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Una de las reflexiones, y tal vez la más importante, es que la conservación de nuestra biodiversidad es una responsabilidad de todos: el Estado, la sociedad, los sectores productivos, la academia, entre otros. De esta manera, es pertinente señalar que no es solo una responsabilidad de quien hoy tenga la competencia normativa, sino, por el contrario, de una efectiva y coherente concurrencia de acciones y decisiones que propendan por el cuidado y manejo de nuestro patrimonio ambiental.
Adicionalmente, es necesario señalar que, para lograr la conservación y/o uso sostenible de nuestra biodiversidad, se necesita recobrar la confianza entre todos los actores que intervienen en el proceso. La confianza entre todos y cada uno de los actores en el territorio es estructural y definitiva. Aquí no se trata de buenos o malos; se trata de que entendamos que es entre todos que logramos conservar y proteger nuestra biodiversidad.
Asegurar que en cada proceso en el que se involucre el uso de nuestro patrimonio ambiental se tenga en cuenta los actores en el territorio, se dialogue, se planee, se construya, se ejecute y se llegue a acuerdos amparados siempre en un rigor técnico, entendido este no como algo por cumplir, sino, por el contrario, en el centro y fundamento de las decisiones.
Ahora bien, es importante destacar que nuestra responsabilidad como sociedad es entender que debemos revisar integralmente los modelos de consumo y, a la vez, incorporar en el modelo de desarrollo la biodiversidad como el centro de la vida, y no como un objeto que se puede mover, correr, quitar o ajustar a nuestras necesidades. Es, definitivamente, lo contrario: son nuestras necesidades en el uso del territorio las que debemos ajustar al cuidado de nuestra biodiversidad y recursos naturales.
También, hay que señalar que la movilización de recursos para la conservación es y será insuficiente si no logramos involucrar principios claros de corresponsabilidad, es decir, que todos los actores que intervienen conozcan cuál es su papel en su implementación. No solo basta con lograr cifras concretas, sino lograr soluciones estructurales, reales y ciertas, en donde la eficiencia en la ejecución de los recursos sea lo fundamental y en donde la sociedad en su conjunto sepa cómo y de qué manera se ejecutaron dichos recursos, y a la vez se conozcan los compromisos adquiridos por los beneficiarios de los mismos.
Es importante enfatizar en este punto que, si no logramos que los recursos alcanzados muestren respuestas claras de conservación y restauración, los recursos que se ejecuten siempre serán insuficientes y no pasarán de ser temporales y transitorios.
Se debe asegurar, entonces, que todo lo conseguido cumpla con su expectativa y realmente se convierta en el motor de la transformación de las actividades económicas que hoy por hoy afectan nuestra biodiversidad y a la vez se asegure una efectiva y concertada transición de modelos productivos insostenibles que han contribuido con la degradación de nuestros recursos.
La COP16 nos deja, grandes retos como país. Uno de ellos es trabajar en equipo y reconocer que todo esfuerzo, por pequeño que sea, es válido e importante. También, lograr que, en el marco de un gran acuerdo nacional vinculante e incluyente, se adopte e implemente el Plan Nacional de Acción de Biodiversidad al 2030.
Adicionalmente, definir agendas comunes y concretas como, por ejemplo, Parques Nacionales Naturales de Colombia: cero deforestaciones en el año 2030. Acordar, junto con el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, una agenda común que permita resolver temas como incentivos negativos y a la vez cómo transformar dicha actividad en la mejor aliada de la conservación. Definir una agenda de investigación con el Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación, que tenga como punto central el cambio climático y adaptación al cambio climático y los efectos del mismo en nuestra biodiversidad, que analice junto a instituciones como el Instituto Sinchi y/o la academia temas sobre biotecnología, entre otros. Proponer metas claras en el uso y monitoreo de nuestros ecosistemas marinos y costeros junto con el Invemar debe ser un propósito. Acordar entre todos un sistema de seguimiento y monitoreo que permita saber a la sociedad en su conjunto cuáles acuerdos se están cumpliendo o no.
Finalmente, y por qué no proponerlo, discutir y crear en lo posible un nuevo Sistema Nacional de Parques Nacionales Naturales de Colombia, que asegure la gobernanza y el cuidado de nuestras áreas protegidas, como por ejemplo el PNN de Chiribiquete.
Mucho por hacer, pero es el camino. ¡Qué gran evento y cuántas enseñanzas nos deja!
*Director de Parques Cómo Vamos
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