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La memoria ayuda a los animales a recordar dónde están los recursos y sus experiencias al alimentarse. Esto puede ser útil para mejorar la búsqueda de comida. En los primates, por ejemplo, se cree que acceder a alimentos nutritivos pero difíciles de obtener ha impulsado su evolución cognitiva, ya que recordar estos recursos les da ventajas. Sin embargo, se sabe poco sobre cómo los primates usan la memoria para buscar alimento en su entorno natural.
En los primates que comen frutas, recordar la ubicación de los árboles y sus periodos de fructificación les permite aprovechar mejor la fruta, que suele estar disponible solo por poco tiempo. Estos beneficios son aún más importantes en hábitats estacionales, como las sabanas, donde la comida es escasa y está dispersa. Estos animales emplean diversas estrategias de localización de alimentos. Algunas especies pueden caminar al azar o volver a recorrer rutas conocidas, pero cada vez hay más pruebas que sugieren que los primates construyen mapas mentales.
Los mapas mentales más simples funcionan como un esquema de rutas y conexiones, donde los animales recuerdan puntos clave (como árboles o rocas) y los caminos que los unen. Sin embargo, en el caso de los chimpancés (Pan troglodytes), se ha encontrado evidencia de mapas mentales más avanzados, conocidos como mapas euclidianos o basados en coordenadas. Estos mapas no solo incluyen puntos de referencia, sino también información sobre geometría, distancias y coordenadas, lo que les permite planificar rutas precisas incluso hacia lugares alejados.
“El trabajo con chimpancés cautivos ha informado de la retención de información espacial durante meses después de breves exposiciones, la optimización de la ruta a los sitios de alimentación y la rápida resolución de problemas de navegación en realidad virtual utilizando puntos de referencia”, escribe un grupo de investigadores en un artículo publicado en Nature recientemente. La memoria espacial es crucial para todos estos sistemas de navegación. Sin embargo, el uso de la memoria a largo plazo para la búsqueda de alimento solo se ha informado en una comunidad de chimpancés salvajes en Taï (Costa de Marfil).
Al detectar frutos, cuentan los investigadores en el estudio, los simios planearon su estrategia de búsqueda de alimento utilizando la densidad de los árboles, el período de fructificación, el contenido de grasa de los frutos y si varios árboles de la misma especie fructificaron simultáneamente. Además, planearon el desayuno del día siguiente considerando los posibles riesgos de depredación y competencia. “Trabajos previos habían descrito que los chimpancés de Taï integraron información sobre la ubicación y las distancias entre los martillos de piedra, los yunques y los árboles con nueces para optimizar el agrietamiento de las nueces”, detallan los autores. “El uso de información ecológica de experiencias pasadas sugiere que los chimpancés pueden no solo confiar en la memoria espacial para buscar alimento, sino también en la memoria de tipo episódico”.
La memoria episódica permite recordar no solo lo que sucedió, sino también cuándo y dónde ocurrió, además de incluir una sensación de uno mismo dentro de ese recuerdo. Hay estudios que muestran que peces, aves, roedores y primates pueden recordar información sobre qué pasó, cuándo y dónde, mientras que los grandes simios también pueden recordar quién realizó una acción específica. No está claro si los animales no humanos se ven a sí mismos como parte de sus recuerdos.
Pero los chimpances no solo consumen plantas, como en el caso del ejemplo de Costa de Marfil. Los chimpancés salvajes se alimentan de invertebrados y vertebrados, que suelen representar desafíos cognitivos relacionados con el espacio y el tiempo. Estudiar cómo los chimpancés enfrentan estos desafíos es complicado porque las presas suelen moverse de manera impredecible. Algunos insectos sociales, como las termitas, tienen nidos fijos que permiten analizar cómo los chimpancés usan su memoria para buscarlos. Los insectos han sido una fuente importante de alimento a lo largo de la evolución de los primates, incluidos los humanos.
La insectivoría plantea desafíos específicos del sitio, como lo ejemplifica el hecho de que los chimpancés se alimenten de hormigas guerreras (Dorylus spp). El consumo de hormigas guerreras ocurre en al menos 19 sitios de estudio de chimpancés, generalmente involucrando el uso de herramientas, y variando desde anecdótico hasta habitual. En Gashaka, Nigeria, los chimpancés presentan la frecuencia de consumo de hormigas más alta jamás reportada. Allí, dicen los investigadores, estas hormigas abundan, se dispersan de manera impredecible y rara vez reocupan los nidos, lo que hace que la memoria sea ineficaz y hace que el oportunismo sea la mejor estrategia de búsqueda de alimento para los chimpancés de Gashaka. Pero el oportunismo puede ser inútil donde las hormigas son escasas.
