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El tráfico ilegal de fauna es responsable de la aparición de especies invasoras en algunos ecosistemas. En Colombia ocurrió con los hipopótamos y con la rana toro, que es una especie nativa del norte de México y llegó al país de manera ilícita como una alternativa de proteína para el consumo humano. Pero es portadora de un hongo (Batrachochytrium dendrobatidis) y otras enfermedades que pueden afectar especies nativas de anfibios, reptiles y peces, lo que representa un riesgo para la diversidad de los ecosistemas y la salud de los seres humanos.
Otras especies las trafican para venderlas como mascotas o comercializarlas por partes, a través de sus plumas, cuernos, pieles y carne para alimento. Es un “mercado” que representa el tercer negocio ilícito más lucrativo en el mundo. Según el Ministerio de Ambiente puede alcanzar cifras de hasta 10 billones de dólares anuales. Por ejemplo, como contaba un artículo publicado en The New York Times, un gorila bebé puede costar hasta 250.000 dólares. Estas redes de comercio ilegal, muchas veces, se relacionan con otras actividades como el tráfico de armas, drogas o corrupción.
A este panorama, recientemente, se sumó el hipopótamo, una especie que llegó al país de manera ilegal y ahora hace parte de los animales que se trafican en Colombia. (Lea: Hipopótamos en Colombia: crece el problema y aún no hay una salida)
Las denuncias sobre el tráfico de hipopótamos
En 1981 Pablo Escobar se empeñó en construir su propio zoológico en la Hacienda Nápoles. A través de traficantes de animales trajo al país cuatro hipopótamos: tres hembras y un macho, que ahora se convirtieron en un grupo de más de 100 individuos. Hoy, después de cuarenta años de la llegada de esta especie invasora y con todas las discusiones que ha generado, se suman las denuncias por su tráfico ilegal.
En 2021, la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare (Cornare) denunció a las autoridades el tráfico ilegal de crías de hipopótamos en el Magadalena Medio. El mismo año, Mongabay Latam y Vorágine, dos medios de comunicación, dieron a conocer cómo se estaban vendiendo estos animales.
En las imágenes que publicó Mongabay se puede ver a un hipopótamo bebé pasear por la casa de su traficante, recostarse al lado de un perro e incluso nadar con una niña. Según la fuente que consultó Vorágine, estas crías pueden costar alrededor de tres y ocho millones de pesos y las venden a personas que las tienen en fincas como mascotas exóticas.
David Echeverri, coordinador del Grupo Bosques y Biodiversidad de Cornare, dijo a El Espectador que están a la espera de que la Fiscalía y la Policía realicen las investigaciones correspondientes. “En todo caso, es un hecho que está ocurriendo. Nos preocupa mucho porque puede sumarse al problema que ya existe con los hipopótamos en el país. El peligro está en que se distribuyan crías a otros lugares que no tengamos acceso ni manejo posible. Como ya sabemos, esta especie impacta fuertemente en nuestros ecosistemas”, dice.
El panorama del tráfico de especies en Colombia
En el país, según el Instituto Humboldt, las especies más afectadas por tráfico ilegal son el periquito bronceado, la lora común, la cotorra cheja, el perezoso de tres dedos, el armadillo de nueve bandas, el maicero blanco, la hicotea y la tarántula. Además de dos especies de plantas: el fresno y el bálsamo. (Le puede interesar: El pangolín, el animal más traficado del mundo)
Según cifras del Ministerio de Ambiente en Colombia, en 2021 fueron incautados 18.636 animales. Se estima que por cada individuo recuperado, hay otros cinco en comercio, y que solo el 30% o el 50% sobrevive. Esto quiere decir que por cada animal vivo que llega a su destino, diez fueron tomados en estado silvestre.
El profesor de la Universidad Javeriana Germán Jiménez, junto con un grupo de investigadores, contabilizó entre 2008 y 2009 el número de animales en cautiverio en centros de atención de fauna en el país por tráfico ilegal. La cifra en ese momento era de 7.000 especies. “Estos individuos tenían una probabilidad muy baja de éxito en cuanto a liberación silvestre”, recuerda el investigador.
En 2019 volvieron a hacer el estudio y las cifras no mejoran. Según Jiménez, entre las especies más recurrentes estaban las guacamayas y los loros, las tortugas, los primates y los gatos silvestres, además de ranas endémicas y escarabajos exóticos del Amazonas.
A varias de estas especies las suelen encontrar en un estado deplorable. Iván Valencia, fotógrafo colombiano, las ha retratado. Él se dedica a documentar la fauna silvestre incautada por el tráfico ilícito. Algunas de sus fotografías fueron publicadas en The New York Times. Una de ellas mostraba, por ejemplo, a un gavilán que no puede volar porque un traficante le disparó en un ala, una tortuga morrocoy que no tiene parte de su caparazón y un mono capuchino que perdió su brazo derecho.
El tráfico, uno de los focos de enfermedades zoonóticas
Esta actividad ilícita, también, es uno de los principales focos para el desarrollo de parásitos, hongos, virus y bacterias que aumentan la posibilidad del surgimiento de enfermedades zoonóticas.
En 2012, el biólogo Gustavo Trujillo le contó a la Revista Semana que le diagnosticaron psitacosis -una enfermedad causada por la bacteria Chlamydia psittaci- que se transmite a través de aves como loros, pavos y palomas. En ese momento trabajaba en el centro de atención y valoración de fauna del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, en Medellín, y según cuenta recibía con frecuencia animales incautados por tráfico ilegal, entre estos, loros. (Lea: Más del 70 % de las enfermedades humanas provienen de animales)
De acuerdo con la Sociedad para la Conservación de la Fauna Silvestres (WSC) esta clase de infecciones representan el 75% de enfermedades emergentes en los humanos.
La pandemia de #COVID19 nos llama con urgencia a acelerar la acción ambiental.
— Programa ONU Medio Ambiente (@unep_espanol) April 4, 2020
La deforestación, el tráfico ilegal de especies y la producción intensiva de alimentos son algunos de los factores asociados al aumento de las enfermedades zoonóticas. https://t.co/eatXLHienI pic.twitter.com/e2pdxHsOnn
Si bien los mercados ilegales en el mundo mutan de formas desenfrenadas e impiden, por su carácter, la caracterización de la problemática en sus dimensiones reales, investigadores e instituciones ambientales constantemente solicitan que se prendan las alarmas por un tema que representa un riesgo para la biodiversidad y la salud de los seres vivos.
Mientras esto ocurre, desde el 2014 investigadores de múltiples instituciones ambientales, universidades públicas y privadas y centros de investigación se unieron para crear código de barras de ADN de la biodiversidad del país, como fuente de información para ejercer control sobre el tráfico de especies. El proyecto se llama red iBOL Colombia. El Instituto Humboldt generó, hasta el momento, 90 códigos de barras de aves.