“Los humanos llevamos al planeta a una crisis, pero podemos revertirla”
Grethel Aguilar es la directora de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. La información técnica y científica que producen es la base para buena parte de las discusiones que se realizaron en Cali, durante la COP16. Su trabajo permite tener el panorama más completo de las especies que están desapareciendo. Así evalúa las últimas dos semanas de negociaciones.
Daniela Quintero Díaz
Si tuviéramos que resumir en un par de líneas lo que ocurrió las últimas dos semanas en Cali, habría que decir que, más allá de los debates y negociaciones, uno de los grandes objetivos fue evaluar qué tanto habían avanzado los países en sus planes para evitar y revertir la pérdida de biodiversidad en el planeta. A eso se habían comprometido hace dos años, en Canadá, cuando acordaron el Marco Global de Kunming-Montreal, en la COP15, con 23 metas específicas para cambiar la tendencia de aquí a 2030.
El panorama es alarmante. Se estima que un millón de especies van rumbo a la extinción y, si solo hablamos de vida silvestre, las poblaciones han caído, en promedio, un 73 % en 50 años, principalmente por actividades humanas. Cifras difíciles de dimensionar, que reflejan la crisis actual. Revertirla es, finalmente, el gran punto sobre la mesa en las COP de biodiversidad, como la COP16 de Cali.
Hace un año, la costarricense Grethel Aguilar, experta en Derecho Ambiental, asumió como directora general de la red internacional más importante en esta materia: la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), organización que ha recopilado por 76 años la evidencia técnica y científica para conocer mejor lo que tenemos y lo que estamos perdiendo. La UICN reúne a 1.400 miembros, entre los que se encuentran Estados, gobiernos subnacionales, ONG, pueblos indígenas y expertos. La Lista Roja de Especies Amenazadas, uno de sus instrumentos más conocidos, que cumplió 60 años, es el mayor referente mundial para entender el estado de conservación del planeta.
Aguilar, quien ha trabajado por más de tres décadas en temas de conservación, pone el foco en la urgencia de la crisis, pero también asegura que aún hay “un rayo de esperanza”. Antes de asumir como directora general de la UICN, había sido directora regional adjunta para América Latina, trabajó en el Centro de Derecho Ambiental de Costa Rica y fue asesora del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
En la COP16 presentaron la actualización más reciente de la Lista Roja de Especies Amenazadas, donde volvemos a escuchar unas alertas claras. ¿Cómo dimensionar la pérdida de especies que atravesamos?
La Lista Roja de Especies Amenazadas es un barómetro de la vida. Un instrumento que nos ayuda a medir y entender cómo está funcionando nuestro planeta, porque son las especies las que nos dicen qué tan saludable o no está la Tierra. Y hay algunas cifras que muestran que no vamos por buen camino.
Los datos indican que estamos perdiendo un cuarto de las 160.000 especies que evaluamos en la UICN. Por eso hablamos de una crisis de pérdida de especies a escala mundial. Para conservar esas especies, tenemos que conservar los ecosistemas, porque ahí es donde las encontramos, pero también, porque de ellos dependemos para sobrevivir. Sencillamente, nuestra vida en el planeta no es posible sin una naturaleza saludable. Por eso tenemos instrumentos como la Lista Roja, que no es solo un mensaje de lo que estamos perdiendo, sino que nos permite darle conocer a la gente cuáles son, porque aún podemos salvarlas.
¿Cuál es el panorama en América Latina?
En América Latina la evaluación incluye 55.630 especies. De esas un 26 % está en riesgo; es decir, 14.650. Sin embargo, países como Colombia también están haciendo un esfuerzo por impulsar áreas de protección para rescatarlas y eso es muy importante. Cuando los países, los ciudadanos, los Gobiernos y la empresa privada se juntan, los esfuerzos pueden ayudar a rescatarlas. El delfín rosado, la tortuga carey, el oso de anteojos y el jaguar hacen parte de esas especies amenazadas que tenemos que seguir cuidando, no solo porque sean emblemáticas o bellas, sino porque nos dicen si el ecosistema está saludable. Si ellos pueden seguir existiendo, nosotros también.
Las discusiones en Cali intentaron salirse de lo técnico para llegar a otros sectores, por eso la llamaron también la “COP de la gente”. ¿Cree que la negociación cumplió con ese objetivo?
Para mí fue un gusto estar aquí en Cali, una ciudad maravillosa en la que vimos cómo las personas se integraron a la COP en la Zona Verde. Yo sí creo que eso ha marcado la diferencia en esta COP: la integración de personas, pueblos indígenas, comunidades locales y de la sociedad civil, y eso viene de la mano con Colombia.
