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Ya han pasado algunos años desde que nos dimos cuenta de que el desarrollo, tal cual lo veníamos pensando, estaba generando varios efectos adversos. Fueron varias las señales: mientras el PIB de algunos países empezaba a crecer, nos dimos cuenta de que, si los datos se miraban con lupa, la brecha de inequidad en estos se hacía más grande. A su vez, las ciudades empezaron a crecer, desbordando su población, y los límites ambientales fueron deteriorados. Todos, síntomas imposibles de ignorar.
Otras ideas de desarrollo empezaron a surgir. Teorías que consideraban que el crecimiento económico no era inclusivo social y ambientalmente, por lo que tocaba cambiar el paradigma a un desarrollo sostenible. Claro, los gobiernos y los tomadores de decisiones no pudieron seguir haciéndose los de “oídos sordos” y, a nivel internacional, se establecieron metas y agendas para logar este tipo de desarrollo. El Acuerdo de París, que busca evitar que la temperatura media global supere los 2°C, y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ambos establecidos en el 2015, se convirtieron en las dos “armas” más reconocidas para cambiar el trayecto global.
Pero, aunque lograr definir estas metas no fue fácil, aún parece más difícil encontrar cómo lograrlo. Las razones son varias: la debilidad institucional, la falta de datos científicos, la presión económica y la falta de voluntad de la sociedad son solo algunos de ellos.
Esta semana, el TWI 2050 (The World in 2050), un grupo de investigación con base científica y que reúne a 60 autores de 20 organizaciones internacionales, publicó el que podría ser el reporte global más grande sobre cuáles son los caminos que toca seguir, sí o sí, para cumplir con los ODS. Un informe que fue presentado ante el Foro Político de Alto Nivel de la ONU, que se está llevando a cabo entre el 9 y el 18 de julio, y en el que se señalan “seis transformaciones ejemplares” que nos llevarán a cumplir con los ODS para el 2030, es decir, en 12 años.
Aunque algunas suenen obvias, sobre todo para aquellos que se mueven en el sector social y ambiental, el reporte tiene el poder de estar respaldado científicamente y tener un enfoque que va de la mano con la política. Pero lo que más vale resaltar del informe es que expone una especie de desarrollo en “efecto dominó” donde cabemos – o caemos- todos.
"Debido a que los mercados no proporcionan bienes públicos, los gobiernos (y, en menor medida, la sociedad civil) deben proporcionarlos. El desafío, por lo tanto, es reinsertar los mercados y darles forma a los objetivos de sostenibilidad. Pero los gobiernos, a menudo, tampoco proporcionan bienes públicos. A veces son demasiado pobres para proporcionarlos, a menos que se beneficien de la cooperación para el desarrollo. A veces no son competentes para proporcionarlos. A veces, el bien global debe ser protegido por muchos o todos los gobiernos, porque el problema es verdaderamente de naturaleza global (como ocurre con la mayoría de los bienes comunes globales, como el cambio climático)", dice el informe.
"Y a menudo, el gobierno no está motivado para proteger el bien global, tal vez porque el horizonte temporal de los políticos es demasiado corto, o tal vez porque el gobierno es financieramente corrupto y, por lo tanto, no está interesado en el verdadero bienestar de la población. Estas son todas las razones por las cuales el buen gobierno y la cooperación global son vitales para lograr el desarrollo sostenible", añade.
Como son varios los países que, como Colombia, están a punto de entrar a un nuevo gobierno, estas son las seis transformaciones que, según el TWI 2050, se deben dar, sí o sí, para cumplirle a la agenda global sostenible.
Capacidad humana y demografía
Promover la capacidad humana, según el informe, implica garantizar el bienestar de cada individuo desde que nace hasta que es viejo. Por ende, una política sostenible debe garantizar la educación primaria y secundaria a cada individuo. Una meta que, para lograrse, requiere mejorar la educación pública. En otras palabras, aumentar el presupuesto a este sector, así como su tasa de empleabilidad.
