Las seis metas de Colombia para proteger su biodiversidad: necesita $76 billones
En la apertura de la COP16, el Gobierno Nacional reveló las seis metas con las que espera detener y revertir la pérdida de biodiversidad para mediados del siglo. Las 119 acciones que fueron definidas requieren una inversión de casi $11 billones de pesos anuales.
César Giraldo Zuluaga
Al tiempo que se instalaba la primera plenaria de la COP16, y la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, asumía como presidenta de la cumbre de biodiversidad más importante del mundo, el viceministro Mauricio Cabrera presentaba el ‘Plan de Acción de Biodiversidad de Colombia a 2030′. Este es el documento que Colombia envió al Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) en el que detalla las acciones que emprenderá de acá a 2030 para cumplir las 23 metas que se pactaron hace dos años y que buscan, en términos simples, detener y revertir la pérdida de biodiversidad.
Como explicamos en este texto, los 196 países que hacen parte del CDB debían llegar al encuentro con sus NBSAP, como se conoce, por sus siglas en inglés, a estos documentos. La revisión de estos textos es una de las principales tareas para esta edición de la COP. Sin embargo, solo 34 países (el 17,3 %) cumplieron con esa tarea. Colombia, con esta presentación, se convierte en el país número 35 en hacerlo. El documento ya se encuentra cargado en la plataforma que el Convenio dispuso para esto y puede ser consultado dando clic acá.
El NBSAP de Colombia —un documento de 350 páginas—, contempla cuatro apuestas, seis metas y 191 acciones que el país deberá implementar durante los próximos seis años para ayudar a alcanzar las metas globales. Aunque durante el lanzamiento del plan, que se llevó a cabo en el Pabellón Colombia, ubicado en la Zona Azul, el viceministro Cabrera aseguró que los cálculos para estimar los costos del plan continúan, el mismo documento estima una inversión de $76,5 billones de acá a 2030 o, dicho de otra manera, un costo por año de $10,9 billones.
Cuatro apuestas y seis metas
“El primer ejercicio que hicimos, fue identificar una meta nacional por cada una de las metas (del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal). Después, hicimos un proceso de ajuste y compilación y terminamos en cuatro grandes apuestas de país que quedan alineadas con cada meta del Marco”, detalló al inicio de su intervención el viceministro Cabrera. Esta es la razón por la cual el Plan de Colombia tiene seis metas y no 23.
La primera apuesta del país, apunta a una “integración y coherencia intersectorial para la gestión territorial de la biodiversidad y la acción climática, como determinantes de la planificación y el ordenamiento”. De allí se desprende la primera meta: la planificación participativa. Lo que se busca, a 2030, es que al menos 19′000.000 de hectáreas con integridad de paisaje serán incluidas como determinantes de ordenamiento territorial para la toma de decisiones sobre gestión territorial.
Detrás de estas palabras (que pueden sonar un poco enredadas), lo que el plan busca es que ejercicios como la delimitación de la frontera agrícola, la actualización de los planes de ordenamiento territorial, entre otros, consideren la integridad de los paisajes continentales y marino costeros. La idea, de acuerdo con el viceministro, es enfocarse en 22,1 millones de hectáreas con una integridad de paisaje media (áreas donde, de no atender la transformación que se presenta, se convertirá en amenaza), así como en otros 23,7 millones de hectáreas con integridad de paisaje bajo (áreas con pérdida de ecosistemas que altera la oferta de servicios ecosistémicos).
La segunda apuesta del país busca promover el impulso a la transición de los modelos productivos. Con este fin se proponen dos metas: territorios con integridad ecosistémica y sistemas regenerativos y potenciar la economía y la biodiversidad. En la primera de estas metas, se busca que para finales de esta década Colombia cuente con “cinco millones de hectáreas reconvertidas a modelos productivos sostenibles y con procesos de restauración multifuncional”. Sobre la segunda, se espera que a 2030 los modelos de economía de la biodiversidad aporten el 3 % del PIB nacional y se generen 522.000 empleos. Para hacerse una idea, para 2023 la economía de la biodiversidad representó el 0,8 % del PIB y, en 2022, había 162.000 empleos generados por esta economía.
La atención de la informalidad y la contención de los delitos ambientales asociados a los motores de pérdida de biodiversidad, constituyen la tercera apuesta del país. Asociado a esta, la cuarta meta de Colombia apunta en tres direcciones. Para 2030, aumentar: el 68 % del caudal con tratamiento de aguas residuales urbanas domésticas (estaba en 53 % para 2021); el 50 % de los casos de pasivos ambientales (deudas ambientales producto de diferentes actividades del ser humano, como la minería) serán gestionados para su remediación; y, finalmente, que el 80 % de los productos de la biodiversidad “sean obtenidos, comercializados y utilizados de manera sostenible”.
En este punto, Maritza Florián, especialista en Cambio Climático, Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos de WWF Colombia, destaca que el plan incluya de manera clara a la informalidad y los delitos ambientales como uno de los principales motores de la pérdida de biodiversidad: “Ese es uno de los principales drivers de pérdida de naturaleza y es un muy buen mensaje que el país lo ponga claro, explícito y transparente y que busque mecanismos para hacerle seguimiento”.
Por último, la cuarta apuesta del país aborda la gobernanza, corresponsabilidad y movilización de recursos para la gestión colectiva y biocultural de los territorios (…). La quinta meta, entonces, espera que para 2030 Colombia conserve y gestione el 34 % de las zonas terrestres, aguas continentales y marino-costeras mediante áreas protegidas, pero también a través de territorios indígenas, afrodescendientes y campesinos, “lo que consolidará los derechos territoriales étnicos.
Finalmente, la sexta y última meta, concebida de manera transversal a las apuestas del país, tiene que ver con la puesta en marcha de modelos de financiamiento sostenibles que movilicen recursos de todos las fuentes (públicos, privados y de cooperación internacional). Además, esos modelos deben, en el largo plazo, garantizar transformaciones en los territorios “por medio de la conservación y uso sostenible de la biodiversidad”. Es de esta meta que se espera que se obtengan los más de $76 billones que necesitan para implementar este ‘Plan’.
Un primer análisis del plan
Aunque Florián le dijo a El Espectador que en los próximos días esta ONG revisará con más detalle el documento para identificar si, en efecto, las seis metas responden a la totalidad de las metas planteadas por el Marco Mundial de Biodiversidad, lo primero que destaca es que esta hoja de ruta muestra una manera innovadora de abordar la pérdida de biodiversidad en el país.
A su mención sobre la criminalidad y los delitos ambientales, agrega que en cuatro apuestas están los temas del ordenamiento territorial de biodiversidad y clima, la transformación productiva y la gobernanza de los pueblos étnicos y las comunidades locales. Si se suman, dice la bióloga, abordan los principales motores de pérdida de biodiversidad.
Ninguna de las cuatro apuestas ni de las seis metas menciona, de manera explícita, a las especies exóticas invasoras (como el hipopótamo), una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el mundo y en Colombia. Al ser consultada por este tema, Florián apunta que, si bien hace falta una revisión detallada del texto, “las especies son un medio para la gestión integral de los ecosistemas y es muy claro que el plan tiene un foco más sistémico, que es la misma razón por la cual no se aborda meta a meta”. Por esta razón, la experta considera que “Implícitamente, al tener un abordaje sistémico, estás abordando los elementos ecosistémicos”. Sin embargo, advierte que con el análisis sabrán si deben recomendar que estos temas sean más visibles en los planes del país.