La actualización que presentaron es un golpe de realidad, pero hay quienes piensan que estas negociaciones no tienen sentido. ¿Lo que pasó aquí fue importante?
Yo pondría un ejemplo para mostrar cómo las decisiones que se toman aquí sí tienen repercusiones prácticas. Una de las metas del Marco de Kunming-Montreal es la conservación del 30 % de los océanos, la tierra y los ecosistemas de agua dulce. Entre los instrumentos que nosotros hacemos hay uno que se llama el Reporte del Planeta Protegido. Con este pudimos evidenciar que en los océanos solo hay un 8,4 % protegido, y en la tierra un 17,6 %. Aún nos falta, pero no hay que desconocer otras cosas.
Colombia, por ejemplo, tiene cerca de un 34 % protegido, quiere decir que ya pasó la meta. Y hay otros 51 países que también la han cumplido. Quiere decir que puede lograrse. Lo que necesitamos es trabajar de la mano con los otros para alcanzarlo.
Yo en esta COP vi cosas muy buenas y otras que quedan pendientes. Entre las positivas está la posibilidad de dialogar con diferentes sectores e involucrar a otros en la conversación. Esa es la mejor forma para alcanzar las metas de conservación. Por eso también me parece muy importante la aprobación del Plan de Trabajo de Pueblos Indígenas y Comunidades Locales que se alcanzó en la COP16. Es un reconocimiento que para nosotros, como latinoamericanos, es fundamental. No podemos lograr las metas de conservación sin trabajar con esos grupos, porque son los que están en la primera línea, defendiendo sus recursos y tratando de salir adelante, con muchas presiones.
¿Qué momento es el que más destaca de estos días?
Tiene justo que ver con esa aprobación. Cuando se aprobó ese plan, había representantes de los pueblos indígenas en la sala. Habían estado allí muchos días en forma, casi, de protesta silenciosa, porque son los países los que debaten los temas. Cuando se aprobó, fue un momento pico, muy emocionante. Y creo que para América Latina fue muy importante que esa decisión se diera en Colombia, en esta parte del mundo.
Uno de los temas más difíciles de la negociación fue el financiamiento. Los recursos para proteger la biodiversidad no son suficientes. ¿Cómo lo ven ustedes?
Los recursos son necesarios. Las cosas no pueden pasar sin un aporte financiero. Los países, sobre todo los que no tienen economías de rentas altas, tienen enormes costos para proteger sus recursos naturales que, finalmente, benefician a todo el planeta. Yo sí creo que tiene que haber una mayor inversión y una equidad para definir cómo vamos a lograr que el planeta sea protegido. Y tiene que haber solidaridad planetaria para lograrlo.
En esta negociación, nuestra delegación de UICN estuvo en los salones de discusión, trabajando arduamente para incidir en que estos temas fueran aprobados, porque necesitamos pasar, realmente, del discurso y la negociación, a la acción en el campo. A la implementación.
¿Considera que estamos teniendo en cuenta la urgencia que requiere esta crisis?
Estamos en un momento en el que se necesitan acciones urgentes. No es un tema en el que podamos decir que vamos a esperar a ver qué pasa, o que movamos las decisiones para dentro de dos años… No hay tiempo. Es momento de que hablemos de las cosas como son. Estamos en una crisis y las crisis no son para mañana, hay que actuar hoy. No podemos seguir negociando eternamente, porque lo que hay que hacer es trabajar en las soluciones, en el campo, con la gente.
Yo creo que sí hay mucha conciencia, y el grupo de negociadores de los países que está aquí viene con ella. La evidencia se ha puesto sobre la mesa, la información es clara y todos la compartimos, nadie está discutiendo si hay una crisis o no. Lo que está pendiente es definir qué vamos a hacer y cómo vamos a hacerlo juntos. Por eso esta Conferencia de las Partes es tan importante, porque se trata de las responsabilidades y los compromisos que están asumiendo los países.
¿Cómo pasar de las discusiones a las acciones?
Además de señalar las alertas, nosotros también generamos instrumentos para las soluciones. Desarrollamos el estándar para decir qué sí es y qué no es una solución basada en la naturaleza, también tenemos el Índice de Naturaleza para las Ciudades y la Lista Verde de Áreas Protegidas. Esta última, por ejemplo, le dice a los países qué áreas protegidas están siendo bien manejadas y cuáles no están cumpliendo los requisitos.
