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Cuando Alejandra iba a ser enviada a la cárcel, luego de haber sido capturada por transportar droga, decidió ser infiltrada en el cartel que le pagó por llevar la droga, a cambio de salvarla de la cárcel, y desde entonces la vida de esta joven toma otro rumbo. Quien lee el párrafo anterior puede pensar que se trata de un cliché, una broma o una película al estilo James Bond. Pero no, es una historia verídica que primero inspiró reportajes periodísticos y que ahora se emite, en formato serie, cada noche en Caracol Televisión.
La versión periodística comenzó en 2010 cuando Juan Roberto Vargas, actual director de Noticias Caracol, se enteró de una operación policiaca que desmanteló una de las redes más complejas de pilotos de la mafia, pues los hombres eran los responsables de sacar la droga de Colombia y transportarla a Centroamérica. Pero lo que le interesó a Vargas, quien en ese entonces era presentador, reportero y jefe de emisión, fue el cómo se llevó a cabo el operativo.
“A través de un grupo élite especial de mujeres se infiltra a los pilotos. Duraron casi cuatro años infiltradas en una operación durísima, que se les cayó varias veces, hasta que por fin terminan logrando identificar quiénes eran los personajes, qué función ejercía cada uno, y capturan a todos”, recuerda Vargas, quien en un principio pensó escribir un libro que, por falta de tiempo, nunca se editó.
Hace cuatro años la recopilación periodística llegó a manos de Dago García, quien junto a un equipo de guionistas creó La ley secreta, una serie en la que televidentes pueden ser testigos de que en la policía y en las fuerzas militares hay personas “que no solamente arriesgan la vida, sino esto hace parte de su forma de vida. Es decir, sienten la adrenalina por lo que no sólo es una vocación, es su forma de ser”, explica Vargas.
Esta historia se construye mucho antes del ‘Me too’, el movimiento que desde Estados Unidos intenta reivindicar los derechos femeninos y proteger a las mujeres del acoso y el abuso. Sin embargo, se emite en un momento coyuntural en el que permite reflexionar sobre la delgada línea entre el trabajo de una agente encubierta y una mujer abusada.
“Yo creo que los niveles de moral se alteran. Si tú te acercas a ellas te das cuenta de que todas son creyentes y en su moral la vida es más importante que cualquier otro valor”, expresa Katherine Vélez, quien encarna a la coronel María Emma Maldonado Vargas.
Luna Baxter dice que su personaje (Tatiana) se involucra tanto en la misión, que la parte humana hace que perciba que el villano no resulta ser tan malo. “Es un ser humano con una cantidad de cualidades que a ella también le parecen admirables y ve finalmente que él lo está haciendo como un trabajo”, sostiene la artista que recalca que en la vida real las mujeres infiltradas conviven con su enemigo 24 horas al día, por lo que es posible que en algún momento se pierda la claridad sobre quién es el bueno y quién es el malo.
“Todo el mundo tiene blancos y negros, y cuando estás en situaciones como esta se van perdiendo los límites, y por eso es que estas mujeres tienen que tener una firmeza y una entereza interna para no irse para el otro lado”, recuerda Juana del Río, pues finalmente el trabajo de estas mujeres es entrar en la siquis de personajes demoniacos con el objetivo de entenderlos y capturarlos.
Y eso, justamente, es lo más difícil para el infiltrado, pues por más entrenamiento que se tenga, el trabajo de una operación lo realizan seres humanos, no robots.
Para Juana del Río lo más valioso de La ley secreta es que visibiliza el trabajo de estas mujeres que está escondido. “Intentamos hacerle honor a mujeres que hacen esfuerzos por su país sin recibir reconocimiento de nada”.
Valeria Galviz (Alejandra) cree que la serie es importante porque el país “lleva tiempo sin darle oportunidad a cuatro mujeres de estar en pantalla”, una situación que para del Río es emocionante pero triste a la vez, pues todavía se vive en una época donde se tiene que celebrar este tipo de triunfos.
Con La ley secreta, esperan, que industria y público entiendan que hombres y mujeres pueden hacer ficción o drama por igual, y que si una mujer decide trabajar como infiltrada en la selva no significa que sea masculina, que no tenga familia o no esté dispuesta a enamorarse. Simplemente es una mujer que tiene el valor suficiente para realizar un trabajo que no muchos están dispuestos a hacer.