“La violencia contra las defensoras ambientales es alarmante”: ONU Mujeres
El papel de las defensoras del medio ambiente en el cuidado de la biodiversidad, su seguridad en un país como Colombia, y por qué hablar de género es necesario si queremos discutir soluciones frente al cambio climático son algunos de los temas que ONU Mujeres quiere visibilizar durante la COP16. El Espectador habló al respecto con Maria-Noel Vaeza, Directora Regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres.
Luisa Fernanda Orozco
Mientras usted lee este artículo, seguramente hay alguna defensora ambiental en Colombia que teme por su seguridad. De hecho, y por segundo año consecutivo, nuestro país fue el territorio con mayor número de homicidios a líderes ambientales en todo el mundo: con un total de 79 casos, 12 fueron mujeres durante 2023, según cifras de la organización Global Witness.
Esta amenaza no es nueva. Tampoco lo son las vulnerabilidades específicas a las que están expuestas las mujeres que ejercen ese liderazgo. Incluso, como lo mencionamos anteriormente en estas páginas, varias organizaciones están llevando a la mesa de discusión del evento de biodiversidad más importante del mundo, la COP16 que tiene lugar en Cali, algunos puntos clave para atender esta problemática: más garantías para la seguridad de las defensoras, mayor participación política a nivel regional y nacional, y que se tenga en cuenta cómo el cambio climático afecta de manera particular a mujeres y niñas.
Hablamos con Maria-Noel Vaeza, Directora Regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres, y ella, en sus palabras, corrobora la preocupación: “El aumento de feminicidios, amenazas y violencia contra las mujeres defensoras de los derechos humanos en temas ambientales, particularmente mujeres indígenas, es alarmante”, explica.
Para respaldar su afirmación, la directora recordó un informe publicado por la organización Front Line Defenders en mayo de este año, en el que se informa que, durante 2023, al menos 300 defensores y defensoras de derechos humanos fueron asesinados en todo el mundo, entre ellos 49 mujeres, y el 79 % de los casos ocurrieron en las Américas.
Antes de incorporarse en la dirección regional de ese organismo en 2019, Vaeza ocupó diversas posiciones en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay y fue Directora Regional de la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS, por sus siglas en inglés) para América Latina y el Caribe.
El Espectador habló con Vaeza sobre algunos de los temas a los que esa oficina les está dando protagonismo en su participación de la COP16: la importancia de las mujeres en el cuidado de biodiversidad mundial, por qué es importante hablar de género cuando discutimos soluciones al cambio climático, y un programa que ONU Mujeres está implementando en el Cauca y Magdalena Medio para fortalecer a más de 700 lideresas ambientales.
Primero, para dimensionar el problema al que nos enfrentamos, ¿por qué el cambio climático afecta de manera particular a las mujeres y niñas en todo el mundo?
El cambio climático y la pérdida de biodiversidad están interrelacionados de manera compleja y se refuerzan mutuamente, lo que crea un ciclo de degradación ambiental que impacta en mayor medida a las mujeres y las niñas. Esta problemática podría dejar a 158 millones más de mujeres y niñas en la pobreza en todo el planeta para el año 2050. Además, para el mismo año, la inseguridad alimentaria que deriva de la crisis climática podría afectar a 236 millones más de mujeres y niñas en todo el planeta.
Las alteraciones a los ecosistemas, el aumento de eventos climáticos extremos y el impacto en los medios de vida son algunas de las consecuencias de esta interrelación, a la que también se debe sumar la degradación de la Tierra. Aunque todos estos impactos afectan de una u otra manera a todas las personas, las mujeres los experimentan en forma desmesurada por las condiciones históricas de desigualdad, vulnerabilidad y desventaja en las que aún se encuentran.
Paralelamente a esa degradación ambiental que vivimos en todo el mundo, las mujeres han jugado un rol clave en la preservación y restauración de los ecosistemas. ¿Cómo podemos dimensionar esa relación?
