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Hablar de las características de un carro incluye aludir a la experiencia que entrega cuando se está al volante. Si existe un segmento que se basa en ellas es el de los deportivos o vehículos de altas prestaciones, los cuales cuentan con tecnologías y diseños más cercanos a las de una máquina de carreras que a una cuyo propósito principal es movilizarse.
Un auto de altas prestaciones, basado en un deportivo, exige un rediseño en las sillas, las llantas, el habitáculo, el chasis, los amortiguadores y la mayoría de sus partes. Debe contar con herramientas que permitan un buen desempeño a baja y alta velocidad, potenciando las sensaciones de esta última.
Este es el caso del BMW M2, en su versión Competition, una de las insignias de la marca a la que tuvo acceso el equipo de “Al volante de…”, un espacio dedicado a presentar las características y sensaciones que generan los vehículos que ruedan en el país.
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Otro nivel de conducción
El BMW M2 transporta a un rubro de la conducción conocido por pocos. Tiene un diseño macizo, algo común en los muscle cars norteamericanos, pero que vale la pena mencionar en esta versión, porque potencia el diseño deportivo de la marca germana. A simple vista, esto se presencia en la riñonera, llantas (de 19 pulgadas) y detalles como las perforaciones en los discos de los frenos.
Es posible hacerse uno con el M2. Sus sillas tienen un diseño que rodea los hombros de conductor y copiloto. Es un preludio a una experiencia dinámica y segura, que en carretera se alimenta de la potencia y el estruendo de un motor de seis cilindros en línea (M TwinPower Turbo), capaz de entregar un poder pocas veces mencionado en los artículos relacionados con autos: 410 HP.
Su pedal derecho es la antesala a un sonido poco común. Cuando la caja de cambios de seis velocidades y doble embrague comienza a funcionar, se percibe un estallido de forma brusca afuera del coche, pero en el interior continúa generando seguridad y adrenalina, dos cosas con las que bien se podría describir este producto de BMW, porque nada parece imposible al volante.
El piso es un aliado incondicional para un auto de estas prestaciones, por lo que al subirse es fácil notar que su altura al suelo es de tan solo 117 mm. Esto fácilmente explica porque en movimiento el camino es menos rudo, tanto, que parece ceder ante esta pieza. Claro está, su objetivo es ofrecer una conducción divertida basada en la potencia y la velocidad, por lo que este aliado debe estar en perfectas condiciones.
El M2 alberga a cuatro pasajeros (incluyendo el conductor) como máximo y las plazas de adelante son notablemente más confortables que las de atrás. El espacio del baúl es sorprendentemente amplio (390 litros) y cada una de las piezas y accesorios del habitáculo aparenta la mejor calidad, incluso el freno de mano, que resalta por accionarse de modo tradicional; de mano, literalmente.
Se trata de un carro del que es fácil enamorarse. Es un rompecorazones de $299’900.000. Un sueño para los amantes de la velocidad, quienes por lo general encuentran libertad y redención en ella. Uno que además exige tanto como entrega. Una máquina de este tipo exige un conductor responsable. Conmemora una frase célebre de un popular superhéroe: “Un gran poder exige una gran responsabilidad”.