Uno de los aspectos del plan que más destaca Florián es el amplio proceso de participación que tuvo la construcción del documento. Al respecto, el Gobierno Nacional ha resaltado que más de 23.000 personas de todo el país participaron en la elaboración del plan, así como el involucramiento de 15 carteras ministeriales, el Departamento Nacional de Planeación, tres gremios empresariales (entre ellos la ANDI), y el sector financiero y asegurador, entre otros. Si bien para la vocera de WWF es claro que el documento tiene “mucho énfasis en los temas de pueblos étnicos y comunidades locales”, es claro que movilizó a actores de toda la sociedad.
Florián también resalta que el NBSAP de Colombia tenga un plan de acción en el que se definen 191 acciones concretas. Entre los retos, la bióloga menciona el monitoreo que el país debe hacer de las acciones que implementará. “El Instituto Humboldt, y el Sistema Nacional Ambiental (SINA) en general, levantó fichas metodológicas para saber cuáles de esas acciones, en efecto podríamos medirlas. Ese es un ejercicio que va a retar y desafiar al sistema de información ambiental del país y a todos los sistemas de información, para contar con información de esas 119 acciones”.
Uno de los temas que más suele preocupar con estos planes es de dónde saldrá el dinero para implementarlos. Este, de hecho, es uno de los asuntos más relevantes durante la cumbre. Sobre este tema, un ejercicio realizado por WWF a inicios de mes encontró que la mayoría de los NBSAP analizados para la fecha (el de Colombia no fue analizado) carecían de fondos para su implementación. Un examen realizado por el Órgano Subsidiario de Implementación (uno de los tres que tiene el Convenio), del 8 de octubre (cuando 19 países habían presentado sus planes) coincidía en este punto: “menos de la mitad de ellos incluyen una estrategia de movilización de recursos o mencionan la intención de crear una en el futuro”.
Al respecto, Florián ve con buenos ojos que el plan de Colombia movilice al sector financiero para “hacer una estrategia más amplia” y conseguir esos recursos. “No es un tema de si hay o no plata para financiar la biodiversidad, si no qué tan efectivos somos en movilizar los recursos, qué estrategias usamos, cómo las materializamos y cómo hacemos que la alineación de todas las fuentes le apunten a objetivos de biodiversidad”, asegura. Esa, concluye la vocera de WWF, es la importancia de la planificación que presenta el NBSAP del país.
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Al tiempo que se instalaba la primera plenaria de la COP16, y la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, asumía como presidenta de la cumbre de biodiversidad más importante del mundo, el viceministro Mauricio Cabrera presentaba el ‘Plan de Acción de Biodiversidad de Colombia a 2030′. Este es el documento que Colombia envió al Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) en el que detalla las acciones que emprenderá de acá a 2030 para cumplir las 23 metas que se pactaron hace dos años y que buscan, en términos simples, detener y revertir la pérdida de biodiversidad.
Como explicamos en este texto, los 196 países que hacen parte del CDB debían llegar al encuentro con sus NBSAP, como se conoce, por sus siglas en inglés, a estos documentos. La revisión de estos textos es una de las principales tareas para esta edición de la COP. Sin embargo, solo 34 países (el 17,3 %) cumplieron con esa tarea. Colombia, con esta presentación, se convierte en el país número 35 en hacerlo. El documento ya se encuentra cargado en la plataforma que el Convenio dispuso para esto y puede ser consultado dando clic acá.
El NBSAP de Colombia —un documento de 350 páginas—, contempla cuatro apuestas, seis metas y 191 acciones que el país deberá implementar durante los próximos seis años para ayudar a alcanzar las metas globales. Aunque durante el lanzamiento del plan, que se llevó a cabo en el Pabellón Colombia, ubicado en la Zona Azul, el viceministro Cabrera aseguró que los cálculos para estimar los costos del plan continúan, el mismo documento estima una inversión de $76,5 billones de acá a 2030 o, dicho de otra manera, un costo por año de $10,9 billones.