Las mujeres han sido históricamente las cuidadoras y defensoras de la vida, tanto en sus familias como en sus comunidades. A través de prácticas tradicionales, el cuidado de la biodiversidad y la transmisión de conocimientos intergeneracionales, las mujeres han contribuido significativamente a la conservación de los ecosistemas. Esto es más relevante en el caso de las mujeres indígenas y de comunidades locales, en particular en zonas rurales, que se encuentran en contacto constante y directo con el entorno natural.
Este enfoque de “cuidado de la vida” debe ser central en las políticas públicas que buscan soluciones sostenibles a la creciente pérdida de biodiversidad. El diseño de estas políticas debe inspirarse en este conocimiento histórico de las mujeres, que no solo comprenden cómo cuidar de la vida, sino que lo han hecho durante siglos.
En Colombia, se está implementando un programa llamado “Mujeres cambiando su mundo”. ¿En qué consiste y cómo está relacionado con la protección de defensoras medioambientales?
Mujeres cambiando su mundo es una iniciativa liderada por ONU Mujeres en alianza con los gobiernos de Colombia y Alemania, que busca fortalecer los liderazgos de más de 700 mujeres del departamento del Cauca y la región del Magdalena Medio, como una acción afirmativa frente a la labor que desarrollan las defensoras ambientales en Colombia.
El programa apuesta por el fortalecimiento de las organizaciones de mujeres para la generación de entornos seguros y propicios para la labor y la agenda reivindicativa de las defensoras ambientales, al igual que la protección de sus medios de vida bajo un enfoque étnico, comunitario y territorial.
¿De qué manera aportará el programa para la seguridad de las defensoras medioambientales?
Se busca aumentar la capacidad de respuesta y los niveles de coordinación de entidades del orden nacional y local, en relación con la prevención, protección y garantías a lideresas y defensoras ambientales. También, se quiere aumentar su participación en el desarrollo local y la gobernanza ambiental en la Región del Magdalena Medio y el departamento del Cauca.
El propósito es generar estrategias de participación, consulta y diálogo que contribuyan al posicionamiento de las propuestas de lideresas y defensoras ambientales en debates públicos relacionados con la sostenibilidad de la paz y la prevención de los conflictos ambientales y territoriales, bajo la coordinación del Ministerio de Ambiente y el Ministerio de Igualdad y Equidad, a través de su Viceministerio de las Mujeres.
Ahora, volviendo al riesgo que corren las defensoras ambientales en Colombia, ¿de qué manera ONU Mujeres está ofreciendo posibles soluciones a este problema en la agenda de la COP16?
En el marco de la COP16, estamos reforzando el reconocimiento del rol de las defensoras de ambiente, ofreciendo espacios para que compartan sus experiencias, desafíos y propuestas a los Estados. También, estamos fortaleciendo su participación en la toma de decisiones ambientales y exigiendo entornos seguros para su labor. Hemos gestionado espacios para visibilizar su trabajo, específicamente en justicia ambiental y climática. Es clave impulsar las alianzas estratégicas entre organizaciones de mujeres y otros actores de la cooperación internacional, para una mayor incidencia en las políticas y proyectos que quieren frenar la pérdida de biodiversidad.
¿Qué elementos debemos tener en cuenta si queremos hablar de las consecuencias del cambio climático en niñas y mujeres de América Latina y el Caribe?
Para esto, es relevante entender que las mujeres conforman un grupo muy amplio y diverso de personas. No todas las mujeres y niñas experimentan de igual manera las consecuencias del cambio climático ni su relación con el ambiente. Por eso, se requiere un abordaje interseccional para analizar y responder a la intersección del género con otras dimensiones, como clase social, etnia, ubicación geográfica, discapacidad, edad, orientación sexual y otras. La interacción entre estas múltiples dimensiones de la identidad personal y colectiva dan lugar a experiencias concretas de discriminación, opresión, vulnerabilidad y exclusión, así como a capacidades y saberes únicos.
América Latina y el Caribe está atravesando lo que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha caracterizado como una crisis del desarrollo expresada en tres trampas principales: la baja capacidad para crecer, la elevada desigualdad y bajos niveles de movilidad y cohesión sociales y las capacidades institucionales débiles y gobernanza poco efectiva. Además, se suma una crisis ambiental, una gran crisis de los cuidados, entre otras, que afecta de manera desproporcionada a las mujeres.