Todavía se desconoce si los chimpancés planifican el consumo de este nutritivo alimento. Los investigadores estudiaron si los chimpancés usan su memoria para explotar los nidos de hormigas guerreras. Para ello, se investigó la distribución espacial y temporal de los nidos, así como la frecuencia con que los chimpancés consumen estas hormigas. Si los nidos fueran escasos y se encontraran en lugares recurrentes, buscar hormigas implicaría desafíos cognitivos similares a los asociados con la búsqueda de frutas. En tal caso, se esperaría que los chimpancés usaran estrategias complejas, como recordar la ubicación exacta de los nidos y evaluar su actividad en visitas previas, en lugar de alimentarse de manera casual, como ocurre en otras situaciones documentadas.
Con el objetivo de comprender cómo los chimpancés localizan estos nidos, que suelen ser ocultos y subterráneos, se propusieron dos hipótesis. La primera, denominada hipótesis de memoria espacial, sugiere que los chimpancés recuerdan la ubicación de los nidos y los visitan de forma intencional. Según esta hipótesis, los chimpancés regresarían repetidamente a los mismos nidos tanto dentro del mismo año como en años posteriores, y lo harían con mayor frecuencia que a lugares similares sin nidos. En contraste, la segunda hipótesis plantea que los chimpancés encuentran los nidos de manera oportunista. De ser así, no habría un patrón consistente de visitas repetidas a los mismos nidos, y los sitios con nidos serían visitados con la misma o menor frecuencia que aquellos sin nidos.
El estudio también abordó si los chimpancés recuerdan detalles de visitas previas a hormigueros. Debido a que las hormigas abandonan y reocupan los nidos de forma irregular, se consideró que los chimpancés no podrían prever con exactitud cuándo un nido estaría activo, a diferencia de la búsqueda de frutas. Sin embargo, se planteó que los chimpancés podrían usar información de experiencias previas, como la presencia o ausencia de hormigas en visitas anteriores, para decidir cuánto esfuerzo invertir en buscar hormigas en un nido específico. Se hipotetizó que los chimpancés emplean una memoria similar a la episódica para este propósito.
Según esta hipótesis, se esperaba que regresaran más rápidamente a los hormigueros donde recientemente habían encontrado hormigas y que inspeccionaran esos nidos con mayor detenimiento. Este comportamiento indicaría que los chimpancés integran información pasada para evaluar la probabilidad de éxito en sus búsquedas, invirtiendo más esfuerzo en los nidos donde previamente encontraron alimento. Además, el estudio exploró los sentidos y estrategias que los chimpancés utilizan para detectar hormigas dentro de los nidos, incluyendo el uso de herramientas. La investigación se llevó a cabo en Dindefelo, Senegal, un hábitat de sabana seca y cálida que representa un entorno desafiante para la búsqueda de alimento, ofreciendo un contexto ideal para analizar estas capacidades.
Tienen memoria y la usan
Lo primero que concluyeron los investigadores es que las hormigas guerreras eran escasas en el área de Dindefelo. Durante los muestreos, nunca se encontró más de un nido o sendero de hormigas por transecto. La densidad de nidos en la estación lluviosa fue de apenas 0,04 ± 0,2 nidos por kilómetro y no se encontraron nidos en la estación seca. Un análisis adicional en bosques de galería durante la estación seca mostró una mayor presencia de senderos de hormigas, con 0,63 ± 0,5 senderos por kilómetro. Todos los encuentros con hormigas ocurrieron en áreas de vegetación con árboles, como pastizales arbolados, bosques y bosques de galería, durante la estación lluviosa. En contraste, durante la estación seca, las hormigas solo se encontraron en los bosques de galería.
La presencia de hormigas es importante por su impacto en el comportamiento de los chimpances. El análisis de las heces mostró que las hormigas formaban parte de su dieta. En el 18,8% de las muestras fecales se encontraron restos de hormigas con un promedio de 1,6 ± 2,6 cabezas de hormiga por gramo de masa fecal, lo que evidencia su consumo regular aunque limitado. En un estudio a largo plazo de cinco años, se documentaron las interacciones de chimpancés adultos con nidos de hormigas guerreras en Dindefelo. Un total de 34 chimpancés adultos (15 hembras y 19 machos) visitaron las cuatro ubicaciones monitoreadas de hormigueros.
