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                                                                                                                                Un fondo para proteger el agua de Sumapaz

                                                                                                                                La organización The Nature Conservancy ha invertido, a través del fondo Agua Somos, en proyectos de restauración y conservación de las cuencas que abastecen a Bogotá. Junto con las familias que viven cerca del páramo han logrado proteger el equivalente a 2.150 canchas de fútbol.

                                                                                                                                María Mónica Monsalve

                                                                                                                                El páramo de Sumapaz, el más grande del mundo, es el que abastece de agua al 10 % de Bogotá. / Andrés Torres

                                                                                                                                Después de casi hora y media de recorrido desde Bogotá, el GPS del celular de Tomas Walschburger, coordinador de ciencias de The Nature Conservancy Colombia (TNC), marca los 3.400 metros de altura. “Ya deberíamos estar en páramo”, advierte, pero alrededor el paisaje no ha cambiado. Siguen predominando el pasto para ganadería y el cultivo de papa.

                                                                                                                                Como muchos otros páramos, Sumapaz, el más grande del mundo, el que abastece de agua al 10 % de Bogotá, tiene el desafío de conservarse ante una agricultura que, de a poquitos, le ha ido robando pedazos de suelo. Esto sin contar que el agua que retiene en sus superficies y neblina debe enfrentarse a la contaminación y sedimentación que es arrojada abajo, cuando se convierte en el río Chisacá.

                                                                                                                                “Al realizar un análisis de cobertura de la cuenca del río Chisacá, pudimos identificar que el 85 % del área estudiada está transformada, y creemos que de ese 15 % que queda, el 5 % corresponde a especies introducidas”, aclara Liliana Martínez, gerente del fondo Agua Somos de TNC, cuando los biólogos que van en el carro preguntan por qué lo que más se ve son pinos.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Unos 200 metros más abajo se encuentra la finca de don Fermín Silva, campesino de la zona que desde el 2009 ha trabajado con TNC en proyectos de restauración y reconversión productiva. A diferencia de muchos de los predios que se ven en el camino, donde las vacas pastan junto al río y los cultivos de papa se extienden hasta el agua, el suyo tiene una cerca que bordea el Chisacá. La idea, explica Martínez, es que en las rondas —o áreas que bordean el agua— se siembren árboles que cumplen dos funciones: compensar la alta tasa de deforestación en Colombia y evitar que los cultivos lleguen hasta el agua y se viertan fertilizantes, sedimentos y contaminantes.

                                                                                                                                Además, como afirma don Fermín, una finca “sin sus maticas no vale nada”. “Me motivé a unirme a este proyecto porque yo miro alrededor y hay mucho terreno pelado, no hay nada que proteja la tierra, porque llega el verano y llegan las hieladas y acaban con todo. En cambio, habiendo arbolitos se protege uno de eso”, dice haciendo referencia a las últimas temporadas. “Con la sequía siempre nos ha ido pésimo a los campesinos de este sector”. Por esto, y por el precio fluctuante de la papa, muchos campesinos de la región prefieren dejarla enterrada.

                                                                                                                                Las cercas vivas, la ganadería silvopastoril, la restauración ecológica, los viveros comunitarios y la conservación del páramo, todos, son una inversión en infraestructura verde, aclara Adriana Soto, directora de TNC para la región Andes del Norte y Sur de Centroamérica (Nasca). “A diferencia de lo que se conoce como infraestructura gris, que es lo que se construye para hacer funcional los servicios de la naturaleza, la infraestructura verde son los ecosistemas en sí que nos dan servicios, pero que, además, traen cobeneficios”, afirma. Por ejemplo, una trampa de sedimentación para un río, que es infraestructura gris, solo tiene esa función y requiere mantenimiento. Mientras que al sembrar un bosque a la orilla del río, como lo está haciendo en su predio don Fermín, se cumple la misma función, además de garantizar una mejor calidad del agua, evitar la erosión de los suelos, crear corredores para polinizadores y conservar la biodiversidad acuática. “Por eso nuestra apuesta es por la infraestructura verde”, recuerda Soto.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                ***

                                                                                                                                La preocupación por proteger los páramos de Colombia no solo viene de que son reservorios de agua en caso de crisis o que son ecosistemas que solo se encuentran en escasos territorios del mundo, sino porque allá, en lo más alto de la montaña, todos los procesos son más lentos: si se quiere sembrar un árbol, tomará más tiempo; si se quiere tener ganado, engordarlo será más lento.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Hasta el momento, han restaurado 10 hectáreas en el área, con semillas de 40 especies recogidas en la zona y priorizando los nacimientos de agua y rondas de ríos. Liliana explica que restaurando una sola hectárea se les van alrededor de $7 millones. Esto sin contar el millón y medio anual de más que puede costar hacer el mantenimiento.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                La suma, evidentemente, es tan alta que no alcanzaría ni vendiendo toda la papa que se está cultivando en el límite de páramo. Como probablemente lo van a hacer los dueños de un predio que se ve al otro lado de la montaña, a unos 3.450 metros de altura, donde un tractor rojo se está llevando por delante los frailejones y las puyas para arar la tierra. La herida se ve clara: los puntos amarillos de las flores contrastan con el negro del suelo que el tractor va dejando atrás. 

