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Seguirle la pista a todo lo que ocurre durante las dos semanas de negociaciones de la COP16 no es tarea fácil. Además de las discusiones alrededor de los acuerdos entre los países, hay grupos de trabajo de temas específicos, plenarias, un segmento de alto nivel, eventos paralelos y reportes, estudios y publicaciones que se lanzan durante esos días.
Entre ese mar de información hubo algunos temas y acuerdos importantes que pasaron inadvertidos. Ese fue el caso, por ejemplo, de las discusiones alrededor de la biodiversidad y la salud, o también de las negociaciones sobre la biodiversidad del océano que, aunque no tuvieron tanto protagonismo, sí alcanzaron acuerdos significativos.
Biodiversidad y salud en la COP16
Aunque aún se habla poco de eso, la pérdida de biodiversidad está vinculada a la salud de las personas, de los animales y los ecosistemas. Ecosistemas sanos, por ejemplo, permiten que muchas especies (incluida la humana) se puedan beneficiar con alimentos, agua limpia o medicinas. Ecosistemas que se enfrentan a pérdidas de biodiversidad, por el contrario, se convierten en un motor de difusión de enfermedades infecciosas.
Por eso, uno de los objetivos de la COP16 era resaltar los vínculos entre biodiversidad y salud. Y tras cuatro años de negociaciones, los países acordaron un plan de acción con medidas voluntarias para hacerles frente a esas amenazas. El plan, además, busca ser un apoyo para que gobiernos y demás partes interesadas puedan incluir en sus políticas, estrategias y programas de biodiversidad asuntos relacionados con la salud.
La pandemia de covid-19 nos dejó experiencias que se tuvieron en cuenta en el plan. Por ejemplo, entre las acciones piden impulsar prácticas que contemplen las repercusiones sanitarias que pueden tener actividades como el cambio del uso del suelo, la pérdida rápida de hábitat o el comercio de animales salvajes.
Biodiversidad marina en la COP16
La COP16 logró dos consensos alrededor de la biodiversidad marina y costera. Por un lado, luego de ocho años de negociaciones, se acordó un marco para identificar y actualizar las áreas marinas de importancia biológica o ecológica (EBSA, por su sigla en inglés), como zonas especiales para el buen funcionamiento de los océanos y promueve su identificación para contribuir a la implementación del marco global de biodiversidad.
Sin embargo, el texto es claro en que el reconocimiento de estas zonas es solo “técnico y científico” y que no tiene implicaciones económicas o legales. En otras palabras, reconocerlas no implica ningún nivel de protección sobre esas aguas, pero sí puede ayudar a definir zonas de importancia en donde se puedan crear áreas marinas protegidas.
Como explicó Pepe Clarke, líder de océanos de WWF internacional, “se han identificado más de 300 EBSA en aguas nacionales y alta mar. Estas incluyen ecosistemas biológicamente diversos, sensibles y productivos y hábitats vitales de alimentación y reproducción para especies marinas. El mapeo de estas áreas importantes servirá de base para tomar medidas para conservar, restaurar y gestionar los ecosistemas marinos, y es un hito esencial en el camino hacia la protección del 30 % del océano para 2030”.
En el evento también se acordó un texto sobre la conservación y uso sostenible de la biodiversidad marina, costera y de las islas, en el que se identifican los temas en los que la secretaria del Convenio puede guiar a los países para implementar el Marco. Entre otros temas, impulsa la adopción del Tratado de Alta Mar y de otros convenios como el de control y gestión del agua de lastre, la prevención de la contaminación marina y el tratado sobre plásticos.
Las otras caras de la biodiversidad
Aunque cada vez es más evidente la interrelación entre el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, hasta ahora se han discutido en negociaciones separadas. Por eso, en Cali, se impulsó un cambio. Durante las negociaciones, los países acordaron que identificarían las sinergias entre biodiversidad y cambio climático, buscando minimizar los impactos de la acción climática sobre la biodiversidad.
Asimismo, promovieron acciones que aseguren que la biodiversidad sea tenida en cuenta en la creación de nuevas políticas y prácticas que puedan tener un impacto negativo, algo así como una mirada transversal con las gafas de la biodiversidad. Y, de hecho, un grupo de países, liderado por México y Colombia, busca poner como prioridad que la biodiversidad sea central en acciones de los gobiernos y sociedades. No obstante, no dejaron muchos detalles de cómo hacerlo.
También se publicaron nuevos estudios y reportes sobre la biodiversidad del planeta. El 28 de octubre, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por su sigla en inglés) lanzó su más reciente actualización de la “Lista Roja” de especies amenazadas, poniendo en evidencia que el mundo no va por buen camilo. El informe tenía un énfasis especial en los árboles, y determinó que cerca del 40 % de las especies de árboles del mundo están en riesgo de extinción.
El mismo día se publicó el “Reporte del Planeta Protegido”, que evalúa el avance del cumplimiento de la meta que busca proteger el 30 % de los ecosistemas terrestres y el 30 % de los marinos. El informe reveló que la cobertura de áreas terrestres protegidas alcanzó un 17,6 %, mientras que las áreas marinas solo tienen un 8,4 %. Entre las conclusiones piden que este progreso sea acelerado si se espera cumplir la meta para 2030.