¿Estas problemáticas se han tenido lo suficientemente en cuenta en foros mundiales que debaten sobre cambio climático?
Aunque se ha avanzado en la inclusión de las mujeres en los foros de decisión, esto no garantiza que se consideren sus necesidades, aportes y prioridades. Las políticas y planes ambientales, como las Estrategias y Planes de Acción Nacionales en materia de Diversidad Biológica (NBSAPs) deben responder a los contextos específicos de las mujeres en su diversidad, incorporando activamente sus demandas y sus aportes. La inclusión no es suficiente si no se da un cambio en las dinámicas de poder.
La representación de las mujeres en los parlamentos está asociada con políticas más sólidas sobre el cambio climático, pero a nivel global las mujeres ocupan solo el 27 % de los escaños parlamentarios y representan apenas el 15 % de las máximas autoridades en ministerios de ambiente.
¿Cuáles son los riesgos de no incluir la perspectiva de las mujeres en este tipo de eventos? ¿Se está hablando lo suficientemente de esto en la COP16?
No poner a las mujeres en el centro de la toma de decisiones no solo perpetúa las brechas de género, sino que limita considerablemente la efectividad de los esfuerzos ambientales a nivel global, porque las soluciones de género también son soluciones para el ambiente y el desarrollo.
Históricamente, el vínculo entre género y ambiente no ha sido considerado como prioritario en estas conferencias. Que en la COP16 también se hable de los impactos diferenciados del cambio climático sobre las mujeres desafía esta narrativa.
¿Y es suficiente solo con hablar de estos impactos?
No, también es necesario mencionar los aportes específicos que las mujeres pueden hacer y allí radica un gran desafío porque las contribuciones de las mujeres a la acción climática y la conservación de la biodiversidad están invisibilizadas.
Una revisión de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y del secretariado del CDB de las Estrategias Nacionales de Biodiversidad y sus Planes de Acción (ENBPA) se encontró que el 27 % considera a las mujeres como actores relevantes, sin embargo, son frecuentemente tratadas como un grupo vulnerable (17 %), en lugar de ser reconocidas como agentes de cambio en la conservación y uso sostenible de la biodiversidad.
En 2023, se llevó a cabo la COP15 en Montreal, Canadá, y se discutieron también temas de género. ¿Qué de la COP15 se trajo a la COP16?
Durante la COP15 se adoptó el Plan de Acción de Género y se reconoció el papel fundamental de la igualdad de género y la participación de las mujeres en el logro de los objetivos de biodiversidad.
¿Qué estrategias está implementando ONU Mujeres para proteger a las defensoras ambientales en las Américas y el Caribe?
ONU Mujeres articula con mujeres defensoras de los derechos humanos en asuntos ambientales con mayor profundidad desde 2023 y reconoce el papel vital de las defensoras ambientales en América Latina. Además, hemos integrado su protección y fortalecimiento como una de las prioridades dentro de su Estrategia Regional de Género, Ambiente y Justicia Climática.
La incorporación de estas prioridades se aterriza a través de múltiples acciones. En el marco del Acuerdo de Escazú, ONU Mujeres, en coordinación con la CEPAL, está trabajando en la elaboración de una guía para la transversalización de la perspectiva de género en el Acuerdo, que deberá ser presentada en la próxima COP de Escazú. Además, organizamos un encuentro con 35 defensoras ambientales de toda la región para identificar prioridades estratégicas para las COP de las Convenciones de Río (La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD).
En el marco de futuros foros mundiales, ¿qué pasos se deberían tomar a futuro para tomar medidas frente al impacto particular que reciben las mujeres por el cambio climático?
Para ONU Mujeres, que la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCCC) y el Convenio de Diversidad Biológica (CDB) cuenten con su propio Plan de Acción de Género es un gran logro, pero ahora tenemos que avanzar hacia el abordaje conjunto de la crisis climática y la pérdida de biodiversidad con enfoque de género. El desarrollo de Estrategias y Planes de Acción Nacionales en materia de Diversidad Biológica (NBSAPs) y Planes de Acción de Género para el cambio climático debe tener presente la retroalimentación negativa entre ambas problemáticas y proponer soluciones ambientales con enfoque de género que se complementen entre sí.
