaturas del agua récord, y este tiene pinta de ser peor. “Me duele anunciar que la mayor parte de arrecifes en las islas del Caribe están en el mayor nivel de alerta, presentando un estrés sin precedentes y con un potencial de mortalidad catastrófico”, afirmó. En sus palabras, la evidencia es innegable, y se necesitan acciones inmediatas y decisivas para evitar el colapso funcional de los arrecifes.
Por eso, durante la Sesión Especial de Emergencia, científicos, líderes de la ONU y delegados de estados costeros hicieron un llamado urgente: intensificar los esfuerzos para proteger a los arrecifes y aumentar el financiamiento destinado a programas para mantener su existencia funcional.
Previendo la crisis que se avecinaba, hace cuatro años se creó el Fondo Global de Arrecifes de Coral, que es administrado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), pero que recibe fondos de sector privado y Gobiernos.
Como explica Pierre Bardoux, director de ese fondo, la ONU desarrolló ese mecanismo financiero para hacer frente a la crisis, con apoyo de Estados miembros, filantropía e inversores. “Para desarrollar los programas con esos recursos elegimos los arrecifes más resilientes, esos que han mostrado una capacidad para sobrevivir ante el aumento de las temperaturas causadas por la emisión de gases contaminantes”, explicó. Pero, agregó, estos ecosistemas también se enfrentan a otras amenazas locales.
Muchos de los problemas que enfrentan los corales vienen de la tierra. Aguas contaminadas, desechos, sedimentación, pesca excesiva y destructiva. Por eso, los proyectos del fondo están dedicados a llevar soluciones a comunidades locales y ayudar a remover esos otros “estresores”. Aunque establecieron una meta para movilizar US$ 12 mil millones, hasta el momento solo se han recibido US$ 13 millones, es decir, el 0,1%.
“Estamos lejos de las metas que pusimos. Conocemos el problema, tenemos mecanismos para hacerle frente, creamos un portafolio de proyectos en arrecifes que creemos que podemos proteger, pero nos hace falta financiamiento”, insistió Bardoux. “Cumplir con los objetivos del Marco Global de Biodiversidad requiere acciones urgentes y audaces”, aseguró por su parte Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA. “Los arrecifes de coral son la piedra angular de la biodiversidad marina, y sin una inversión rápida a través del GFCR, enfrentamos una pérdida irreversible”.
Thomson, enviado especial de la ONU para el Océano, hace énfasis en la causa principal, el calentamiento del planeta. “Mi primera respuesta sería: dejen de quemar combustibles fósiles. Parece que no se hubiera dicho lo suficiente. La humanidad es adicta al petróleo, y esa es la principal causa de los problemas de los corales”, afirmó.
El último informe de Parques Cómo Vamos, lanzado en la COP16, muestra que en Colombia también hay razones para inquietarse. De las tres áreas de Parques Nacionales Naturales monitoreadas para este fenómeno, el Santuario de Flora y Fauna de Malpelo, en el Pacífico, presentó casi la totalidad de sus especies de coral blanqueadas. En el mar Caribe también hay casos que preocupan. En el Parque Old Providence Mc Bean Lagoon, en la isla de Providencia, se detectó blanqueamiento entre el 70 y el 100% de las especies Orbicella faveolata y Orbicella annularis.
Margaux Monfared, de ICRI, mantiene la esperanza. “Estamos en una coyuntura crucial y la evidencia es innegable. Necesitamos acciones inmediatas y decisivas. Pero aún tenemos una ventana de oportunidad para generar un futuro con arrecifes saludables. El tiempo para actuar es ahora”.
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