Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Los satélites GRACE (Gravity Recovery and Climate Experiment) son una misión conjunta de la NASA y la Agencia Espacial Alemana, cuyo objetivo principal es medir las variaciones en el campo gravitacional de la Tierra. Sin embargo, sus datos permiten medir factores como el derretimiento de los glaciares, el cambio en el nivel del mar, el movimiento de las aguas subterráneas, la dinámica de las placas tectónicas y otros procesos.
Un grupo de investigadores los acaba de usar para estimar el almacenamiento de agua terrestre global (conocida por sus siglas TWS), excluyendo las capas de hielo y los glaciares, lo que incluye agua en ríos, lagos, acuíferos y en el suelo. Entre mayo de 2014 y marzo de 2016, los satélites observaron una abrupta disminución del TWS global, lo que significa que había menos agua dulce almacenada en la Tierra durante ese período. Siete años después, ese almacenamiento aún no se ha recuperado completamente.
El TWS es un indicador clave para medir los cambios en los recursos hídricos disponibles para las personas y los ecosistemas, y su variabilidad está influenciada por factores como las sequías, las lluvias y el cambio climático. ¿Qué podría estar detrás de esta reducción? Una serie de sequías, posiblemente vinculadas al calentamiento global, ha contribuido desde entonces a impedir que se recupere el almacenamiento mundial de agua terrestre, escriben los investigadores en un estudio publicado en la revista Surveys in Geophysics.
El calentamiento global, la causa probable
Una sequía muy fuerte en el norte y centro de Brasil, que ocurrió entre agosto de 2015 y enero de 2017, fue la principal causa de la rápida disminución del agua almacenada en la Tierra entre 2014 y 2016. Esta sequía fue la más intensa registrada por los satélites GRACE/FO y afectó todo el continente de América del Sur.
Desde esa época, muchas otras sequías también ocurrieron en diferentes partes del mundo, lo que ha continuado reduciendo el agua almacenada en la Tierra, dicen los investigadores. Entre las sequías más fuertes, 13 de las 30 más intensas ocurrieron durante o después de esa disminución global del agua almacenada. Al observar más en detalle, algunas regiones, como África subsahariana y el centro-oeste de Sudamérica, tuvieron más períodos secos que húmedos durante los primeros años del estudio (2002-2021).
Sin embargo, en la segunda mitad de ese periodo, estas regiones empezaron a ver más lluvia que sequías, lo que sugiere que algunas áreas se están volviendo más húmedas. Por otro lado, otras regiones, como el suroeste de América del Norte y el sureste de Brasil, tuvieron menos lluvia y más sequías en la segunda mitad del periodo de estudio. Los investigadores reconocen que hay mucho debate alrededor de si los patrones de sequías y lluvias son consistentes con las predicciones sobre el cambio climático, y creen que es difícil saber si seguirán ocurriendo de la misma forma en el futuro.
A medida que el planeta sigue calentándose y el fenómeno El Niño pasa por sus diferentes fases, los autores creen que será crucial observar cómo se comportará el almacenamiento de agua terrestre en el futuro: si recuperará a los niveles previos a 2015, si se mantendrá estable o si continuará disminuyendo.
🌳 📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre el ambiente? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🐝🦜