Mientras usted lee este artículo, seguramente hay alguna defensora ambiental en Colombia que teme por su seguridad. De hecho, y por segundo año consecutivo, nuestro país fue el territorio con mayor número de homicidios a líderes ambientales en todo el mundo: con un total de 79 casos, 12 fueron mujeres durante 2023, según cifras de la organización Global Witness.
Esta amenaza no es nueva. Tampoco lo son las vulnerabilidades específicas a las que están expuestas las mujeres que ejercen ese liderazgo. Incluso, como lo mencionamos anteriormente en estas páginas, varias organizaciones están llevando a la mesa de discusión del evento de biodiversidad más importante del mundo, la COP16 que tiene lugar en Cali, algunos puntos clave para atender esta problemática: más garantías para la seguridad de las defensoras, mayor participación política a nivel regional y nacional, y que se tenga en cuenta cómo el cambio climático afecta de manera particular a mujeres y niñas.
Hablamos con Maria-Noel Vaeza, Directora Regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres, y ella, en sus palabras, corrobora la preocupación: “El aumento de feminicidios, amenazas y violencia contra las mujeres defensoras de los derechos humanos en temas ambientales, particularmente mujeres indígenas, es alarmante”, explica.
Para respaldar su afirmación, la directora recordó un informe publicado por la organización Front Line Defenders en mayo de este año, en el que se informa que, durante 2023, al menos 300 defensores y defensoras de derechos humanos fueron asesinados en todo el mundo, entre ellos 49 mujeres, y el 79 % de los casos ocurrieron en las Américas.
Antes de incorporarse en la dirección regional de ese organismo en 2019, Vaeza ocupó diversas posiciones en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay y fue Directora Regional de la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS, por sus siglas en inglés) para América Latina y el Caribe.
El Espectador habló con Vaeza sobre algunos de los temas a los que esa oficina les está dando protagonismo en su participación de la COP16: la importancia de las mujeres en el cuidado de biodiversidad mundial, por qué es importante hablar de género cuando discutimos soluciones al cambio climático, y un programa que ONU Mujeres está implementando en el Cauca y Magdalena Medio para fortalecer a más de 700 lideresas ambientales.
Primero, para dimensionar el problema al que nos enfrentamos, ¿por qué el cambio climático afecta de manera particular a las mujeres y niñas en todo el mundo?
El cambio climático y la pérdida de biodiversidad están interrelacionados de manera compleja y se refuerzan mutuamente, lo que crea un ciclo de degradación ambiental que impacta en mayor medida a las mujeres y las niñas. Esta problemática podría dejar a 158 millones más de mujeres y niñas en la pobreza en todo el planeta para el año 2050. Además, para el mismo año, la inseguridad alimentaria que deriva de la crisis climática podría afectar a 236 millones más de mujeres y niñas en todo el planeta.
Las alteraciones a los ecosistemas, el aumento de eventos climáticos extremos y el impacto en los medios de vida son algunas de las consecuencias de esta interrelación, a la que también se debe sumar la degradación de la Tierra. Aunque todos estos impactos afectan de una u otra manera a todas las personas, las mujeres los experimentan en forma desmesurada por las condiciones históricas de desigualdad, vulnerabilidad y desventaja en las que aún se encuentran.
Paralelamente a esa degradación ambiental que vivimos en todo el mundo, las mujeres han jugado un rol clave en la preservación y restauración de los ecosistemas. ¿Cómo podemos dimensionar esa relación?
Las mujeres han sido históricamente las cuidadoras y defensoras de la vida, tanto en sus familias como en sus comunidades. A través de prácticas tradicionales, el cuidado de la biodiversidad y la transmisión de conocimientos intergeneracionales, las mujeres han contribuido significativamente a la conservación de los ecosistemas. Esto es más relevante en el caso de las mujeres indígenas y de comunidades locales, en particular en zonas rurales, que se encuentran en contacto constante y directo con el entorno natural.
