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“El problema para cuidar la biodiversidad no es de plata”

Marcos Neto es el Secretario General Adjunto de la ONU y hace poco estuvo en Colombia, donde se reunió con la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, para saber cómo avanzan los preparativos para la COP16. En entrevista con El Espectador, dice que en la eterna discusión sobre plata para proteger la biodiversidad, hay unos elementos que se están omitiendo en el debate.

César Giraldo Zuluaga
13 de agosto de 2024 - 12:00 p. m.
El brasileño Marcos Neto es el Secretario General Adjunto de la ONU y  Administrador Adjunto del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El brasileño Marcos Neto es el Secretario General Adjunto de la ONU y Administrador Adjunto del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Foto: Ministerio de Ambiente
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Hace unos meses, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reportó que, con corte a este año, solo el 17 % de las 169 metas que contienen los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) están en camino a cumplirse. Siendo realistas, dice Marcos Neto, Secretario General Adjunto de la ONU, el mundo no logrará cumplir con el 100 % de los objetivos para 2030, el marco que se fijó para estas metas que buscan “lograr un futuro mejor y más sostenible para todos”.

A pesar de que otros planes a nivel global similares a los ODS, como las Metas Aichi, que buscaron detener la pérdida de biodiversidad, fracasaron de manera rotunda, a Neto le parece valiosa la existencia de estos acuerdos, “pues genera un proceso de diálogo y fuerza a que la sociedad discuta estos temas”. Sin embargo, advierte en que no se puede ser ingenuos: no cumplirlos genera descrédito.

Este año, por cuenta de la COP16 que se desarrollará en Cali entre el 21 de octubre y el 1º de noviembre, la discusión sobre la capacidad para cumplir metas globales se volvió a encender. En la capital del Valle del Cauca, representantes de 196 países se darán cita para evaluar si los planes que propone cada uno de los Estados se alinean con las 23 metas que se acordaron hace dos años y que buscan detener y revertir la pérdida de biodiversidad para 2030.

Hace unas semanas, Neto, quien también se desempeña como Director de Políticas y Apoyo a Programas (BPPS) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), estuvo en el país para abordar este y otros temas junto a la ministra de Ambiente y presidenta de la COP16, Susana Muhamad. En entrevista con El Espectador, explica qué debe pasar para que el financiamiento en temas climáticos se acelere.

Estuvo reunido con la ministra de Ambiente. ¿Qué temas se trataron en el encuentro? ¿Van a brindar algún tipo de apoyo en la organización?

Nosotros, como PNUD, ya estamos ayudando al gobierno. Tenemos gente nuestra trabajando dentro de Cancillería, trabajamos muy cerca con la ministra, pero el gobierno tiene bajo control la parte de la logística.

Sí vamos a ayudar en lo que sea posible dentro de la parte de contenidos. Hablamos mucho de cómo poder discutir y organizar el día de finanzas, que va a ser el 28 de octubre. A nosotros como PNUD también nos interesa mucho y tenemos una experiencia en la integración de las cosas. O sea, dar una mirada a la COP de biodiversidad de manera conjunta a la COP de clima, a la COP de desertificación que será en diciembre. Y también mirar toda esta agenda que tradicionalmente se dice ambiental, pero la verdad es que ya no se puede separar el ambiental, de lo social y del desarrollo económico.

Ahí regresamos al desarrollo sostenible. El concepto original del informe de Brandt en 1987 y que está muy bien representado en la distribución de los 17 ODS. Entonces, con la ministra hablamos mucho de esa integración. De la necesidad de conectar las tres COP, pero también conectar con desigualdad, con pobreza, con los ODS de una manera más grande.

Las COP suelen ser espacios en los que distintas organizaciones publican informes o reportes. ¿Qué va a presentar el PNUD?

Va a haber una serie de informes que nosotros vamos a lanzar muy cercanos al tema de la COP16, pero más específicamente al tema de finanzas. Nosotros, como PNUD, tenemos un proyecto que tiene más de diez años, que opera en Colombia y en cientos de países que se llama Financiamiento para la Biodiversidad: Biofin.