No se identificaron individuos juveniles ni crías en las visitas. Una ubicación de hormiguero fue definida como un lugar específico donde los chimpancés buscaban hormigas en nidos ocultos y subterráneos, mientras que una visita se registró cuando un chimpancé llegaba al sitio e interactuaba con el nido. De los individuos registrados, 23 chimpancés (67,6%) volvieron a visitar al menos un hormiguero durante el periodo de estudio. Dieciocho chimpancés revisitaron un único hormiguero, y cinco visitaron dos ubicaciones diferentes. En promedio, cada chimpancé visitó un mismo hormiguero 7,8 a 7,7 veces.
Además, 21 chimpancés (61,8%) fueron observados visitando el mismo hormiguero en días diferentes. El caso más destacado fue el de una chimpancé hembra adulta llamada Hiila, quien regresó al mismo hormiguero en 25 días diferentes a lo largo de cinco años. Durante la temporada lluviosa, las ubicaciones de los hormigueros monitoreados se inundaban, lo que imposibilitaba las visitas y el registro con cámaras trampa.
Se registraron 15 ocasiones en las que un chimpancé regresó al mismo nido durante el mismo día, seis al día siguiente y otras seis dos días después. Las visitas consecutivas al mismo nido ocurrieron incluso con intervalos de hasta tres años. Los chimpancés demostraron una notable capacidad de memoria al regresar intencionalmente a los hormigueros tras periodos de hasta cinco meses, que es la duración de las lluvias que impiden el acceso a los nidos, escriben los autores.
Estos resultados sugieren que los chimpancés no solo recordaban la ubicación de los nidos, sino que priorizaban visitar estos sitios en comparación con otras áreas similares sin nidos de hormigas. En solo el 4,3% de los días en que los chimpancés visitaron los hormigueros, encontraron hormigas y se alimentaron de ellas. Para hacerlo, utilizaron palitos rectos, delgados y sin hojas, los cuales emplearon como herramientas para sumergir las hormigas. En el 95,7% de las visitas restantes, los chimpancés exploraron los nidos en busca de hormigas, pero los encontraron vacíos, lo que los investigadores denominaron visitas fallidas.
Algo muy interesante de eso es que el tiempo que un chimpancé buscaba hormigas en un nido disminuyó a medida que aumentaba el tiempo desde que el mismo chimpancé encontró hormigas por última vez en ese nido específico. Los chimpancés pasaron significativamente más tiempo buscando hormigas en un nido cuando habían encontrado hormigas en su visita anterior, en comparación con cuando no las encontraron. Y de forma similar, volvieron más rápidamente a los nidos donde habían encontrado hormigas en su visita anterior, en comparación con los nidos en los que no las habían encontrado.
Después de haberse acercado a un nido, los chimpancés mostraron comportamientos asociados con cuatro sentidos (vista, olfato, gusto y tacto) para distinguir los nidos ocupados de los vacíos. La vista fue el sentido más utilizado, seguido del olfato, lo que apoya las sugerencias previas de su importancia en la búsqueda de hormigas. “Aunque se ha planteado la hipótesis de que los simios pueden utilizar el oído para detectar hormigas guerreras, no encontramos evidencia de que esto ocurra en Dindefelo. Los chimpancés a veces quitaban obstáculos de la entrada de un nido usando sus manos, pero no pudimos determinar si obtenían información táctil mientras lo hacían”, detallan los autores. El uso simultáneo de múltiples sentidos puede ocurrir mientras se buscan hormigas, por ejemplo, si un individuo observa, huele y saborea su mano después de haberla metido en un nido.
“Nuestros resultados sugieren que los chimpancés Dindefelo pueden usar la memoria espacial para volver a visitar nidos de hormigas y la memoria episódica para recordar la presencia de hormigas en visitas anteriores, que son estrategias que solo se habían informado anteriormente para la frugivoría”, concluyen los investigadores. Investigaciones futuras pueden determinar si estas estrategias cognitivas espaciotemporales para la insectividad son utilizadas por chimpancés en otros sitios. Los chimpancés muestran las habilidades cognitivas espaciotemporales más complejas descritas para primates no humanos.
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