Además, el reporte hace énfasis en que los tomadores de decisiones deben tener en cuenta las tendencias demográficas que se vienen. “El enfoque integral de las capacidades humanas debe anticipar varias tendencias demográficas, incluidas la transformación de la vida rural a la urbana, las crecientes tasas de cambio tecnológico, la creciente demanda de habilidades del mercado, la desigualdad de los ingresos del mercado, la alta participación de las mujeres en la fuerza de trabajo, el envejecimiento de la población y las bajas tasas de fecundidad y la población estable o en descenso”, explica.
Consumo y producción
Tanto las empresas como las casas deben migrar a una economía circular. Una forma de entenderlo es imitar lo que hacen las células que, metabólicamente, reciclan todo lo que se produce dentro de las paredes celulares, intentando intercambiar el mínimo con los productos exteriores. “Un elemento clave de una transformación hacia el consumo sostenible es la noción de que el bienestar no depende necesariamente del consumo de recursos en sí, sino que se deriva de los servicios y las comodidades que estos recursos ayudan a proporcionar. En particular, la revolución digital ofrece un enorme potencial para hacer accesibles estos servicios de una manera mucho más eficiente”.
Por ejemplo, mientras un celular en promedio sólo consume cinco vatios, pero proporciona los servicios de llamadas, música, entretenimiento, internet y fotografía, entre otros. Tener un aparato dedicado a cada una de estas funciones llega a consumir hasta 449 vatios.
Descarbonización de la energía
Lo que afirma el informe en este punto no es nada que no hayamos escuchado antes: “Es necesario reducir el efecto invernadero relacionado con la energía dramáticamente y descarbonizar la energía del mundo a mediados de siglo. El camino más plausible es la eliminación gradual de combustibles fósiles y su reemplazo por fuentes de energía sin carbono, como eólica, solar, hidroeléctrica, geotérmica, oceánica, nuclear y otras fuentes potenciales”.
La ciencia detrás de esta recomendación es clara. Para tener un tercio de probabilidad de que la temperatura global no aumente 2°C se necesitaría que desde 2011 en adelante la emisión de gases efecto invernadero, como el dióxido de carbono, no sea mayor a 1.000 gigatoneladas. El problema es que desde ese año entre la industria, el uso del suelo y la combustión de energía fósil se emiten 40 gigatoneladas de CO2 cada año. Lo que quiere decir que, si seguimos al mismo ritmo, sólo nos quedan 18 años para desbordar los limites.
Comida, biosfera y agua
El desafío principal para la agricultura, según los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, es garantizar la producción de comida necesaria para alimentar una población mundial en crecimiento y, al mismo tiempo, limitar los impactos ambientales de la ganadería y los cultivos. Para lograrlo se propone aumentar el rendimiento de las áreas cultivadas, hacer dietas menos intensivas en carnes, reducir los desperdicios y distribuir los alimentos de forma más equitativa. Esta transición, además, tendrá que reducir el consumo de agua y evitar un aumento significativo en el uso de los fertilizantes.
Ciudades inteligentes
El estudio confirma que en 2050 el 70% de la población humana vivirá en áreas urbanas. Esta nueva realidad implica la adopción rápida de tecnologías y de procesos de producción locales como la construcción de sistemas fotovoltaicos integrados, sistemas domésticos inteligentes y agricultura urbana sostenible. El objetivo es hacer que las ciudades sean cada vez más autosuficientes y menos contaminantes. Esto implica diseñar políticas públicas que respeten los derechos de los habitantes y permitan las condiciones básicas del bienestar humano, incluídas la seguridad, la confianza, las identidades locales y la recreación.
Revolución digital
El informe asegura que las nuevas tecnologías, incluyendo la inteligencia artificial o el internet de las cosas, serán transversales al cumplimento del resto de desafíos de desarrollo sostenible. “Se espera que la revolución digital y el aumento de la automatización de las tareas cognitivas sean los principales impulsores del cambio en relación con la capacidad humana y la prosperidad”, asegura el estudio. La digitalización, además, impulsará el progreso tecnológico y proporcionará la próxima ola de innovación para impulsar la productividad económica.