Un tercio de la selva amazónica se degradó por la actividad humana
Los cambios causados por actividades humanas están ocurriendo cientos a miles de veces más rápido que los naturales que se han producido en la región a lo largo de su historia. Así lo mostró un reciente estudio publicado en Science y elaborado por 19 investigadores de siete países, entre ellos el biólogo colombiano Juan David Carrillo, quien le explica a El Espectador en qué consistió el trabajo.
La Amazonia es conocida por considerarse el pulmón verde de nuestro planeta. Además, es importante en el clima de la Tierra, pues representa hasta el 16% de la fotosíntesis terrestre y regula los ciclos del carbono y del agua. Aunque este ecosistema es fundamental y es el hábitat de una décima parte de las especies de plantas y animales, cada vez son más latentes las amenazas que ponen en riesgo sus bosques. (Lea: Proteger la Amazonia también servirá para salvaguardar las lenguas indígenas)
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La Amazonia es conocida por considerarse el pulmón verde de nuestro planeta. Además, es importante en el clima de la Tierra, pues representa hasta el 16% de la fotosíntesis terrestre y regula los ciclos del carbono y del agua. Aunque este ecosistema es fundamental y es el hábitat de una décima parte de las especies de plantas y animales, cada vez son más latentes las amenazas que ponen en riesgo sus bosques. (Lea: Proteger la Amazonia también servirá para salvaguardar las lenguas indígenas)
Así lo mostró un reciente estudio elaborado por 19 investigadores de siete países, en el que se muestra que la actividad humana ha degradado un tercio de este ecosistema. La investigación también advirtió que el daño causado a este bosque, que se extiende por nueve países, es significativamente más grande de lo que se conocía.
Uno de los investigadores que participó de este estudio es Juan David Carrillo, biólogo colombiano y doctor en ciencias naturales, quien explica a El Espectador que para este análisis compararon la magnitud y tasas de cambio en la Amazonia causadas por diferentes actividades humanas y las generadas por los cambios naturales, como las variaciones climáticas, eventos geológicos o cambios evolutivos, que han ocurrido en esta región, el continente suramericano y a nivel global.
De acuerdo con Carrillo, la mayoría de los estudios que se habían realizado anteriormente sobre este ecosistema se enfocaron en las consecuencias de la deforestación. Pero, en esta reciente investigación, que fue la portada de la última edición de la revista Science, cuantificaron la diferencia entre los daños ambientales causados por las actividades humanas y los provocados por los procesos naturales.
“Encontramos que los cambios en la Amazonia producidos por actividades humanas están ocurriendo de cientos a miles de veces más rápido que los procesos geológicos, naturales y climáticos. Los cambios producidos por actividades humanas han sucedido en décadas, mientras que los naturales y climáticos se presentaron en escalas de miles a millones de años”, asegura el biólogo. (Puede leer: “Genocidio” de yanomamis en la Amazonia: Lula acusa a Bolsonaro)
Para este estudio, los investigadores se basaron en los datos publicados en el informe de evaluación de la Amazonia producido por el Panel Científico por la Amazonia (PCA). Este panel está compuesto por más de 240 investigadores y el documento recoge la información más actualizada sobre la biodiversidad, el estado de los ecosistemas y las poblaciones humanas en esta región.
Carrillo, antes de explicar los resultados, recuerda que esta zona no es homogénea, sino que, por el contrario, varía mucho en su composición, las especies que habitan sus diferentes ríos y ecosistemas. “Así mismo, es un sistema interconectado, los cambios que ocurren en la Amazonia pueden llegar a afectar a toda la región, el continente e incluso el clima a nivel global”, comenta.
Los resultados mostraron que los cambios en la Amazonia causados por actividades humanas están ocurriendo cientos a miles de veces más rápido que los naturales que se han producido en la región a lo largo de su historia. “Esto significa que las alteraciones actuales se están produciendo demasiado rápido para que las especies y el ecosistema amazónicos puedan adaptarse”, comenta.
Estos hallazgos se suman a los encontrados por otro grupo de investigadores, cuya publicación también hace parte de la portada de Science. De este estudio hizo parte la profesora de la Universidad Nacional, Dolors Armenteras.
En este último estudio determinaron que los incendios, la extracción de madera y los efectos de borde (que es el impacto de estos fenómenos y los cambios en el hábitat a lo largo de las fronteras del bosque) han degradado al menos el 5,5% del bosque amazónico que queda, lo que representa unos 364.748 kilómetros cuadrados, entre 2001 y 2018. Y, cuando los efectos de la sequía aparecen, el área degradada aumenta a 2,5 millones de kilómetros cuadrados, es decir, el 38% del bosque amazónico.
A pesar de que gran parte del estudio se centra en la parte de la Amazonia que está en Brasil, Carrillo indica lo que enfrenta Colombia. “Se estima que la Amazonia ha perdido cerca del 17% de su área de bosque. Durante varios años las tasas más altas de deforestación se dieron en la parte brasilera, pero en los últimos años la deforestación ha aumentado considerablemente en la zona colombiana”.
En Colombia, para el período 2001 – 2021 se deforestaron 3.182.876 hectáreas, de estas 1.858.285 corresponden a la Amazonia. El Ministerio de Ambiente, en septiembre de 2022, estimó que “al finalizar 2022 la Amazonia tendría un aumento de la deforestación de cerca del 11 %”. (Le puede interesar: ¿Funcionó el cuestionable experimento de lanzar semillas desde un helicóptero?)
Para los investigadores, los principales impulsores de la deforestación y degradación de la Amazonia son los cambios regionales en el uso de la tierra y el cambio climático global. Y este ecosistema está siendo deforestado y degradado a una velocidad supremamente alta.
“El llamado que hacemos es a actuar con rapidez. Las políticas para evitar lo peor deben aplicarse de inmediato. Todavía hay bosques en la Amazonia que podemos y debemos conservar y es posible restaurar las zonas degradadas. Los pueblos indígenas y las comunidades locales han vivido allí durante cientos a miles de años y tienen un gran conocimiento del uso sostenible de la biodiversidad, protegiendo y restaurando sus ecosistemas. Podrían ser clave”, anota Carrillo.
Pero, ¿qué pasaría con este ecosistema si seguimos al ritmo actual? De acuerdo con Carrillo, debido a la deforestación, grandes zonas de la Amazonia están siendo transformadas muy rápidamente de un ecosistema de bosque húmedo tropical a un paisaje deforestado por las actividades agroindustriales.
“Con los alarmantes índices de destrucción y degradación de los bosques, la Amazonia corre el riesgo de transformarse en un paisaje sin bosques, perdiendo su capacidad de absorber carbono, lo que provocaría profundas alteraciones del clima y tendría consecuencias para sus habitantes y para todo el planeta”, advierte.
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