                                                                                                                                El páramo de Sumapaz, el más grande del mundo, es el que abastece de agua al 10 % de Bogotá. / Andrés Torres

                                                                                                                                Después de casi hora y media de recorrido desde Bogotá, el GPS del celular de Tomas Walschburger, coordinador de ciencias de The Nature Conservancy Colombia (TNC), marca los 3.400 metros de altura. “Ya deberíamos estar en páramo”, advierte, pero alrededor el paisaje no ha cambiado. Siguen predominando el pasto para ganadería y el cultivo de papa.

                                                                                                                                Como muchos otros páramos, Sumapaz, el más grande del mundo, el que abastece de agua al 10 % de Bogotá, tiene el desafío de conservarse ante una agricultura que, de a poquitos, le ha ido robando pedazos de suelo. Esto sin contar que el agua que retiene en sus superficies y neblina debe enfrentarse a la contaminación y sedimentación que es arrojada abajo, cuando se convierte en el río Chisacá.

                                                                                                                                “Al realizar un análisis de cobertura de la cuenca del río Chisacá, pudimos identificar que el 85 % del área estudiada está transformada, y creemos que de ese 15 % que queda, el 5 % corresponde a especies introducidas”, aclara Liliana Martínez, gerente del fondo Agua Somos de TNC, cuando los biólogos que van en el carro preguntan por qué lo que más se ve son pinos.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Unos 200 metros más abajo se encuentra la finca de don Fermín Silva, campesino de la zona que desde el 2009 ha trabajado con TNC en proyectos de restauración y reconversión productiva. A diferencia de muchos de los predios que se ven en el camino, donde las vacas pastan junto al río y los cultivos de papa se extienden hasta el agua, el suyo tiene una cerca que bordea el Chisacá. La idea, explica Martínez, es que en las rondas —o áreas que bordean el agua— se siembren árboles que cumplen dos funciones: compensar la alta tasa de deforestación en Colombia y evitar que los cultivos lleguen hasta el agua y se viertan fertilizantes, sedimentos y contaminantes.

                                                                                                                                Además, como afirma don Fermín, una finca “sin sus maticas no vale nada”. “Me motivé a unirme a este proyecto porque yo miro alrededor y hay mucho terreno pelado, no hay nada que proteja la tierra, porque llega el verano y llegan las hieladas y acaban con todo. En cambio, habiendo arbolitos se protege uno de eso”, dice haciendo referencia a las últimas temporadas. “Con la sequía siempre nos ha ido pésimo a los campesinos de este sector”. Por esto, y por el precio fluctuante de la papa, muchos campesinos de la región prefieren dejarla enterrada.

                                                                                                                                Las cercas vivas, la ganadería silvopastoril, la restauración ecológica, los viveros comunitarios y la conservación del páramo, todos, son una inversión en infraestructura verde, aclara Adriana Soto, directora de TNC para la región Andes del Norte y Sur de Centroamérica (Nasca). “A diferencia de lo que se conoce como infraestructura gris, que es lo que se construye para hacer funcional los servicios de la naturaleza, la infraestructura verde son los ecosistemas en sí que nos dan servicios, pero que, además, traen cobeneficios”, afirma. Por ejemplo, una trampa de sedimentación para un río, que es infraestructura gris, solo tiene esa función y requiere mantenimiento. Mientras que al sembrar un bosque a la orilla del río, como lo está haciendo en su predio don Fermín, se cumple la misma función, además de garantizar una mejor calidad del agua, evitar la erosión de los suelos, crear corredores para polinizadores y conservar la biodiversidad acuática. “Por eso nuestra apuesta es por la infraestructura verde”, recuerda Soto.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                ***

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Hasta el momento, han restaurado 10 hectáreas en el área, con semillas de 40 especies recogidas en la zona y priorizando los nacimientos de agua y rondas de ríos. Liliana explica que restaurando una sola hectárea se les van alrededor de $7 millones. Esto sin contar el millón y medio anual de más que puede costar hacer el mantenimiento.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                La suma, evidentemente, es tan alta que no alcanzaría ni vendiendo toda la papa que se está cultivando en el límite de páramo. Como probablemente lo van a hacer los dueños de un predio que se ve al otro lado de la montaña, a unos 3.450 metros de altura, donde un tractor rojo se está llevando por delante los frailejones y las puyas para arar la tierra. La herida se ve clara: los puntos amarillos de las flores contrastan con el negro del suelo que el tractor va dejando atrás. 

                                                                                                                                Por María Mónica Monsalve

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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