Cuatro apuestas y seis metas
“El primer ejercicio que hicimos, fue identificar una meta nacional por cada una de las metas (del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal). Después, hicimos un proceso de ajuste y compilación y terminamos en cuatro grandes apuestas de país que quedan alineadas con cada meta del Marco”, detalló al inicio de su intervención el viceministro Cabrera. Esta es la razón por la cual el Plan de Colombia tiene seis metas y no 23.
La primera apuesta del país, apunta a una “integración y coherencia intersectorial para la gestión territorial de la biodiversidad y la acción climática, como determinantes de la planificación y el ordenamiento”. De allí se desprende la primera meta: la planificación participativa. Lo que se busca, a 2030, es que al menos 19′000.000 de hectáreas con integridad de paisaje serán incluidas como determinantes de ordenamiento territorial para la toma de decisiones sobre gestión territorial.
Detrás de estas palabras (que pueden sonar un poco enredadas), lo que el plan busca es que ejercicios como la delimitación de la frontera agrícola, la actualización de los planes de ordenamiento territorial, entre otros, consideren la integridad de los paisajes continentales y marino costeros. La idea, de acuerdo con el viceministro, es enfocarse en 22,1 millones de hectáreas con una integridad de paisaje media (áreas donde, de no atender la transformación que se presenta, se convertirá en amenaza), así como en otros 23,7 millones de hectáreas con integridad de paisaje bajo (áreas con pérdida de ecosistemas que altera la oferta de servicios ecosistémicos).
La segunda apuesta del país busca promover el impulso a la transición de los modelos productivos. Con este fin se proponen dos metas: territorios con integridad ecosistémica y sistemas regenerativos y potenciar la economía y la biodiversidad. En la primera de estas metas, se busca que para finales de esta década Colombia cuente con “cinco millones de hectáreas reconvertidas a modelos productivos sostenibles y con procesos de restauración multifuncional”. Sobre la segunda, se espera que a 2030 los modelos de economía de la biodiversidad aporten el 3 % del PIB nacional y se generen 522.000 empleos. Para hacerse una idea, para 2023 la economía de la biodiversidad representó el 0,8 % del PIB y, en 2022, había 162.000 empleos generados por esta economía.
La atención de la informalidad y la contención de los delitos ambientales asociados a los motores de pérdida de biodiversidad, constituyen la tercera apuesta del país. Asociado a esta, la cuarta meta de Colombia apunta en tres direcciones. Para 2030, aumentar: el 68 % del caudal con tratamiento de aguas residuales urbanas domésticas (estaba en 53 % para 2021); el 50 % de los casos de pasivos ambientales (deudas ambientales producto de diferentes actividades del ser humano, como la minería) serán gestionados para su remediación; y, finalmente, que el 80 % de los productos de la biodiversidad “sean obtenidos, comercializados y utilizados de manera sostenible”.
En este punto, Maritza Florián, especialista en Cambio Climático, Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos de WWF Colombia, destaca que el plan incluya de manera clara a la informalidad y los delitos ambientales como uno de los principales motores de la pérdida de biodiversidad: “Ese es uno de los principales drivers de pérdida de naturaleza y es un muy buen mensaje que el país lo ponga claro, explícito y transparente y que busque mecanismos para hacerle seguimiento”.
Por último, la cuarta apuesta del país aborda la gobernanza, corresponsabilidad y movilización de recursos para la gestión colectiva y biocultural de los territorios (…). La quinta meta, entonces, espera que para 2030 Colombia conserve y gestione el 34 % de las zonas terrestres, aguas continentales y marino-costeras mediante áreas protegidas, pero también a través de territorios indígenas, afrodescendientes y campesinos, “lo que consolidará los derechos territoriales étnicos.
Finalmente, la sexta y última meta, concebida de manera transversal a las apuestas del país, tiene que ver con la puesta en marcha de modelos de financiamiento sostenibles que movilicen recursos de todos las fuentes (públicos, privados y de cooperación internacional). Además, esos modelos deben, en el largo plazo, garantizar transformaciones en los territorios “por medio de la conservación y uso sostenible de la biodiversidad”. Es de esta meta que se espera que se obtengan los más de $76 billones que necesitan para implementar este ‘Plan’.