Es una década de trabajo que empezó cuando casi nadie hablaba a nivel mundial sobre qué significa financiar biodiversidad y cómo hacerlo. Nosotros ya estábamos pensando cómo analizar un presupuesto de un país y leer cómo la locación de recursos avanza en los temas de biodiversidad y también, aún, cómo puede ser perjudicial para la biodiversidad.

Entonces, vamos a tener una presencia fuerte, con todo el legado y la historia de Biofin. Además, presentaremos otros trabajos que nosotros hemos iniciado a nivel de estrategias financieras, como el marco de finanzas nacionales, que tenemos aquí en Colombia también, trabajando en toda la parte de “casar” financiamiento para ODS, con financiamiento para clima y con financiamiento para biodiversidad.

Hablando de financiamiento, este es uno de los temas que siempre suele generar tensiones en las COP. ¿Cuál es el panorama actual de la financiación para temas de biodiversidad?

Hay un problema, no vamos a poder decirlo de otra manera, en los flujos de financiamiento, sea para biodiversidad, para clima o para los ODS.

El protocolo de Kunming-Montreal pone una meta de 200.000 millones de dólares por año. Estamos muy lejos de esa meta. No nos olvidemos que el Acuerdo de París puso una meta de 100.000 millones de dólares que, a decir verdad, parece que se logró por primera vez solo hasta el año pasado. Sin el financiamiento, las ambiciones para lograr (las metas) son complicadas.

Ahora, ¿cuál es el problema de verdad? El problema no es que no existe plata. Toda la riqueza del mundo hoy son unos 463 trillones de dólares. Entonces, hablando de que la brecha de financiación de biodiversidad son 200.000 millones de dólares por año, estamos hablando de un porcentaje mínimo de la riqueza que existe en el mundo.

El problema es que la plata no fluye a los temas de biodiversidad y, cuando fluye, se queda en los países desarrollados, porque allá la percepción de riesgo es menor.

¿Por qué el riesgo es importante? Porque la pregunta es quién tiene esta plata. No son los gobiernos los que tienen esta plata, es el sector privado. Entonces, la conversación que tenemos que dar es cómo hacer para que los recursos sean puestos en los temas y países necesarios.

Pero además de la percepción del riesgo, a veces los recursos no llegan porque (el sector privado) no entiende la oportunidad de negocio y otras veces porque existe una cierta dificultad en muchos países en tener proyectos que estén listos para absorber capital.

Ahí tienes varios cuellos de botellas para atraer este capital. Ahora, el capital privado no puede ser visto como un sustituto de la finanza pública. Tiene que ir como una capa de una cebolla, más afuera del centro, que es la relación histórica que los países desarrollados tienen que apoyar a los países en vía de desarrollo.

¿Cómo ir resolviendo esos cuellos de botella que menciona?

Esta es una discusión que ya lleva años. Por ejemplo, en el G20 hay toda una discusión que ya lleva tres años sobre la reforma de las bancas multilaterales para que puedan jugar un rol más estratégico en el proceso de apalancamiento del sector privado.

También hay conversaciones específicas de procesos de definición. Por ejemplo, hoy no existe una definición de lo que es financiamiento climático, toda una cuestión que es muy importante para Colombia y para los países en vías de desarrollo.

Pese a que hay varios cuellos de botella y se están buscando soluciones, que en muchos casos ya existen, son necesarias y se van a seguir teniendo. Pero el verdadero problema es de voluntad política.

Es un problema que, desafortunadamente, tiene que ser tratado hoy por la urgencia, pero en un momento mundial complicado, con guerras regionales, con tensiones geopolíticas, con una polarización muy grande en casi todas las sociedades, donde se pone muy difícil que un gobierno en un país desarrollado que quiera invertir en un país en vías de desarrollo, tiene que buscar una justificativa para darle a su sociedad.

