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La conclusión fue que en total podía haber unas 270.000 toneladas flotando en los mares del mundo. Es decir, una cantidad tan grande como para llenar 10.000 camiones.
Pero pese a lo asombroso de esas cifras, algunos ambientalistas habían insistido en que esos datos apenas pueden llegar a ser un representación de lo que verdaderamente hay en el océano, pues tan sólo se registró lo que aparecía flotando en la superficie. Ahora, una investigación dirigida por la universidad de Plymouth y publicada por la Royal Society Open Science parece darles la razón.
Según este estudio, buena parte de la huella contaminante del ser humano está en las partes más profundas y remotas del agua, donde habría alrededor de 4.000 millones de fibras microscópicas de plástico por cada kilómetro cuadrado, o sea, una cifra cuatro veces mayor de lo que puede encontrarse en las aguas costeras.
La razón por la que esas diminutas partículas no son visibles en las imágenes que se han tomado es que el plástico se ha ido desintegrando poco a poco en pequeñas fibras microscópicas que han ido a parar a los fondos marinos del mundo. Allí se pueden encontrar desde 1,4 hasta 40 muestras de entre dos y tres milímetros de longitud por cada 50 milímetros de sedimentos.
Eso sólo sugiere que el hábitat marino está padeciendo un mal mucho mayor del que se pensaba. Y además, como había dicho en diciembre Marcus Eriksen, director de investigación de 5 Gyres, tratar de contener semejante problema es un asunto que requiere de un esfuerzo que no todos los países están dispuestos a hacer. El actual modelo para gestionar los materiales plásticos, dijo aquella vez, es ecológicamente insostenible.