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El paso del huracán Iota este fin de semana por el Archipiélago dejó muchas dudas sobre la planificación y capacidad que tiene el país para enfrentar el cambio climático. No solo se trata de dejar de emitir gases efecto invernadero, sino de adaptarnos a los cambios que trae una variabilidad climática más impredecible, como huracanes más intensos. Aunque no se ha hecho mucho en acción, San Andrés, Providencia y Santa Catalina sí tenían un Plan Regional de Adaptación al Cambio Climático. Instrumento que, al parecer, ha sido ignorado desde su publicación en el 2014.
El Espectador habló con el Capitán Francisco Arias, director del Invemar, entidad que, junto al Ministerio de Ambiente, desarrolló una serie de proyectos para que el Archipiélago sintiera con menos impacto el cambio climático.
¿Qué ha advertido el Invemar sobre adaptación al cambio climático en el Archipiélago?
Desde el 2001 hemos venido adelantando investigación enfocados en varios temas relacionados con cambio climático, pero el más reconocible o con más incidencia son los problemas de aumento del nivel del mar. Los efectos de la variabilidad climática, que, de acuerdo con nuestras estimaciones, se van a exacerbar con el cambio climático y las precarias capacidades de respuesta que el país tenía y que sigue teniendo. Producto de eso hemos venido tratando de que los centros costeros formulen unos planes de ordenamiento territorial que estén enfocados a adaptarse al cambio climático. Es algo que hemos tratado de que se venda dentro de las administraciones y a nivel nacional, pero el éxito es muy limitado todavía. Y lo que vemos casi siempre son respuestas reactivas, no proactivas o, sobre todo, preventivas.
En cuanto al del Plan de Adaptación regional ¿qué tanto ha avanzado? En el documento se habla de 34 proyectos prioritarios que se sacan de 164 propuestos. ¿Qué se ha hecho?
Tengo que decirlo, muy poco. Las administraciones son más inmediatistas, arreglando los problemas como se les va presentado y no de una manera previsiva. Efectivamente, en el caso del Archipiélago, nosotros no solamente avanzamos en formular unas acciones en preparar al Archipiélago en este tipo de eventualidades. El papel nuestro es entregar ciencia, conocimiento, hacer las advertencias. En este caso se esbozaron proyectos, porque se trabajó con Coralina, con la Gobernación, con el MinAmbiente, pero el rol de abordar y ejecutar los proyectos es de las administraciones locales. Gobernaciones, alcaldías o el gobierno nacional. También con el área privada, porque se necesitaba que los empresarios del turismo hicieran su parte y prepararan sus hoteles e infraestructura. Se ha avanzado muy poco, tristemente y volvemos a estar reaccionando.
¿Cuáles entidades son las que van lentas en la implementación de estos 34 proyectos? Porque los ejecutores cambian dependiendo del proyecto, en alguno es Coralina, en otros la Gobernación, MinMinas, MinAmbiente, etc.
Yo diría que es un tema de las autoridades locales. Yo diría que Alcaldía de Providencia y Santa Catalina, y Gobernación del Archipiélago, que es además la Alcaldía de San Andrés. ¿Por qué? Porque ellos son los gestores de la comunidad en su territorio. Sobre los hombros de ellos cabalga el desarrollo de todas esas políticas. Hay un problema con el cambio de gobernadores y la corrupción, y eso no permite un proceso a largo plazo para estar preparados para estas contingencias.
¿Qué tanto consideraron los proyectos del Plan de Adaptación la amenaza de huracanes? Hago la pregunta porque en los primeros 62 proyectos, antes de la segunda priorización que llevó a los 34, hay tres muy relevantes para la coyuntura: (I) Estudios y diseños para el manejo de aguas lluvias en la zona rural (vías y espacios públicos), (II) Prevención y mitigación de efectos de los huracanes en los edificios públicos, y (III) Proyecto de reasentamientos humanos por su ubicación en áreas de riesgo litoral y para la recuperación de espacios públicos ubicados en suelo de litoral y áreas de protección ambiental – los tres aparecen como formulados.
Bueno, porque se planteaban seis líneas de acción. La primera era la de garantizar la salud de los ecosistemas como piedras angulares de la adaptación. En las zonas donde hay manglares y corales saludables, o praderas de pastos marinos son saludables, estos tres sistemas asociados actúan como primera línea de defensa a las mareadas, a las olas, inclusive al viento. Esas olas se ven amortiguadas por estos ecosistemas. Además, son la respuesta a las emergencias, porque proveen refugio, alimento, agua. En el caso de los cayos, también, siempre se están sobrepasando las capacidades de carga y ese exceso de uso, son la primera línea de defensa de las olas. Si esos cayos se destruyen las olas llegarán directamente a la isla. Y sé que los esfuerzos de Coralina son enormes, pero las presiones también son enormes.
Hay otras líneas…
Sí, la segunda línea, que es ya lo que pregunta, es la infraestructura para la adaptación. El proyecto debía generar unas acciones donde las autoridades o privados, desarrollaran las capacidades para responder a estar emergencias. La tercera línea es el empoderamiento de las autoridades y sus comunidades para enfocar una cultura de respuesta al cambio y variabilidad climática. Y eso necesita unos funcionarios públicos capacitados y honestos. Que tengan la visión a largo plazo. Que si viene un empresario a decir que va a poner un hotel sobre la playa, que sea un funcionario que tenga la capacidad de decir: “no señor, si construye sobre la playa está limitando la capacidad de la isla para protegerse contra el cambio climático”.
Las otras líneas son planificación con enfoque de adaptación, siguiendo la idea de que hay que prepararse para lo peor y esperar lo mejor. Lo otro son sistemas de información.
¿Qué otros aportes se han dado desde la ciencia para adaptarse al cambio climático en San Andrés, Providencia y Santa Catalina?
Me preocupa que la idea sea reconstruir la infraestructura que el huracán daño. El proyecto nuestro, en una de sus fases, diseñó una casa tipo para el archipiélago que estuviera hecha para resistir la variabilidad climática, así como huracanes y lluvias. Pero además incluía obras adaptadas para el cambio y la variabilidad climática, como el almacenamiento del agua. Hoy el Gobierno está buscando una planta desalinizadora para el Archipiélago para atender la contingencia. Pero ese diseño ya estaba hecho y se entregaron planes a las gobernaciones, para que contemplaran esa opción. Entonces me preocupa que
¿Cree que el Plan necesita actualización o simplemente que se ejecute?
Las dos cosas. El Plan siempre debe ser flexible, que pueda responder a las realidades, porque el modelo sobre el cual se basa es en observaciones y en lo que ese momento teníamos como fuente de información. Hoy en día hay más información y ya experimentamos en la realidad, en Colombia, dos huracanes de categoría cinco (uno de ellos hacia La Guajira) y eso debería dejarnos enseñanzas. Por ejemplo, que el acceso de la Isla no puede depender exclusivamente de la pista para evacuar su personal. Debe haber un muelle con unas condiciones de adecuación y de acceso de recursos alternativos. Ese Plan siempre se ha pensado debe ser flexible. Pero muchas de las cosas que han debido implementarse estaban plasmadas y no se hicieron. Y eso resulto en la precariedad en las respuestas ante lo que se presentó ese fin de semana.