Publicidad

Zoológicos: de la exhibición de lo exótico a lugares para la conservación

Muchos de los zoológicos hoy en día se han apartado de su noción histórica de ser espacios de entretenimiento para exhibir animales exóticos, enfocándose en las funciones de educación, conservación e investigación que pueden realizar. A pesar de esto, muchos aún critican sus prácticas y las condiciones bajo las que operan. ¿Cuáles son los retos que enfrentan estos espacios en Colombia y cómo se asegura la regulación de sus prácticas?

María Camila Bonilla
28 de julio de 2022 - 03:30 p. m.
En Colombia hay unos 22 parques zoológicos y acuarios.
En Colombia hay unos 22 parques zoológicos y acuarios.
Foto: El Espectador - José Vargas
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

En 2009, una expedición arqueológica reveló los restos fósiles de animales como perros, un elefante, una vaca y un hipopótamo bebé en lo que habría sido la antigua ciudad egipcia de Hieracómpolis. Este hallazgo, junto con otros que se habían hecho previamente, apuntó a que allí habría existido una especie de zoológico, alrededor del año 3.500 a.c. Los investigadores se dieron cuenta de que varios de los animales, como babuinos, tenían signos de haber sufrido fracturas óseas que solo se habrían podido curar en un entorno protegido.

La directora de la expedición, Renee Friedman, dijo que había evidencia de que los poderosos gobernantes de la ciudad habrían sido los encargados de mantener a los animales bajo cautiverio. Desde este aparente primer origen, los primeros zoológicos estuvieron vinculados a los ricos y poderosos, quienes empezaron a traer animales de distintas partes del mundo, como una muestra de lo exótico y de su propio poder.

La historiadora Helen Cowie describe en su libro Exhibiting Animals in Nineteenth-Century Britain cómo estos primeros zoológicos, conocidos en ese entonces bajo otros nombres, “llegaron a formar parte del teatro del poder para los ambiciosos monarcas europeos”. Los animales cautivos no solo eran una estampa de la influencia de estos gobernantes, sino que también se regalaban para construir lazos diplomáticos. (Le recomendamos: En Colombia logran reproducir ranas en peligro de extinción)

Por ejemplo, en el año 1515, el sultán de Khambhat obsequió un rinoceronte a Afonso de Albuquerque, el duque de Goa quien, a su vez, se los entregó al rey Manuel I de Portugal, relata Cowie. Luis XIV, el Rey Sol, tenía también un gran espacio en los jardines del Palacio de Versalles destinado para leones, elefantes, flamencos y cocodrilos.

En 1794, después de la Revolución Francesa, los revolucionarios trasladaron los animales del Palacio hacia el Jardín de plantas de París, convirtiendo el lugar en un punto de visita nacional. En ese momento, dice la historiadora, nacieron los zoológicos públicos. Durante los siglos XIX y XX, los países siguieron considerando estos lugares como símbolos de poder o atractivo, y fue hasta más o menos la década de 1960 que se llevó a cabo una transformación para alejar a los zoológicos del campo del entretenimiento y vincularlos más hacia sus funciones de conservación y pedagogía, según la Organización Mundial de Zoológicos y Acuarios.

A pesar de la transición hacia este enfoque, los críticos de estos lugares aún cuestionan que el modelo de los zoológicos los permita verdaderamente cumplir con estos objetivos. En Colombia, por ejemplo, es común que se denuncie las malas condiciones de infraestructura de los parques zoológicos y acuarios o presuntos maltratos hacia los animales que allí habitan. (También puede leer: Más de 40 organizaciones piden a Petro suspender cierre parcial de minas de Prodeco)

Farah Ajami, directora del Zoológico de Barranquilla y representante de la Asociación Colombiana de Parques Zoológicos y Acuarios (Acopazoa), manifiesta que el mayor reto para garantizar buenas prácticas en estos establecimientos tiene que ver con la financiación y apoyo por parte del sector público. “Ninguno de estos lugares en el mundo sobrevive sin plata pública, a menos que tenga un componente de entretenimiento muy fuerte”, explica Ajami.

Hay tres tipos de modelos en estos establecimientos para recoger fondos: el público, el privado y el privado-público. Los primeros dos obtienen el grueso de su financiación por medio de la boletería, mientras que los públicos reciben recursos directamente de las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) u otras entidades ambientales. El reconocimiento de la labor de conservación por parte de los zoológicos es esencial, dice Ajami, ya que aseguraría una mayor inversión y, consecuentemente, mejores prácticas por parte de los establecimientos.

En este último punto es donde está el segundo reto para Colombia, sin embargo. En el país no existe una ley que indique los estándares que deben cumplir los parques zoológicos y acuarios para estar certificados como centros de calidad. Hay algunos de estos lugares que hacen parte de la Asociación Latinoamericana de Parques Zoológicos y Acuarios (ALPZA), por medio de la que pueden obtener una acreditación de calidad que dura cinco años.

Los estándares “han sido creados por profesionales de instituciones miembro (…) Representan décadas de conocimientos, experiencia y modernización de prácticas de excelencia para operaciones zoológicas”, explica la asociación. Para obtener una acreditación, se realiza una evaluación interna y externa en torno a más de 200 indicadores de siete áreas: general; investigación; conservación; educación para la conservación; sustentabilidad; seguridad; y bienestar animal.

Cada indicador tiene un nivel de prioridad (crítico, importante o deseable), que define el porcentaje de cumplimiento que se debe alcanzar para cumplir con el indicador. Por ejemplo, un indicador crítico dentro de la categoría de bienestar animal es si el personal responsable de su manejo posee un conocimiento integral de las especies que maneja, en áreas como biología o veterinaria. Este indicador debe tener un cumplimiento del 100% para la acreditación. Mientras tanto, los indicadores importantes deben lograr más del 70% y los deseables, más del 50%. (Le puede interesar: Por primera vez nació un flamenco en el Zoológico de Barranquilla)

Dentro de las áreas de conservación e investigación la acreditación asegura, entre otras cosas, que los establecimientos cuenten con al menos un proyecto o acción de conservación de especies nativas, un programa o política de investigación propia y que realice o apoye labores de rescate y/o rehabilitación de especies. El componente de seguridad tiene la mayor cantidad de indicadores, ya que abarca los estándares de seguridad generales, para visitantes, para trabajadores y para animales.

La obtención de este tipo de sellos de calidad, entonces, es una garantía de que los zoológicos y acuarios aseguran ciertas condiciones mínimas para los animales, trabajadores y visitantes dentro de sus establecimientos. En Colombia, sin embargo, aún no existe un marco que integre estos estándares, algo que representantes de Acopazoa ya han estado buscando y exigiendo por algún tiempo.

Y es que mejorar las prácticas no solo posibilitaría que tuvieran mejores condiciones en su infraestructura y cuidados, sino que también les abre las puertas para ser reconocidos a nivel internacional y así obtener fondos y becas para los proyectos de educación, conservación e investigación que les pueden interesar.

María Camila Bonilla

Por María Camila Bonilla

Periodista con intereses en las áreas de medio ambiente, movimientos sociales y democracia, y conflictos y paz.mbonilla@elespectador.com

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar