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Por: Sandra Valenzuela, directora WWF Colombia
Justamente, esa riqueza de la que nos sentimos tan orgullosos, y que enfrenta cada vez mayores amenazas, se ha mantenido conservada, en buena medida, gracias a las Áreas Protegidas, que han demostrado ser mecanismos efectivos para salvaguardar tesoros como la Serranía de Chiribiquete o la Sierra de la Macarena entre muchos otros. Pero detrás de esta figura de conservación que abarca el 30,5% del territorio nacional, hay cientos de colombianos y colombianas que han dedicado su vida a cuidarlas, y cuyo trabajo sigue siendo invisible o poco reconocido: los guardaparques.
Hoy que celebramos el Día Mundial de los y las Guardaparques, tenemos que hablar del invaluable aporte de su labor, de los riesgos que corren en la defensa del patrimonio natural de todos los colombianos y de lo urgente que es mejorar sus condiciones laborales.
En una crisis planetaria sin precedentes como la actual, estos hombres y mujeres juegan un papel vital en la conservación de la naturaleza, que incluye además, ayudar a evitar futuras pandemias al proteger los puntos críticos de biodiversidad que restan.
Sin embargo, las condiciones que enfrentan a diario no solo son precarias sino también riesgosas, incluso para su vida. De acuerdo con cifras de la Federación Internacional de Guardaparques (IRF), entre 2020 y 2021, 120 guardaparques perdieron la vida mientras trabajaban por homicidios, ataques de animales o accidentes. Además, la misma organización estima que la pandemia ha cobrado la vida de al menos 500 guardaparques en el último año.
En Colombia, el país más riesgoso para la defensa del medio ambiente de acuerdo con la organización Global Witness, ser guardaparque es un riesgo permanente. Las áreas protegidas más críticas para estos guardianes son los Parques Nacionales Naturales Sierra Nevada de Santa Marta, Macarena, Tinigua, Picachos, Catatumbo, Paramillo, Orquídeas, La Paya, Farallones, Nukak, y Sanquianga, como lo reveló Parques Nacionales a finales de 2019.
Su misión es más difícil de lo que muchos se imaginan. Durante 10 años trabajé en Parques Nacionales y pude sentir la mística que se impregna en la piel desde el primer día que uno se entrega a la conservación y al buen vivir de las comunidades, sin importar el riesgo ni las dificultades. Pero los desafíos no son pocos.
Experimenté la soledad de muchos de los que viven en la mitad de la nada, lejos de sus familias y rodeados solo por la naturaleza durante meses.
Viví de cerca las jornadas sin hora de entrada ni salida, o días de descanso, porque nunca se sabe qué puede pasar en zonas como estas. A veces, una sola persona puede tener millones de hectáreas bajo su cuidado, en zonas tan recónditas que puede pasar varios días navegando o caminando para llegar al lugar.
En estas condiciones cada guardaparque se las arregla para asumir múltiples roles que van desde guía turístico, bombero, enlace comunitario, agente de la ley, moderador o comunicador y la lista podría continuar. Aun así, se entregan con total compromiso y amor porque esta pasión se lleva en las venas. Las áreas protegidas son declaradas para que perduren en el tiempo y muchos de los y las guardaparques asumen este camino con la misma tenacidad y persistencia.
El país está en mora de un cambio estructural en las condiciones de los y las guardaparques para que puedan hacer su trabajo de manera efectiva y eficiente. Si bien algunas condiciones han venido mejorando, es urgente la implementación de un régimen especial con mayores garantías que no solo incluya una mejor remuneración económica, mayor estabilidad laboral y condiciones de seguridad, sino también equipamiento, más oportunidades de capacitación y aprendizaje, así como mejor manejo de los tiempos de descanso que les permita compartir con sus familias periódicamente. Y lo primero, un reconocimiento de nuestra sociedad a su labor y gestión.
Por supuesto que una apuesta así requiere mayor presupuesto, pero lo que está en juego es la vida y el bienestar de las personas que cuidan la biodiversidad del país, de la cual dependemos todos.
El año pasado se creó la Alianza Universal de Apoyo a los Guardabosques (URSA en inglés) que impulsa un ‘nuevo acuerdo’ para mejorar las condiciones laborales de los guardaparques y de la cual WWF hace parte. La apuesta es ayudar a implementar la Declaración de Chitwan, una petición respaldada por más de 550 guardabosques de 70 países y presentada en el Congreso Mundial de la Federación Internacional de Guardaparques en 2019.
Que este Día Mundial de los y las guardaparques sea una oportunidad para atender a llamados como este y empezar a movilizar un reconocimiento más que merecido y justo a estos Héroes de la Naturaleza. Hoy desde WWF Colombia, les rindo mi más profundo homenaje.