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Solo quienes han tenido la fortuna de viajar con botánicos han podido comprobar la pasión que les despierta recolectar plantas. A diferencia de los biólogos, que buscan huellas de mamíferos o anfibios ocultos en alguna bromelia, los botánicos suelen andar entre los bosques con un poco más de paciencia. A medida que avanzan y observan con detenimiento lo que está a su alrededor, van recogiendo especies que luego prensan, secan y almacenan en largas jornadas. Es un esfuerzo que será tan útil para ellos como para futuros científicos que quieran investigar sobre plantas. (Lea: Descubren tres nuevas especies de orquídeas en dos Parques Nacionales Naturales)
Así como aún sobreviven los ejemplares que recolectó José Celestino Mutis en su paso por Suramérica, y así como todavía permanecen en la Linnean Society de Londres muestras recogidas por el naturalista Charles Linneo en el siglo XVIII, los especímenes que hoy recojan sus antecesores quedarán disponibles para la posteridad. A menos, claro, que algo los arruine y eche a perder un trabajo colectivo de más de 50 años.
Eso es justo lo que temen algunos botánicos que suceda en el Valle del Cauca. Desde octubre de este año han tocado varias puertas para evitar que el herbario más grande del suroccidente colombiano se arruine por un descuido que aún no han podido resolver. Ubicado en la Universidad del Valle, este lugar guarda cerca de 80 mil plantas que en los últimos 10 meses han estado sin algo clave para preservarlas: aire acondicionado.
Como cuenta Alejandro Zuluaga, encargado de la colección, antes de octubre el lugar estuvo cerca de ocho meses sin aire, lo que ocasionó serios problemas. Las plagas empezaron a comerse algunas hojas, y los hongos, inevitablemente, comenzaron a aparecer. Resguardar los ejemplares a una temperatura como la de Cali (de más de 30° C) es para cualquier botánico una tarea imposible de cumplir.
Por esa época, Hilda Sanint, investigadora que con frecuencia recurre al herbario y que pertenece a un grupo que está haciendo un listado de las especies del Parque Nacional Natural Farallones, decidió enviarle una carta al rector de la universidad, Édgar Varela. En ella le recordaba que en aquel lugar había permitido la formación de botánicos colombianos y extranjeros, y que sus colecciones “eran una fuente invaluable de información sobre las plantas del país”. Son un “patrimonio”, añadía. (Puede leer: Encuentran flor colombiana que por 230 años se creyó desaparecida)
Pero tenía un gran problema: “Desde su construcción, el sistema de aire acondicionado, indispensable para la preservación de las colecciones, ha presentado fallas recurrentes hasta el punto de colapsar y necesitar un cambio definitivo. Los últimos ocho meses han sido críticos, el aire no funciona y las colecciones se están deteriorando”. Su petición era que lo cambiaran de manera definitiva.
Ante su súplica y la de Alejandro Zuluaga, la Dirección Universitaria de la U. del Valle se comprometió a repararlo. A finales de octubre, y tras invertir $14 millones, lo puso en marcha nuevamente y prometió que se gestionarían recursos para que el sistema se cambie de forma definitiva, luego de que se formulara un proyecto de inversión. La mala noticia es que, mientras eso sucedía, el aire dejó de funcionar.
“Su funcionamiento, desde entonces, ha sido intermitente. En la universidad se formó un comité, hubo algunas reuniones y prometieron que un ingeniero mecánico haría un análisis del problema. Pero no conocimos nunca su veredicto ni me volvieron a responder mis correos. Aseguraron que incluirían el cambio del sistema en el presupuesto de 2022, pero no volvimos a saber nada más”, asegura Zuluaga.
Aunque es difícil dar una cifra precisa del costo de un sistema que mantenga la refrigeración que requieren 80 mil plantas, Zuluaga dice que el valor podría ser de $300 millones, una cifra nada despreciable para las universidades públicas, siempre en apuros financieros. Él lo sabe, pero parece que es la única solución si se quiere resguardar la colección.
Se trata de un espacio que en los últimos seis años ha permitido que unos 25 estudiantes de maestría y doctorado saquen adelante sus investigaciones. Entre 2015 y 2021, más de 200 artículos científicos y libros han usado las colecciones del herbario, y en los últimos dos años 20 especies de plantas y hongos liquenizados nuevos fueron descritos en el herbario. (Lea también: Una “planta misteriosa” es declarada como nueva especie en la Amazonia)
Al consultar a la U. del Valle, a través de su departamento de prensa aseguran que, pese a que no hubo reuniones, el proceso para salvar el herbario sigue en pie. Aunque no se ha diseñado el proyecto para precisar cuál sería su valor, dicen que está incluido en el presupuesto de mantenimiento de 2022. Alejandro espera que así sea, pero mientras le notifican, no le ha quedado más remedio que tratar de acabar las plagas con fumigación. “Sé que esta es una noticia que compete con otras nacionales, pero para nosotros es igual de urgente”, dice Sanint. “Necesitamos salvar ya ese herbario”.