Una lagartija sin orejas que se creía extinta aparece tras 50 años
Con la especie redescubierta, Australia y expertos están reiniciando estudios y monitoreando de cerca la población redescubierta. Se espera iniciar un programa de reproducción para salvar a la especie.
El gobierno de Australia ha confirmado en las últimas semanas el descubrimiento histórico de una población de dragones sin orejas de pastizales victorianos (Tympanocryptis pinguicolla), un animal que se creía extinto y que había sido visto por última vez en 1969.
El pequeño dragón es de color marrón claro con tres rayas blancas a lo largo de su cuerpo y varias bandas más oscuras a lo largo de su cuerpo. Mide solo 15 cm de la cabeza a la cola cuando está completamente desarrollado. A diferencia de la mayoría de los otros lagartos, no tiene aberturas para los oídos externos.
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Es un animalito enérgico para su tamaño y los adultos pueden moverse más de 110 metros en un día. El dragón sin orejas de los pastizales victorianos alguna vez fue razonablemente común en hábitats de pastizales adecuados desde Melbourne hasta el área metropolitana de Geelong, en Australia. Se cree que la pérdida, la degradación y la fragmentación del hábitat son las principales causas de su declive.
Para proteger el hábitat y la especie, el gobierno evita dar la ubicación de la población redescubierta, pero confirma que se están realizando estudios en el sitio para comprender mejor el tamaño de la población. Para eso se están invirtiendo más de 118.000 dólares.
Ese dinero se está invirtiendo en, por ejemplo, perros de detección especialmente entrenados para olfatear más poblaciones del dragón. También se está estableciendo rápidamente un programa de reproducción para garantizar que la especie no se pierda otra vez.
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“Esta es una extraordinaria segunda oportunidad. El redescubrimiento de una especie que se creía extinta inspira la esperanza de encontrar otros tesoros perdidos como el tigre Tassie”; escriben el ecologista conservacionista Brendan Wintle y la ecologista urbana Sarah Bekessy en The Conversation.
Allí las expertas consideran que deben suceder rápidamente tres cosas para salvar a este animal de la extinción. La primera es crear una población reproductora, gestionar su diversidad genética restante y criar suficientes individuos para volver a la naturaleza. La segunda es proteger hábitats del tamaño, la calidad y la cantidad necesarios para sustentar poblaciones autosuficientes.
Y la tercera es restaurar y administrar estos hábitats, reducir las amenazas, reintroducir los dragones y monitorear los resultados para garantizar la viabilidad a largo plazo de la especie. Las investigadoras estiman que un programa de conservación que cumpla esas tres condiciones y etapas podría alrededor de $56 millones de dólares durante diez años. “Si esto suena como mucho dinero, considere que los australianos gastan más de $ 30 mil millones al año en el cuidado de mascotas”, finalizan las investigadoras.
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El pequeño dragón es de color marrón claro con tres rayas blancas a lo largo de su cuerpo y varias bandas más oscuras a lo largo de su cuerpo. Mide solo 15 cm de la cabeza a la cola cuando está completamente desarrollado. A diferencia de la mayoría de los otros lagartos, no tiene aberturas para los oídos externos.
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Para proteger el hábitat y la especie, el gobierno evita dar la ubicación de la población redescubierta, pero confirma que se están realizando estudios en el sitio para comprender mejor el tamaño de la población. Para eso se están invirtiendo más de 118.000 dólares.
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Allí las expertas consideran que deben suceder rápidamente tres cosas para salvar a este animal de la extinción. La primera es crear una población reproductora, gestionar su diversidad genética restante y criar suficientes individuos para volver a la naturaleza. La segunda es proteger hábitats del tamaño, la calidad y la cantidad necesarios para sustentar poblaciones autosuficientes.
Y la tercera es restaurar y administrar estos hábitats, reducir las amenazas, reintroducir los dragones y monitorear los resultados para garantizar la viabilidad a largo plazo de la especie. Las investigadoras estiman que un programa de conservación que cumpla esas tres condiciones y etapas podría alrededor de $56 millones de dólares durante diez años. “Si esto suena como mucho dinero, considere que los australianos gastan más de $ 30 mil millones al año en el cuidado de mascotas”, finalizan las investigadoras.