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                                                                                                                                Yo estuve en el desmonte de la selva amazónica

                                                                                                                                Rodrigo Botero, director de la FCDS, sobrevoló más de 10.000 kilómetros de selva durante el 2018. Fue un testigo de la deforestación que la devoró este año.

                                                                                                                                Rodrigo Botero*

                                                                                                                                El Ideam informó este año que la deforestación se duplicó en el Amazonas. Mientras en 2016 se deforestaron 70.074 hectáreas, en 2017 la cifra aumentó a 144.147. / FCDS
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El primer recuerdo de este año es el de los sobrevuelos de los primeros tres meses, en medio del verano, cuando grandes zonas deforestadas fueron incineradas ante la impotencia del Estado. A ratos, el humo imposibilitaba la visibilidad en la avioneta. Por esa época, Juan Manuel Santos, que terminaba su período presidencial, viajó con una comitiva al Vaupés y, para su sorpresa, encontró la Amazonia en llamas. Esa imagen fue decisiva para tomar el último impulso que logró ampliar el Parque Nacional Chiribiquete (declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco este año), que ya veía venir a los grandes deforestadores por los lados de los ríos Yarí, Camuya, La Tunia y Guayabero mientras había un puesto de mando ambiental en San José.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En la Reserva Campesina del Guaviare, cerca del hermoso cerro de La Lindosa, ya hay gigantescas fincas, marcadas por postes bien pintados. Es curioso porque se requiere mucha plata para hacer toda esta inversión. De manera reiterada vi lotes vacíos, sin gente, ni pasto, ni casas ni ganado. Según dicen, esperando a que se lo asignen a alguien o que alguien los compre. (Puede leer: Así se organiza la Amazonía para el posconflicto)

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Hay un punto en donde el río Inírida pasa un surco milenario en la roca, en su nacimiento, y cae en un hermoso chorro. Alrededor, la vereda Nueva York y sus extensos cultivos de coca que llegarán a las calles de su homónima estadounidense, que la aspira y así la mantiene en medio de la selva. 

                                                                                                                                Pasamos entre Chiribiquete y Macarena y me doy cuenta de que hay alguien que conoce el territorio muy bien, mejor que cualquiera. Conoce las viejas trochas, conoce los ríos, conoce a la gente indicada. Hay alguien que piensa en ese territorio y planifica lo que será de él. Van apareciendo fincas, trochas bajo el bosque que poco a poco se descubren y para final de año son vías expuestas que conectan territorios inmensos y lejanos. Alguien tiene otro plan y no es el de un paisaje protegido para los indígenas en aislamiento voluntario. Nos regresamos, pensando en huir del humo y el olor de madera fresca aserrada, que a 500 metros sobre el suelo inunda la pequeña aeronave. Busco afanoso las fincas de los campesinos que avanzan en las iniciativas de manejo forestal, a ver si logro compensar el escepticismo con que salgo cada vez que vuelo sobre la Amazonia.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Y cuando creo que escapamos de la tragedia me encuentro una imagen alucinante: una palma al borde del bosque. No es de asaí, ni de seje, ni de canangucha ni alguna especie nativa. Es palma de aceite. Se alzan dentro de la Reserva Forestal del Guaviare, donde se está sembrando palma. Dentro de la vecina Reserva Campesina hay postes instalados —y muchos—, maquinaria y carreteras hasta donde alcanza la vista. Al otro lado del río, sobre el Ariari, veo bosques en el suelo y pequeñas palmas en siembra.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                He trabajado en la Amazonía durante dos décadas, y nunca antes había visto algo así. No puedo sino pensar que quienes tienen planes para la Amazonia distintos a conservarla y usarla sosteniblemente están triunfando como nunca antes. (Lea también: Pueblos indígenas de la Amazonía colombiana recuperan hectáreas de su territorio ancestral)

                                                                                                                                * Director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS).

                                                                                                                                El Ideam informó este año que la deforestación se duplicó en el Amazonas. Mientras en 2016 se deforestaron 70.074 hectáreas, en 2017 la cifra aumentó a 144.147. / FCDS
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El primer recuerdo de este año es el de los sobrevuelos de los primeros tres meses, en medio del verano, cuando grandes zonas deforestadas fueron incineradas ante la impotencia del Estado. A ratos, el humo imposibilitaba la visibilidad en la avioneta. Por esa época, Juan Manuel Santos, que terminaba su período presidencial, viajó con una comitiva al Vaupés y, para su sorpresa, encontró la Amazonia en llamas. Esa imagen fue decisiva para tomar el último impulso que logró ampliar el Parque Nacional Chiribiquete (declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco este año), que ya veía venir a los grandes deforestadores por los lados de los ríos Yarí, Camuya, La Tunia y Guayabero mientras había un puesto de mando ambiental en San José.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En la Reserva Campesina del Guaviare, cerca del hermoso cerro de La Lindosa, ya hay gigantescas fincas, marcadas por postes bien pintados. Es curioso porque se requiere mucha plata para hacer toda esta inversión. De manera reiterada vi lotes vacíos, sin gente, ni pasto, ni casas ni ganado. Según dicen, esperando a que se lo asignen a alguien o que alguien los compre. (Puede leer: Así se organiza la Amazonía para el posconflicto)

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Hay un punto en donde el río Inírida pasa un surco milenario en la roca, en su nacimiento, y cae en un hermoso chorro. Alrededor, la vereda Nueva York y sus extensos cultivos de coca que llegarán a las calles de su homónima estadounidense, que la aspira y así la mantiene en medio de la selva. 

                                                                                                                                Pasamos entre Chiribiquete y Macarena y me doy cuenta de que hay alguien que conoce el territorio muy bien, mejor que cualquiera. Conoce las viejas trochas, conoce los ríos, conoce a la gente indicada. Hay alguien que piensa en ese territorio y planifica lo que será de él. Van apareciendo fincas, trochas bajo el bosque que poco a poco se descubren y para final de año son vías expuestas que conectan territorios inmensos y lejanos. Alguien tiene otro plan y no es el de un paisaje protegido para los indígenas en aislamiento voluntario. Nos regresamos, pensando en huir del humo y el olor de madera fresca aserrada, que a 500 metros sobre el suelo inunda la pequeña aeronave. Busco afanoso las fincas de los campesinos que avanzan en las iniciativas de manejo forestal, a ver si logro compensar el escepticismo con que salgo cada vez que vuelo sobre la Amazonia.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                He trabajado en la Amazonía durante dos décadas, y nunca antes había visto algo así. No puedo sino pensar que quienes tienen planes para la Amazonia distintos a conservarla y usarla sosteniblemente están triunfando como nunca antes. (Lea también: Pueblos indígenas de la Amazonía colombiana recuperan hectáreas de su territorio ancestral)

                                                                                                                                * Director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS).

                                                                                                                                Por Rodrigo Botero*

                                                                                                                                Temas recomendados:

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