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En menos de dos semanas iniciará en Cali la COP16, la cumbre de biodiversidad más importante del mundo. Los meses previos a este evento, que tendrá lugar entre el 21 de octubre y el 1º de noviembre, han servido para que distintos grupos de la sociedad, como los pueblos indígenas y las comunidades campesinas, se reúnan para definir las demandas que esperan posicionar durante los 12 días que durará la cumbre.
Las mujeres, las más vulnerables a los impactos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, también han aprovechado las semanas previas a la COP16 para reunirse y plantear las inquietudes que quieren trasladar a la capital del Valle del Cauca. ¿Cómo incluir sus voces en la agenda de temas que abordarán los delegados de los 196 países que hacen parte de la Convención de Diversidad Biológica? ¿Por qué es tan importante el papel de las mujeres en la conservación de la biodiversidad? ¿A qué acuerdos se espera llegar y que las favorezcan?, son algunas de las preguntas que se plantearon cientos de lideresas ambientales y de la tierra en varios encuentros que se han realizado en el país.
Para comprender por qué es necesario hablar de mujeres en la COP16, debemos recordar una serie de datos que abordan cómo la crisis climática y de biodiversidad las afecta a ellas de manera particular. Un informe presentado por ONU Mujeres durante la COP28 (de cambio climático), que tuvo lugar en Emiratos Árabes Unidos el año pasado, sugería que el cambio climático podría llevar a la pobreza a 158 millones de mujeres y provocar que otras 232 millones se enfrenten a una inseguridad alimentaria para 2050.
En el mismo informe, la agencia de la ONU para la igualdad de género, destacaba que, las mujeres y las niñas, que históricamente han sido las encargadas de buscar el agua para sus comunidades, se están enfrentando, por cuenta de la escasez y las sequías cada vez más prolongadas, a un mayor riesgo de violencia sexual, pues se han visto obligadas a internarse en los ríos y selvas buscando este importante recurso. Alrededor de un 80 % de los millones de personas que abandonan sus hogares, por cuenta de las condiciones meteorológicas cada vez más extremas, son mujeres y niñas que, además, enfrentan mayor riesgo de pobreza, violencia de género y embarazos no deseados.
Adicional a eso, un informe de 2023 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), apuntaba que los efectos del cambio climático en la salud de las mujeres todavía son “infravalorados y subestimados”, sobre todo los que tienen que ver en cómo la escasez de recursos afecta la posibilidad de tener una menstruación digna e, incluso, las condiciones en las que se pueda sobrellevar un embarazo y un eventual parto.
Con este panorama claro, más de 200 mujeres se dieron cita a inicios de septiembre en Barranquilla, en el marco del Encuentro Nacional de Mujeres Cuidadoras del Territorio y la Vida. El evento también contó con la participación del viceministerio de las Mujeres, del ministerio de Igualdad y Equidad, así como ONU Mujeres, con el propósito de firmar simbólicamente un Pacto de las Mujeres por la Biodiversidad a 2030. El punto clave está en que los resultados del encuentro también serán presentados en la COP16.
El riesgo latente que corren las lideresas
Aunque el evento contó con colectivos de mujeres de distintas regiones del país, como el Magdalena Medio y el Cauca, entre otros, la idea del espacio, cuenta Bibiana Aido Almagro, representante de ONU Mujeres en Colombia, fue identificar los problemas y prioridades que compartían, a pesar de las diferencias de los territorios de los que provenían.
La principal problemática que identificaron las mujeres que acudieron a Barranquilla son los riesgos específicos que enfrentan las defensoras de derechos humanos y ambientales y que se agravan por el hecho de ser mujeres. Las consecuencias de las violencias contra ellas abarcan una gama amplia, entre ellas la económica, la psicológica, la sexual y la vicaria (aquella que repercute sobre sus hijos).
Es importante recordar, como contamos hace unas semanas en estas páginas, que 196 defensores del ambiente y la tierra fueron asesinados durante 2023 en todo el mundo, según la organización Global Witness. En Colombia, el país donde más asesinatos se registraron, de las 79 personas asesinadas, 12 fueron mujeres.
Aido explica que: “el cuidado de la naturaleza las expone a desafíos y violencias de género. Ellas son atacadas no solo como defensoras de los derechos, la tierra y los recursos naturales, sino también como mujeres que desafían las normas sociales y de género. Estas amenazas incluyen violencia, agresiones, amenazas a sus familias, campañas de difamación y otras formas de intimidación por motivos de género, tanto digital como físico, para silenciar sus voces y socavar su trabajo”.
Otras de las prioridades que se abordaron durante la reunión fue la necesidad de que se fortalezcan los sistemas agropecuarios, para que, en palabras de Aido, se avance en la erradicación de la sobreexplotación de los territorios y se garantice la protección de la vida de las lideresas y la distribución equitativa de los recursos y la tierra. Para ilustrar este punto, es importante resaltar que, de acuerdo con Save the Children, las mujeres y las niñas constituyen más del 40 % de la mano de obra agrícola y se encargan entre el 60 % y 80 % de la producción de alimentos en el mundo.
La participación política como pieza clave
La participación de las organizaciones de mujeres con experiencia en el cuidado medioambiental en escenarios donde se toman las decisiones, fue otro de los temas que destacó durante el Encuentro. Para Carmen Candelo Reina, asesora de gobernanza del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), se tiende a olvidar el papel fundamental de las mujeres en la conservación ambiental de nuestro país al no darles voz y voto en estos escenarios.
“Miles de mujeres lideran iniciativas en todos los departamentos del país para la preservación de nuestros ecosistemas. Por ejemplo, no podemos olvidar la gran importancia del manejo local de los recursos naturales, como el agua, por parte de ellas”, dice Candelo. Sin embargo, Aido hace énfasis en que, a pesar del papel fundamental que juegan las mujeres en Colombia y el mundo en materia de conservación de la biodiversidad, ellas siguen siendo excluidas de los espacios de toma de decisiones. “A nivel global, las mujeres ocupan el 27 % de los cargos públicos y solo el 15 % de las cabezas ministeriales de medioambiente. Es por ello que la COP16 será un espacio importante para poner en el centro la movilización de las mujeres por la defensa del ambiente”, afirma.
Es importante mencionar que el Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal, que continente las 23 metas que se acordaron hace dos años para detener y revertir la pérdida de biodiversidad que enfrenta el planeta, insta a las partes para que faciliten la participación en todos los niveles de gobierno, “con miras a fomentar las contribuciones plenas y efectivas de las mujeres” y otros grupos, como los indígenas, las comunidades locales y los jóvenes. De hecho, las metas 22 y 23, busque se garantice su participación, así como la igualdad de género en la implementación del Marco.
Por la misma línea, Candelo enfatiza en que la conservación de la biodiversidad también depende del cuidado de las tradiciones y la cultura que, en Colombia, tiene que ver en buena parte con los conocimientos de los pueblos indígenas y las comunidades locales, “sobre todo de las mujeres, porque la mayoría de veces somos nosotras quienes le enseñamos a las generaciones futuras el cuidado ambiental a través de nuestra lengua”. Con ella concuerda Cindy Solarte, indígena del Territorio de los Jaguares de Yuruparí, un gran territorio en el departamento del Vaupés donde habitan siete etnias indígenas que, en 2011, fueron incluidas en la lista de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco para preservar sus prácticas medicinales, ritos y cosmogonía.
Solarte irá a la COP16 como una de las representantes de Jaguares de Yuruparí y, el pasado 21 de junio, se reunió en Bogotá con otras 34 lideresas indígenas, afro y excombatientes para discutir los temas clave que quieren llevar a la cumbre. Una de sus peticiones principales, como también lo contamos hace semanas en este artículo, tiene que ver con la petición de que se materialicen las primeras Entidades Territoriales Indígenas.
Este encuentro también tuvo como resultado 18 recomendaciones que tienen que ver con la inclusión de las mujeres en la agenda de la COP16, específicamente para transversalizar un enfoque de género en las políticas, programas y medidas para proteger la biodiversidad y que se adoptarán en el marco de la implementación del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal.
Entre las recomendaciones más importantes, Solarte destaca la petición de que ellas sean reconocidas como principales defensoras de la Amazonía junto a sus comunidades y se establezca que las mujeres que vivan en las zonas de la Ley 2 de 1959, o Zonas de Reserva Forestal, tengan acceso a la tierra y los bienes comunes que se derivan de ella.
Para explicarlo en términos sencillos, esta norma establece siete áreas de reserva forestal en todo el país, que no necesariamente son áreas protegidas, pero que en su interior sí pueden contener territorios que hagan parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP). Algunas de ellas son la Sierra Nevada de Santa Marta, la Serranía de los Motilones, y la región de la Amazonía que comprende varios departamentos, entre ellos Vaupés, donde están los Jaguares de Yuruparí.
En el documento final, que fue el resultado de la reunión de las 34 lideresas, también se aborda la necesidad de garantizar el acceso y administración de los recursos económicos a las mujeres en territorio. “Las experiencias que hay en las comunidades nos muestran que cuando el dinero es manejado por las mujeres, se genera mayor distribución en proyectos que nos ayuden a preservar el ambiente”, se lee en el texto. En él hacen un llamado para implementar el Acuerdo de Escazú, fomentar la construcción de paz y garantizar una mayor autonomía y acceso a la salud para las mujeres.
Por último, llaman a que la COP16 tenga en cuenta otros instrumentos internacionales que ya han estudiado las brechas de género y tienen unas recomendaciones puntuales para cerrarlas en la gestión y cuidado medioambiental, sobre todo de cara a los retos que se enfrentan a nivel mundial con el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Entre ellas, está la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), un tratado internacional adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1979, que le pide a los Estados que aborden los desafíos ambientales y climáticos que afectan de manera diferente a mujeres y niñas.