Es posible una nueva economía
En la naturaleza están las oportunidades de una nueva economía. La protección de la biodiversidad debe ir en beneficio de nuestro país.
Hay dos preguntas que nos rondan a muchos colombianos, y que usualmente no sabemos cómo responder. Dos preguntas que parecen no estar relacionadas, pero que tienen mucho que ver, y que, además, pueden resolverse con una misma respuesta: la biodiversidad.
La primera pregunta tiene que ver con nuestra identidad. ¿Qué identifica a los colombianos? ¿Cómo podemos sobresalir en el mundo más allá de los estereotipos del narcotráfico y el conflicto? Los estragos de la guerra, la desigualdad y la polarización nos han dejado sin una identidad propia, y con un sinsabor colectivo que se vuelve una barrera para construir nación y sociedad. Pero para muchos que asistieron a la COP16 la semana pasada, este sinsabor empieza a saber. Más personas empezamos a reconocer que Colombia es biodiversidad y se hace potente con la biodiversidad. Somos el país de las aves, las mariposas, las orquídeas, las comunidades afro, indígenas y campesinas. Somos diversidad. Y quizás a través de esta palabra podamos empezar a reencontrarnos entre nosotros, y a darle valor a la naturaleza extensa y diversa que nos acompaña día a día, como en ningún otro país del mundo.
La segunda pregunta tiene que ver con cómo generamos oportunidades económicas en Colombia. Empleo, ingresos, emprendimientos. Estas son las preocupaciones del día a día de los colombianos. Y por eso, cuando todo un país y todo un planeta está hablando sobre biodiversidad, tenemos que preguntarnos cómo construir oportunidades a partir de ella. Si en Colombia la riqueza que tenemos es el capital natural, ¿cómo lo protegemos y aprovechamos, en vez de extraerlo y acabarlo? Así como los banqueros cuidan su capital financiero, nosotros debemos cuidar nuestro capital natural. Primero, porque sin naturaleza no hay economía (una idea sencilla pero que pareciéramos no entender… pero pensemos ¿qué economía existiría sin minerales, tierra o agua?). Y segundo, porque en la naturaleza están las oportunidades de una nueva economía. En la flora, la fauna y la funga, hay enormes oportunidades para construir una industria propia de medicamentos, alimentos, cosméticos, turismo y mucho más.
Decimos industria propia, porque un reto que tenemos es que la biodiversidad genere oportunidades para nuestras comunidades, nuestros territorios y nuestras empresas. Es decir, la protección de la biodiversidad debe ir en beneficio de nuestro país y de quienes la cuidan. No debería quedarse en manos de las multinacionales extranjeras.
En la COP16 se dio un avance con el Fondo Cali, pero no es suficiente, pues también se necesitan apuestas nacionales. Para aprovechar estas oportunidades, necesitamos una apuesta común (de esas que son poco usuales en Colombia, pero que la COP16 nos demostró que son posibles): una apuesta en la que conjuntamente las empresas asuman el riesgo de la inversión, el gobierno otorgue incentivos a la investigación y al desarrollo, y la academia facilite la generación y el redescubrimiento del conocimiento. Una apuesta colectiva en la que las comunidades sean guardianas y veedoras de la naturaleza, los consumidores les apuesten a productos locales y con propósito (en vez de a productos ajenos que nos vacían), y en la que cada persona recuerde que somos naturaleza, y que es posible crear una nueva economía.
Esta nueva economía, requiere nuevas relaciones, y requiere poner en el centro a la naturaleza y a la biodiversidad, no para extraerla, sino para exaltarla, y para construir desde ahí, el país y las oportunidades que quizás, siempre han estado a la vuelta de la esquina (o en nuestro bosque más próximo).
*Esta columna fue escrita por Allison Benson a partir de un diálogo de saberes diversos en el que participaron: Sandra Vilardy. Bióloga Marina y Doctora en Ecología, ex viceministra de Ambiente y Profesora Universidad de Los Andes; Hernando García, Biólogo, científico y Director del Instituto Humbolt; Paola Andrea Quiñonez, lideresa ambiental caleña y defensora de los derechos humanos, de la mujer y el territorio; Wendy Arenas, emprendedora y científica social, Directora de Alisos; y Juliana Serrano, Ilustradora y diseñadora, directora de Amazinkstudio.