El objetivo es que estas áreas no se queden solo en el papel, sino que realmente funcionen. Aunque les podría aburrir nombrando todos los instrumentos que tenemos, creo que el mensaje es que ya los instrumentos, las metodologías y las acciones que podemos tomar están, y que por pequeñas que sean, cuentan. Los responsables de hacer que pase somos nosotros, los que estamos hoy. Y tenemos que hacerlo bien, para los que estamos aquí y para los que vienen detrás.
Ustedes han evaluado el estado de la naturaleza del mundo. ¿Hay algún ecosistema, especie o lugar que les llame especialmente la atención?
Como decía, mundialmente hemos evaluado alrededor de 160.000 especies. De esas, 55.630 están en América Latina. Es decir, casi un cuarto de las especies de nuestra Lista Roja están en esta región, lo que quiere decir que somos un lugar muy importante para el planeta. Tenemos una riqueza biológica impresionate, somos una región megadiversa, con el Amazonas, los Andes, el mar Caribe, el Pacífico… lo tenemos todo. Y Colombia es uno de esos pases clave.
Además de esa diversidad biológica, nuestra región también es diversa culturalmente. Los pueblos indígenas, las comunidades afrodescendientes y las comunidades locales son imprescindibles para que podamos tener un planeta saludable. Entonces, aunque no puedo decir que haya un lugar en el planeta más importante que otros, me parece significativo resaltar el papel de América Latina, porque es fundamental.
Es momento de que el mundo vuelva a ver a América Latina para que podamos conservar esos recursos y para que podamos llevar prosperidad a las comunidades y pueblos indígenas que dependen de ellos y que los han conservado por tanto tiempo. Estamos en la lupa, porque esta riqueza que tenemos es necesaria para tener un planeta saludable.
¿Qué se imagina cuando piensa en el futuro?
Yo me imagino un futuro verde y azul, en el que los seres humanos prosperamos porque tenemos un gran respeto por los recursos naturales, los pueblos indígenas y comunidades locales, los derechos y por nuestras diferencias. Yo creo que también hay esperanza, y eso es importante decirlo. Hay especies que estamos recuperando y especies que ya no están en peligro de extinción. Ese es el mensaje que quiero dejar aquí en Colombia, y es que los seres humanos somos capaces de llevar al país o al planeta a una crisis como la que tenemos, pero también somos capaces de revertir eso. Lo importante es tomar acción.
Si tuviéramos que resumir en un par de líneas lo que ocurrió las últimas dos semanas en Cali, habría que decir que, más allá de los debates y negociaciones, uno de los grandes objetivos fue evaluar qué tanto habían avanzado los países en sus planes para evitar y revertir la pérdida de biodiversidad en el planeta. A eso se habían comprometido hace dos años, en Canadá, cuando acordaron el Marco Global de Kunming-Montreal, en la COP15, con 23 metas específicas para cambiar la tendencia de aquí a 2030.
El panorama es alarmante. Se estima que un millón de especies van rumbo a la extinción y, si solo hablamos de vida silvestre, las poblaciones han caído, en promedio, un 73 % en 50 años, principalmente por actividades humanas. Cifras difíciles de dimensionar, que reflejan la crisis actual. Revertirla es, finalmente, el gran punto sobre la mesa en las COP de biodiversidad, como la COP16 de Cali.
Hace un año, la costarricense Grethel Aguilar, experta en Derecho Ambiental, asumió como directora general de la red internacional más importante en esta materia: la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), organización que ha recopilado por 76 años la evidencia técnica y científica para conocer mejor lo que tenemos y lo que estamos perdiendo. La UICN reúne a 1.400 miembros, entre los que se encuentran Estados, gobiernos subnacionales, ONG, pueblos indígenas y expertos. La Lista Roja de Especies Amenazadas, uno de sus instrumentos más conocidos, que cumplió 60 años, es el mayor referente mundial para entender el estado de conservación del planeta.
Aguilar, quien ha trabajado por más de tres décadas en temas de conservación, pone el foco en la urgencia de la crisis, pero también asegura que aún hay “un rayo de esperanza”. Antes de asumir como directora general de la UICN, había sido directora regional adjunta para América Latina, trabajó en el Centro de Derecho Ambiental de Costa Rica y fue asesora del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
En la COP16 presentaron la actualización más reciente de la Lista Roja de Especies Amenazadas, donde volvemos a escuchar unas alertas claras. ¿Cómo dimensionar la pérdida de especies que atravesamos?