Varios científicos han señalado que si bien la conversación sobre el financiamiento es importante, también deberíamos empezar a hablar de los cambios en los patrones de consumo, por ejemplo.

Ahí tenemos el ODS-12: está dedicado a los cambios de los modelos de producción y consumo. Entonces, la agenda está sobre la mesa. Sabemos que si los ciudadanos de mi país, Brasil, quieren consumir de la misma manera que los norteamericanos consumen, va a generar un problema. Y lo mismo pasa con poblaciones jóvenes en el continente africano. Pero, ¿cómo le dices a estas poblaciones que están mirando las redes sociales todos los días y que quisieran hacer eso?

Para que funcione, esto no puede ser visto como una punición a las sociedades desarrolladas, en función de las sociedades en vías de desarrollo. Esto tiene que ser visto como un compacto, como un acuerdo global.

Y hay maneras. Nosotros como PNUD tenemos mucha experiencia en trabajar la economía circular y hay muchas oportunidades de que los gobiernos trabajen en temas de regulación y legislación, que hagan que la economía circular sean más obligatorios.

Para terminar con este tema, pienso que es un cambio de cultura de largo plazo, donde las redes sociales y todo lo que tenemos hoy no ayudan. Este proceso de cambio de patrones de consumo debería empezar en las escuelas. Se debe enseñar a nuestros niños desde pequeños, ¿qué significa este tipo de consumos? Para que, a lo largo de los años, no tengan aspiraciones que no son compatibles con las capacidades que el planeta tiene.

Además de que el contexto mundial no es el más favorable para estos temas a nivel mundial, el cumplimiento de las metas que se han establecido no es el mejor. Hace poco la ONU señalaba que se alcanzarán muy poco de los ODS y una historia similar fue la de las metas Aichi. ¿Cómo hacer para que las metas del marco de Kunming-Montreal no repitan esta misma historia?

Es verdad, nosotros llevamos solo el 17 % de las metas del ODS en buen camino. Uno tiene que tomar en consideración que cuando fueron creadas no se pensaba que iba a haber una pandemia mundial, que iban a explotar guerras regionales y que íbamos a tener procesos de polarización.

No estoy dando una excusa de por qué la sociedad global está tan retrasada. Pero no se puede olvidar de que esas cosas pasaron y pasan. Realistamente hablando, vamos a apresurar los procesos, a dar toda la fuerza que tenemos para que no terminemos 2030 solo con 17%. Pero siendo realistas no vamos a terminar con el 100 %.

Pero las metas tienen otro valor. Si no existieran esas metas, tú no me harías esta pregunta. La simple existencia de esas metas es un proceso de diálogo y fuerza un proceso en el que la sociedad discute estos temas.

El proceso funciona más allá de que se deban lograr las metas, aunque no seamos ingenuos, hay que lograr las metas, si no se cae en algún momento y hay un descrédito muy grande.

Hay numerosos estudios que muestran como la financiación climática, por ejemplo, no termina llegando a las comunidades indígenas de la Amazonia. ¿Cómo hacer para que la financiación termine llegando realmente a quienes están cuidando los ecosistemas?

Ahí me siento muy confortable en darte una respuesta, porque nosotros como PNUD manejamos quizás la más grande plataforma del mundo que pone cantidades pequeñas de dinero en las manos de las comunidades. Es un programa que tiene 30 años, el Small Grants Program, en asocio con el Global Environmental Facility (GEF), que y pone pequeños montos de dinero (5, 7 o 10.000 dólares) en una comunidad indígena. Entonces, hay mecanismos que funcionan, pero la escala tiene que ser mucho más grande de lo que es hoy.

Pero también es fundamental que los países para la COP30, que va a ser en la Amazonía, abran los brazos a las poblaciones indígenas, riberiñas, vulnerables, a mujeres y jóvenes, y que en el proceso de diseño de la próxima ronda de las contribuciones nacionales determinadas (NDC, por sus siglas) y tengan su voz

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