🌳 📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre el ambiente? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🐝🦜
Hay dos preguntas que nos rondan a muchos colombianos, y que usualmente no sabemos cómo responder. Dos preguntas que parecen no estar relacionadas, pero que tienen mucho que ver, y que, además, pueden resolverse con una misma respuesta: la biodiversidad.
La primera pregunta tiene que ver con nuestra identidad. ¿Qué identifica a los colombianos? ¿Cómo podemos sobresalir en el mundo más allá de los estereotipos del narcotráfico y el conflicto? Los estragos de la guerra, la desigualdad y la polarización nos han dejado sin una identidad propia, y con un sinsabor colectivo que se vuelve una barrera para construir nación y sociedad. Pero para muchos que asistieron a la COP16 la semana pasada, este sinsabor empieza a saber. Más personas empezamos a reconocer que Colombia es biodiversidad y se hace potente con la biodiversidad. Somos el país de las aves, las mariposas, las orquídeas, las comunidades afro, indígenas y campesinas. Somos diversidad. Y quizás a través de esta palabra podamos empezar a reencontrarnos entre nosotros, y a darle valor a la naturaleza extensa y diversa que nos acompaña día a día, como en ningún otro país del mundo.
La segunda pregunta tiene que ver con cómo generamos oportunidades económicas en Colombia. Empleo, ingresos, emprendimientos. Estas son las preocupaciones del día a día de los colombianos. Y por eso, cuando todo un país y todo un planeta está hablando sobre biodiversidad, tenemos que preguntarnos cómo construir oportunidades a partir de ella. Si en Colombia la riqueza que tenemos es el capital natural, ¿cómo lo protegemos y aprovechamos, en vez de extraerlo y acabarlo? Así como los banqueros cuidan su capital financiero, nosotros debemos cuidar nuestro capital natural. Primero, porque sin naturaleza no hay economía (una idea sencilla pero que pareciéramos no entender… pero pensemos ¿qué economía existiría sin minerales, tierra o agua?). Y segundo, porque en la naturaleza están las oportunidades de una nueva economía. En la flora, la fauna y la funga, hay enormes oportunidades para construir una industria propia de medicamentos, alimentos, cosméticos, turismo y mucho más.
Decimos industria propia, porque un reto que tenemos es que la biodiversidad genere oportunidades para nuestras comunidades, nuestros territorios y nuestras empresas. Es decir, la protección de la biodiversidad debe ir en beneficio de nuestro país y de quienes la cuidan. No debería quedarse en manos de las multinacionales extranjeras.
En la COP16 se dio un avance con el Fondo Cali, pero no es suficiente, pues también se necesitan apuestas nacionales. Para aprovechar estas oportunidades, necesitamos una apuesta común (de esas que son poco usuales en Colombia, pero que la COP16 nos demostró que son posibles): una apuesta en la que conjuntamente las empresas asuman el riesgo de la inversión, el gobierno otorgue incentivos a la investigación y al desarrollo, y la academia facilite la generación y el redescubrimiento del conocimiento. Una apuesta colectiva en la que las comunidades sean guardianas y veedoras de la naturaleza, los consumidores les apuesten a productos locales y con propósito (en vez de a productos ajenos que nos vacían), y en la que cada persona recuerde que somos naturaleza, y que es posible crear una nueva economía.
Esta nueva economía, requiere nuevas relaciones, y requiere poner en el centro a la naturaleza y a la biodiversidad, no para extraerla, sino para exaltarla, y para construir desde ahí, el país y las oportunidades que quizás, siempre han estado a la vuelta de la esquina (o en nuestro bosque más próximo).
*Esta columna fue escrita por Allison Benson a partir de un diálogo de saberes diversos en el que participaron: Sandra Vilardy. Bióloga Marina y Doctora en Ecología, ex viceministra de Ambiente y Profesora Universidad de Los Andes; Hernando García, Biólogo, científico y Director del Instituto Humbolt; Paola Andrea Quiñonez, lideresa ambiental caleña y defensora de los derechos humanos, de la mujer y el territorio; Wendy Arenas, emprendedora y científica social, Directora de Alisos; y Juliana Serrano, Ilustradora y diseñadora, directora de Amazinkstudio.
🌳 📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre el ambiente? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🐝🦜