La Lista Roja de Especies Amenazadas es un barómetro de la vida. Un instrumento que nos ayuda a medir y entender cómo está funcionando nuestro planeta, porque son las especies las que nos dicen qué tan saludable o no está la Tierra. Y hay algunas cifras que muestran que no vamos por buen camino.
Los datos indican que estamos perdiendo un cuarto de las 160.000 especies que evaluamos en la UICN. Por eso hablamos de una crisis de pérdida de especies a escala mundial. Para conservar esas especies, tenemos que conservar los ecosistemas, porque ahí es donde las encontramos, pero también, porque de ellos dependemos para sobrevivir. Sencillamente, nuestra vida en el planeta no es posible sin una naturaleza saludable. Por eso tenemos instrumentos como la Lista Roja, que no es solo un mensaje de lo que estamos perdiendo, sino que nos permite darle conocer a la gente cuáles son, porque aún podemos salvarlas.
¿Cuál es el panorama en América Latina?
En América Latina la evaluación incluye 55.630 especies. De esas un 26 % está en riesgo; es decir, 14.650. Sin embargo, países como Colombia también están haciendo un esfuerzo por impulsar áreas de protección para rescatarlas y eso es muy importante. Cuando los países, los ciudadanos, los Gobiernos y la empresa privada se juntan, los esfuerzos pueden ayudar a rescatarlas. El delfín rosado, la tortuga carey, el oso de anteojos y el jaguar hacen parte de esas especies amenazadas que tenemos que seguir cuidando, no solo porque sean emblemáticas o bellas, sino porque nos dicen si el ecosistema está saludable. Si ellos pueden seguir existiendo, nosotros también.
Las discusiones en Cali intentaron salirse de lo técnico para llegar a otros sectores, por eso la llamaron también la “COP de la gente”. ¿Cree que la negociación cumplió con ese objetivo?
Para mí fue un gusto estar aquí en Cali, una ciudad maravillosa en la que vimos cómo las personas se integraron a la COP en la Zona Verde. Yo sí creo que eso ha marcado la diferencia en esta COP: la integración de personas, pueblos indígenas, comunidades locales y de la sociedad civil, y eso viene de la mano con Colombia.
La actualización que presentaron es un golpe de realidad, pero hay quienes piensan que estas negociaciones no tienen sentido. ¿Lo que pasó aquí fue importante?
Yo pondría un ejemplo para mostrar cómo las decisiones que se toman aquí sí tienen repercusiones prácticas. Una de las metas del Marco de Kunming-Montreal es la conservación del 30 % de los océanos, la tierra y los ecosistemas de agua dulce. Entre los instrumentos que nosotros hacemos hay uno que se llama el Reporte del Planeta Protegido. Con este pudimos evidenciar que en los océanos solo hay un 8,4 % protegido, y en la tierra un 17,6 %. Aún nos falta, pero no hay que desconocer otras cosas.
Colombia, por ejemplo, tiene cerca de un 34 % protegido, quiere decir que ya pasó la meta. Y hay otros 51 países que también la han cumplido. Quiere decir que puede lograrse. Lo que necesitamos es trabajar de la mano con los otros para alcanzarlo.
Yo en esta COP vi cosas muy buenas y otras que quedan pendientes. Entre las positivas está la posibilidad de dialogar con diferentes sectores e involucrar a otros en la conversación. Esa es la mejor forma para alcanzar las metas de conservación. Por eso también me parece muy importante la aprobación del Plan de Trabajo de Pueblos Indígenas y Comunidades Locales que se alcanzó en la COP16. Es un reconocimiento que para nosotros, como latinoamericanos, es fundamental. No podemos lograr las metas de conservación sin trabajar con esos grupos, porque son los que están en la primera línea, defendiendo sus recursos y tratando de salir adelante, con muchas presiones.
¿Qué momento es el que más destaca de estos días?
Tiene justo que ver con esa aprobación. Cuando se aprobó ese plan, había representantes de los pueblos indígenas en la sala. Habían estado allí muchos días en forma, casi, de protesta silenciosa, porque son los países los que debaten los temas. Cuando se aprobó, fue un momento pico, muy emocionante. Y creo que para América Latina fue muy importante que esa decisión se diera en Colombia, en esta parte del mundo.
Uno de los temas más difíciles de la negociación fue el financiamiento. Los recursos para proteger la biodiversidad no son suficientes. ¿Cómo lo ven ustedes?