Este enfoque de “cuidado de la vida” debe ser central en las políticas públicas que buscan soluciones sostenibles a la creciente pérdida de biodiversidad. El diseño de estas políticas debe inspirarse en este conocimiento histórico de las mujeres, que no solo comprenden cómo cuidar de la vida, sino que lo han hecho durante siglos.
En Colombia, se está implementando un programa llamado “Mujeres cambiando su mundo”. ¿En qué consiste y cómo está relacionado con la protección de defensoras medioambientales?
Mujeres cambiando su mundo es una iniciativa liderada por ONU Mujeres en alianza con los gobiernos de Colombia y Alemania, que busca fortalecer los liderazgos de más de 700 mujeres del departamento del Cauca y la región del Magdalena Medio, como una acción afirmativa frente a la labor que desarrollan las defensoras ambientales en Colombia.
El programa apuesta por el fortalecimiento de las organizaciones de mujeres para la generación de entornos seguros y propicios para la labor y la agenda reivindicativa de las defensoras ambientales, al igual que la protección de sus medios de vida bajo un enfoque étnico, comunitario y territorial.
¿De qué manera aportará el programa para la seguridad de las defensoras medioambientales?
Se busca aumentar la capacidad de respuesta y los niveles de coordinación de entidades del orden nacional y local, en relación con la prevención, protección y garantías a lideresas y defensoras ambientales. También, se quiere aumentar su participación en el desarrollo local y la gobernanza ambiental en la Región del Magdalena Medio y el departamento del Cauca.
El propósito es generar estrategias de participación, consulta y diálogo que contribuyan al posicionamiento de las propuestas de lideresas y defensoras ambientales en debates públicos relacionados con la sostenibilidad de la paz y la prevención de los conflictos ambientales y territoriales, bajo la coordinación del Ministerio de Ambiente y el Ministerio de Igualdad y Equidad, a través de su Viceministerio de las Mujeres.
Ahora, volviendo al riesgo que corren las defensoras ambientales en Colombia, ¿de qué manera ONU Mujeres está ofreciendo posibles soluciones a este problema en la agenda de la COP16?
En el marco de la COP16, estamos reforzando el reconocimiento del rol de las defensoras de ambiente, ofreciendo espacios para que compartan sus experiencias, desafíos y propuestas a los Estados. También, estamos fortaleciendo su participación en la toma de decisiones ambientales y exigiendo entornos seguros para su labor. Hemos gestionado espacios para visibilizar su trabajo, específicamente en justicia ambiental y climática. Es clave impulsar las alianzas estratégicas entre organizaciones de mujeres y otros actores de la cooperación internacional, para una mayor incidencia en las políticas y proyectos que quieren frenar la pérdida de biodiversidad.
¿Qué elementos debemos tener en cuenta si queremos hablar de las consecuencias del cambio climático en niñas y mujeres de América Latina y el Caribe?
Para esto, es relevante entender que las mujeres conforman un grupo muy amplio y diverso de personas. No todas las mujeres y niñas experimentan de igual manera las consecuencias del cambio climático ni su relación con el ambiente. Por eso, se requiere un abordaje interseccional para analizar y responder a la intersección del género con otras dimensiones, como clase social, etnia, ubicación geográfica, discapacidad, edad, orientación sexual y otras. La interacción entre estas múltiples dimensiones de la identidad personal y colectiva dan lugar a experiencias concretas de discriminación, opresión, vulnerabilidad y exclusión, así como a capacidades y saberes únicos.
América Latina y el Caribe está atravesando lo que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha caracterizado como una crisis del desarrollo expresada en tres trampas principales: la baja capacidad para crecer, la elevada desigualdad y bajos niveles de movilidad y cohesión sociales y las capacidades institucionales débiles y gobernanza poco efectiva. Además, se suma una crisis ambiental, una gran crisis de los cuidados, entre otras, que afecta de manera desproporcionada a las mujeres.
¿Estas problemáticas se han tenido lo suficientemente en cuenta en foros mundiales que debaten sobre cambio climático?