Un primer análisis del plan
Aunque Florián le dijo a El Espectador que en los próximos días esta ONG revisará con más detalle el documento para identificar si, en efecto, las seis metas responden a la totalidad de las metas planteadas por el Marco Mundial de Biodiversidad, lo primero que destaca es que esta hoja de ruta muestra una manera innovadora de abordar la pérdida de biodiversidad en el país.
A su mención sobre la criminalidad y los delitos ambientales, agrega que en cuatro apuestas están los temas del ordenamiento territorial de biodiversidad y clima, la transformación productiva y la gobernanza de los pueblos étnicos y las comunidades locales. Si se suman, dice la bióloga, abordan los principales motores de pérdida de biodiversidad.
Ninguna de las cuatro apuestas ni de las seis metas menciona, de manera explícita, a las especies exóticas invasoras (como el hipopótamo), una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el mundo y en Colombia. Al ser consultada por este tema, Florián apunta que, si bien hace falta una revisión detallada del texto, “las especies son un medio para la gestión integral de los ecosistemas y es muy claro que el plan tiene un foco más sistémico, que es la misma razón por la cual no se aborda meta a meta”. Por esta razón, la experta considera que “Implícitamente, al tener un abordaje sistémico, estás abordando los elementos ecosistémicos”. Sin embargo, advierte que con el análisis sabrán si deben recomendar que estos temas sean más visibles en los planes del país.
Uno de los aspectos del plan que más destaca Florián es el amplio proceso de participación que tuvo la construcción del documento. Al respecto, el Gobierno Nacional ha resaltado que más de 23.000 personas de todo el país participaron en la elaboración del plan, así como el involucramiento de 15 carteras ministeriales, el Departamento Nacional de Planeación, tres gremios empresariales (entre ellos la ANDI), y el sector financiero y asegurador, entre otros. Si bien para la vocera de WWF es claro que el documento tiene “mucho énfasis en los temas de pueblos étnicos y comunidades locales”, es claro que movilizó a actores de toda la sociedad.
Florián también resalta que el NBSAP de Colombia tenga un plan de acción en el que se definen 191 acciones concretas. Entre los retos, la bióloga menciona el monitoreo que el país debe hacer de las acciones que implementará. “El Instituto Humboldt, y el Sistema Nacional Ambiental (SINA) en general, levantó fichas metodológicas para saber cuáles de esas acciones, en efecto podríamos medirlas. Ese es un ejercicio que va a retar y desafiar al sistema de información ambiental del país y a todos los sistemas de información, para contar con información de esas 119 acciones”.
Uno de los temas que más suele preocupar con estos planes es de dónde saldrá el dinero para implementarlos. Este, de hecho, es uno de los asuntos más relevantes durante la cumbre. Sobre este tema, un ejercicio realizado por WWF a inicios de mes encontró que la mayoría de los NBSAP analizados para la fecha (el de Colombia no fue analizado) carecían de fondos para su implementación. Un examen realizado por el Órgano Subsidiario de Implementación (uno de los tres que tiene el Convenio), del 8 de octubre (cuando 19 países habían presentado sus planes) coincidía en este punto: “menos de la mitad de ellos incluyen una estrategia de movilización de recursos o mencionan la intención de crear una en el futuro”.
Al respecto, Florián ve con buenos ojos que el plan de Colombia movilice al sector financiero para “hacer una estrategia más amplia” y conseguir esos recursos. “No es un tema de si hay o no plata para financiar la biodiversidad, si no qué tan efectivos somos en movilizar los recursos, qué estrategias usamos, cómo las materializamos y cómo hacemos que la alineación de todas las fuentes le apunten a objetivos de biodiversidad”, asegura. Esa, concluye la vocera de WWF, es la importancia de la planificación que presenta el NBSAP del país.
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