Los recursos son necesarios. Las cosas no pueden pasar sin un aporte financiero. Los países, sobre todo los que no tienen economías de rentas altas, tienen enormes costos para proteger sus recursos naturales que, finalmente, benefician a todo el planeta. Yo sí creo que tiene que haber una mayor inversión y una equidad para definir cómo vamos a lograr que el planeta sea protegido. Y tiene que haber solidaridad planetaria para lograrlo.
En esta negociación, nuestra delegación de UICN estuvo en los salones de discusión, trabajando arduamente para incidir en que estos temas fueran aprobados, porque necesitamos pasar, realmente, del discurso y la negociación, a la acción en el campo. A la implementación.
¿Considera que estamos teniendo en cuenta la urgencia que requiere esta crisis?
Estamos en un momento en el que se necesitan acciones urgentes. No es un tema en el que podamos decir que vamos a esperar a ver qué pasa, o que movamos las decisiones para dentro de dos años… No hay tiempo. Es momento de que hablemos de las cosas como son. Estamos en una crisis y las crisis no son para mañana, hay que actuar hoy. No podemos seguir negociando eternamente, porque lo que hay que hacer es trabajar en las soluciones, en el campo, con la gente.
Yo creo que sí hay mucha conciencia, y el grupo de negociadores de los países que está aquí viene con ella. La evidencia se ha puesto sobre la mesa, la información es clara y todos la compartimos, nadie está discutiendo si hay una crisis o no. Lo que está pendiente es definir qué vamos a hacer y cómo vamos a hacerlo juntos. Por eso esta Conferencia de las Partes es tan importante, porque se trata de las responsabilidades y los compromisos que están asumiendo los países.
¿Cómo pasar de las discusiones a las acciones?
Además de señalar las alertas, nosotros también generamos instrumentos para las soluciones. Desarrollamos el estándar para decir qué sí es y qué no es una solución basada en la naturaleza, también tenemos el Índice de Naturaleza para las Ciudades y la Lista Verde de Áreas Protegidas. Esta última, por ejemplo, le dice a los países qué áreas protegidas están siendo bien manejadas y cuáles no están cumpliendo los requisitos.
El objetivo es que estas áreas no se queden solo en el papel, sino que realmente funcionen. Aunque les podría aburrir nombrando todos los instrumentos que tenemos, creo que el mensaje es que ya los instrumentos, las metodologías y las acciones que podemos tomar están, y que por pequeñas que sean, cuentan. Los responsables de hacer que pase somos nosotros, los que estamos hoy. Y tenemos que hacerlo bien, para los que estamos aquí y para los que vienen detrás.
Ustedes han evaluado el estado de la naturaleza del mundo. ¿Hay algún ecosistema, especie o lugar que les llame especialmente la atención?
Como decía, mundialmente hemos evaluado alrededor de 160.000 especies. De esas, 55.630 están en América Latina. Es decir, casi un cuarto de las especies de nuestra Lista Roja están en esta región, lo que quiere decir que somos un lugar muy importante para el planeta. Tenemos una riqueza biológica impresionate, somos una región megadiversa, con el Amazonas, los Andes, el mar Caribe, el Pacífico… lo tenemos todo. Y Colombia es uno de esos pases clave.
Además de esa diversidad biológica, nuestra región también es diversa culturalmente. Los pueblos indígenas, las comunidades afrodescendientes y las comunidades locales son imprescindibles para que podamos tener un planeta saludable. Entonces, aunque no puedo decir que haya un lugar en el planeta más importante que otros, me parece significativo resaltar el papel de América Latina, porque es fundamental.
Es momento de que el mundo vuelva a ver a América Latina para que podamos conservar esos recursos y para que podamos llevar prosperidad a las comunidades y pueblos indígenas que dependen de ellos y que los han conservado por tanto tiempo. Estamos en la lupa, porque esta riqueza que tenemos es necesaria para tener un planeta saludable.
¿Qué se imagina cuando piensa en el futuro?
Yo me imagino un futuro verde y azul, en el que los seres humanos prosperamos porque tenemos un gran respeto por los recursos naturales, los pueblos indígenas y comunidades locales, los derechos y por nuestras diferencias. Yo creo que también hay esperanza, y eso es importante decirlo. Hay especies que estamos recuperando y especies que ya no están en peligro de extinción. Ese es el mensaje que quiero dejar aquí en Colombia, y es que los seres humanos somos capaces de llevar al país o al planeta a una crisis como la que tenemos, pero también somos capaces de revertir eso. Lo importante es tomar acción.