Aunque se ha avanzado en la inclusión de las mujeres en los foros de decisión, esto no garantiza que se consideren sus necesidades, aportes y prioridades. Las políticas y planes ambientales, como las Estrategias y Planes de Acción Nacionales en materia de Diversidad Biológica (NBSAPs) deben responder a los contextos específicos de las mujeres en su diversidad, incorporando activamente sus demandas y sus aportes. La inclusión no es suficiente si no se da un cambio en las dinámicas de poder.
La representación de las mujeres en los parlamentos está asociada con políticas más sólidas sobre el cambio climático, pero a nivel global las mujeres ocupan solo el 27 % de los escaños parlamentarios y representan apenas el 15 % de las máximas autoridades en ministerios de ambiente.
¿Cuáles son los riesgos de no incluir la perspectiva de las mujeres en este tipo de eventos? ¿Se está hablando lo suficientemente de esto en la COP16?
No poner a las mujeres en el centro de la toma de decisiones no solo perpetúa las brechas de género, sino que limita considerablemente la efectividad de los esfuerzos ambientales a nivel global, porque las soluciones de género también son soluciones para el ambiente y el desarrollo.
Históricamente, el vínculo entre género y ambiente no ha sido considerado como prioritario en estas conferencias. Que en la COP16 también se hable de los impactos diferenciados del cambio climático sobre las mujeres desafía esta narrativa.
¿Y es suficiente solo con hablar de estos impactos?
No, también es necesario mencionar los aportes específicos que las mujeres pueden hacer y allí radica un gran desafío porque las contribuciones de las mujeres a la acción climática y la conservación de la biodiversidad están invisibilizadas.
Una revisión de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y del secretariado del CDB de las Estrategias Nacionales de Biodiversidad y sus Planes de Acción (ENBPA) se encontró que el 27 % considera a las mujeres como actores relevantes, sin embargo, son frecuentemente tratadas como un grupo vulnerable (17 %), en lugar de ser reconocidas como agentes de cambio en la conservación y uso sostenible de la biodiversidad.
En 2023, se llevó a cabo la COP15 en Montreal, Canadá, y se discutieron también temas de género. ¿Qué de la COP15 se trajo a la COP16?
Durante la COP15 se adoptó el Plan de Acción de Género y se reconoció el papel fundamental de la igualdad de género y la participación de las mujeres en el logro de los objetivos de biodiversidad.
¿Qué estrategias está implementando ONU Mujeres para proteger a las defensoras ambientales en las Américas y el Caribe?
ONU Mujeres articula con mujeres defensoras de los derechos humanos en asuntos ambientales con mayor profundidad desde 2023 y reconoce el papel vital de las defensoras ambientales en América Latina. Además, hemos integrado su protección y fortalecimiento como una de las prioridades dentro de su Estrategia Regional de Género, Ambiente y Justicia Climática.
La incorporación de estas prioridades se aterriza a través de múltiples acciones. En el marco del Acuerdo de Escazú, ONU Mujeres, en coordinación con la CEPAL, está trabajando en la elaboración de una guía para la transversalización de la perspectiva de género en el Acuerdo, que deberá ser presentada en la próxima COP de Escazú. Además, organizamos un encuentro con 35 defensoras ambientales de toda la región para identificar prioridades estratégicas para las COP de las Convenciones de Río (La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD).
En el marco de futuros foros mundiales, ¿qué pasos se deberían tomar a futuro para tomar medidas frente al impacto particular que reciben las mujeres por el cambio climático?
Para ONU Mujeres, que la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCCC) y el Convenio de Diversidad Biológica (CDB) cuenten con su propio Plan de Acción de Género es un gran logro, pero ahora tenemos que avanzar hacia el abordaje conjunto de la crisis climática y la pérdida de biodiversidad con enfoque de género. El desarrollo de Estrategias y Planes de Acción Nacionales en materia de Diversidad Biológica (NBSAPs) y Planes de Acción de Género para el cambio climático debe tener presente la retroalimentación negativa entre ambas problemáticas y proponer soluciones ambientales con enfoque de género que se complementen entre sí.