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A mediados de mayo, John Cloke e Indy Crimmins, regresaban de una jornada de pesca en las aguas de Norman’s Beach, cerca de la Albany, una ciudad en Australia. Durante su recorrido, Cloke observó a lo lejos un animal gigante que flotaba y se dejaba llevar por las olas del mar, mientras a su alrededor volaban algunos pájaros.
Intrigado por lo que veía, el hombre echó a volar su dron y capturó unas imágenes que no son tan fáciles de lograr, a pesar de que el evento natural es usual. Lo que en realidad estaba sucediendo era que, aproximadamente, 60 tiburones se arremolinaron alrededor de una ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) de aproximadamente 15 metros que flotaba muerta. El video fue publicado originalmente en Instagram. (Puede leer: Los elefantes están comiendo plástico)
A group of sharks feast on a dead humpback whale near Albany, Western Australia.
— IFLScience (@IFLScience) May 26, 2022
As the body decomposes, the gasses produced make it the perfect floating meal for scavengers. Eventually, the carcass will lose its buoyancy and sink to the seabed. pic.twitter.com/nEWnUhTkIT
Era un banquete para los enormes peces que, según cuenta Cloke, llegaron a ser 100 en un punto. Por su parte Steve Taylor, investigador de tiburones en el Departamento de Industrias Primarias y Desarrollo Regional de Australia, le dijo al medio australiano ABC News que el video logrado por la pareja “es una filmación muy interesante pero no tan inusual”, aunque calificó como “hermosas” las imágenes.
Taylor también comentó que, a pesar de que la especie de la ballena pudo ser identificada, la de los tiburones no. Aseguró que pudo tratarse de tiburones de arrecife pequeños, probablemente balleneros de bronce (Carcharhinus brachyurus). (Le puede interesar: En 2050 el 50 % del mundo sufrirá escasez de agua, ¿de dónde la sacaremos?)
El experto en tiburones apuntó que el cadáver de las ballenas es una excelente oportunidad de alimentación para muchas especies, además de los tiburones. Lo captado por el video es solo el primer paso en la descomposición del cuerpo de estos cetáceos. Luego de hundirse, los restos quedan expuestos para que pulpos, cangrejos y anguilas los devoren. Los huesos alimentan a microbios y gusanos por más de una década, según lo ha constatado la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos,