Así se deben pasar los resaltos o “policías acostados” de forma correcta
Estos dispositivos de control de velocidad, comúnmente ubicados en zonas residenciales y áreas de alto tránsito peatonal, juegan un papel importante en la reducción de accidentes y en el cuidado de los peatones.
David Vásquez Herrera
Pasar correctamente los resaltos o “policías acostados” es una medida esencial para garantizar la seguridad vial y proteger la integridad de los vehículos. Estos dispositivos de control de velocidad, comúnmente ubicados en zonas residenciales y áreas de alto tránsito peatonal, juegan un papel importante en la reducción de accidentes y en el cuidado de los peatones. Sin embargo, un paso inadecuado sobre estos elementos puede causar daños considerables en componentes como la suspensión, los neumáticos y el sistema de dirección del vehículo, generando además un desgaste prematuro en partes clave de su funcionamiento.
Pablo Sáenz, piloto experto de la marca Michelin, destaca que la clave para cruzar correctamente un resalto es reducir la velocidad con anticipación y mantener una marcha constante al aproximarse. Este enfoque previene frenadas bruscas que podrían desestabilizar la motocicleta o el vehículo, además de reducir la tracción.
De acuerdo con Sáenz, al llegar al resalto a una velocidad moderada, el impacto sobre la suspensión es menor, facilitando un paso controlado. “Es importante evitar frenar o acelerar justo sobre el resalto, ya que estas acciones pueden causar pérdida de control y tracción; frenar encima podría dañar la suspensión y el sistema de frenos, mientras que acelerar al descender podría provocar rebotes indeseados”, enfatiza.
Para los motociclistas, ajustar la postura al cruzar un resalto es fundamental para mantener el control y minimizar el impacto. Al levantar ligeramente el cuerpo de la motocicleta, se reduce la presión sobre la suspensión trasera, lo que permite una mejor absorción del golpe y previene daños a largo plazo en los componentes de la moto. Este ajuste también ayuda a que el paso por el resalto sea más suave, brindando mayor estabilidad y seguridad al piloto en terrenos irregulares o en zonas urbanas con resaltos frecuentes.
“Asimismo, inclinar el torso hacia adelante contribuye a mejorar el equilibrio de la motocicleta al pasar sobre el resalto. Esta postura no solo reduce la fuerza del impacto, sino que también permite una distribución de peso más uniforme entre las ruedas, facilitando la tracción y el control”, destaca el experto.
Para atravesar estos dispositivos de forma segura, se recomienda mantener una velocidad baja, idealmente entre 10 y 15 km/h, adaptada a la altura del resalto y a las condiciones de la suspensión del vehículo o la motocicleta. Mantener una velocidad constante y lenta es necesario para reducir el impacto y proteger el sistema de suspensión.
Evitar frenar o acelerar directamente sobre el resalto es crucial para mantener el control y proteger el vehículo. Frenar bruscamente al llegar o acelerar al descender puede causar una pérdida de tracción que pone en riesgo la estabilidad y compromete la seguridad, especialmente en condiciones de poca adherencia o en motocicletas. Estas maniobras aumentan el esfuerzo en los sistemas de suspensión y frenos, generando un desgaste prematuro que afecta el rendimiento general del vehículo.
Por su parte, Sáenz recomienda realizar un mantenimiento regular de la suspensión, garantiza que esté en condiciones óptimas para absorber impactos. Adicionalmente, mantener las llantas con una presión adecuada mejora la capacidad de absorción y contribuye a una experiencia de conducción más segura.
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¿Cómo afecta un paso incorrecto sobre un resalto a largo plazo?
Según Sáenz, el paso inadecuado sobre un resalto tiene consecuencias significativas en el desgaste de varios componentes esenciales del vehículo o motocicleta. Cuando se cruzan estos elementos a una velocidad inadecuada o con maniobras bruscas, los amortiguadores reciben impactos constantes que acortan su vida útil.
“Con el tiempo, este desgaste prematuro de los amortiguadores compromete su capacidad para absorber vibraciones, lo que afecta directamente el confort y la seguridad al manejar, al incrementar el riesgo de inestabilidad y pérdida de tracción en la vía”, destaca.
Además del desgaste en los amortiguadores, un paso incorrecto sobre los resaltos afecta gravemente a los componentes de la dirección y las llantas. Los movimientos bruscos o las frenadas repentinas justo antes de un resalto pueden desajustar la alineación de la dirección, ocasionando que el vehículo se desplace hacia un lado y exigiendo correcciones constantes al volante. “Las llantas también sufren un impacto directo, ya que reciben la fuerza del golpe en su estructura, lo que puede producir deformaciones en su superficie y reducir su capacidad de adherencia al pavimento. Este desgaste acelerado afecta la capacidad de frenado y la estabilidad general del vehículo”, añade.
Los daños en el chasis y las posibles desalineaciones provocadas por el paso inadecuado y repetido sobre los resaltos son problemas de mayor gravedad a largo plazo. El chasis puede desarrollar fisuras o deformaciones que comprometen la integridad estructural del vehículo.
Las desalineaciones, por otro lado, alteran el equilibrio y la maniobrabilidad, lo que puede resultar en un mayor consumo de combustible debido a la resistencia adicional que genera una dirección incorrecta. A su vez, los ajustes necesarios para corregir la alineación y reparar los componentes dañados representan costos adicionales de mantenimiento, que podrían evitarse con un manejo adecuado sobre los resaltos.
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Entretanto, la diversidad en alturas y longitudes de los resaltos responde a la necesidad de regular la velocidad en diferentes entornos viales. Los resaltos cortos y altos, que suelen encontrarse en zonas residenciales o cerca de instituciones educativas, requieren una velocidad mínima y una postura adecuada al cruzarlos para evitar un impacto brusco en la suspensión y los neumáticos.
Por otro lado, los resaltos largos y bajos, que se encuentran típicamente en avenidas principales, permiten un paso más fluido y toleran velocidades ligeramente mayores, aunque con moderación. “Es fundamental abordarlos con cuidado, pues a pesar de ser menos pronunciados, cruzarlos rápidamente puede producir rebotes o desequilibrio en el vehículo”, enfatiza el piloto experto.
Pasar correctamente los resaltos o “policías acostados” es una medida esencial para garantizar la seguridad vial y proteger la integridad de los vehículos. Estos dispositivos de control de velocidad, comúnmente ubicados en zonas residenciales y áreas de alto tránsito peatonal, juegan un papel importante en la reducción de accidentes y en el cuidado de los peatones. Sin embargo, un paso inadecuado sobre estos elementos puede causar daños considerables en componentes como la suspensión, los neumáticos y el sistema de dirección del vehículo, generando además un desgaste prematuro en partes clave de su funcionamiento.
Pablo Sáenz, piloto experto de la marca Michelin, destaca que la clave para cruzar correctamente un resalto es reducir la velocidad con anticipación y mantener una marcha constante al aproximarse. Este enfoque previene frenadas bruscas que podrían desestabilizar la motocicleta o el vehículo, además de reducir la tracción.
De acuerdo con Sáenz, al llegar al resalto a una velocidad moderada, el impacto sobre la suspensión es menor, facilitando un paso controlado. “Es importante evitar frenar o acelerar justo sobre el resalto, ya que estas acciones pueden causar pérdida de control y tracción; frenar encima podría dañar la suspensión y el sistema de frenos, mientras que acelerar al descender podría provocar rebotes indeseados”, enfatiza.
Para los motociclistas, ajustar la postura al cruzar un resalto es fundamental para mantener el control y minimizar el impacto. Al levantar ligeramente el cuerpo de la motocicleta, se reduce la presión sobre la suspensión trasera, lo que permite una mejor absorción del golpe y previene daños a largo plazo en los componentes de la moto. Este ajuste también ayuda a que el paso por el resalto sea más suave, brindando mayor estabilidad y seguridad al piloto en terrenos irregulares o en zonas urbanas con resaltos frecuentes.
“Asimismo, inclinar el torso hacia adelante contribuye a mejorar el equilibrio de la motocicleta al pasar sobre el resalto. Esta postura no solo reduce la fuerza del impacto, sino que también permite una distribución de peso más uniforme entre las ruedas, facilitando la tracción y el control”, destaca el experto.
Para atravesar estos dispositivos de forma segura, se recomienda mantener una velocidad baja, idealmente entre 10 y 15 km/h, adaptada a la altura del resalto y a las condiciones de la suspensión del vehículo o la motocicleta. Mantener una velocidad constante y lenta es necesario para reducir el impacto y proteger el sistema de suspensión.
Evitar frenar o acelerar directamente sobre el resalto es crucial para mantener el control y proteger el vehículo. Frenar bruscamente al llegar o acelerar al descender puede causar una pérdida de tracción que pone en riesgo la estabilidad y compromete la seguridad, especialmente en condiciones de poca adherencia o en motocicletas. Estas maniobras aumentan el esfuerzo en los sistemas de suspensión y frenos, generando un desgaste prematuro que afecta el rendimiento general del vehículo.
Por su parte, Sáenz recomienda realizar un mantenimiento regular de la suspensión, garantiza que esté en condiciones óptimas para absorber impactos. Adicionalmente, mantener las llantas con una presión adecuada mejora la capacidad de absorción y contribuye a una experiencia de conducción más segura.
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¿Cómo afecta un paso incorrecto sobre un resalto a largo plazo?
Según Sáenz, el paso inadecuado sobre un resalto tiene consecuencias significativas en el desgaste de varios componentes esenciales del vehículo o motocicleta. Cuando se cruzan estos elementos a una velocidad inadecuada o con maniobras bruscas, los amortiguadores reciben impactos constantes que acortan su vida útil.
“Con el tiempo, este desgaste prematuro de los amortiguadores compromete su capacidad para absorber vibraciones, lo que afecta directamente el confort y la seguridad al manejar, al incrementar el riesgo de inestabilidad y pérdida de tracción en la vía”, destaca.
Además del desgaste en los amortiguadores, un paso incorrecto sobre los resaltos afecta gravemente a los componentes de la dirección y las llantas. Los movimientos bruscos o las frenadas repentinas justo antes de un resalto pueden desajustar la alineación de la dirección, ocasionando que el vehículo se desplace hacia un lado y exigiendo correcciones constantes al volante. “Las llantas también sufren un impacto directo, ya que reciben la fuerza del golpe en su estructura, lo que puede producir deformaciones en su superficie y reducir su capacidad de adherencia al pavimento. Este desgaste acelerado afecta la capacidad de frenado y la estabilidad general del vehículo”, añade.
Los daños en el chasis y las posibles desalineaciones provocadas por el paso inadecuado y repetido sobre los resaltos son problemas de mayor gravedad a largo plazo. El chasis puede desarrollar fisuras o deformaciones que comprometen la integridad estructural del vehículo.
Las desalineaciones, por otro lado, alteran el equilibrio y la maniobrabilidad, lo que puede resultar en un mayor consumo de combustible debido a la resistencia adicional que genera una dirección incorrecta. A su vez, los ajustes necesarios para corregir la alineación y reparar los componentes dañados representan costos adicionales de mantenimiento, que podrían evitarse con un manejo adecuado sobre los resaltos.
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Entretanto, la diversidad en alturas y longitudes de los resaltos responde a la necesidad de regular la velocidad en diferentes entornos viales. Los resaltos cortos y altos, que suelen encontrarse en zonas residenciales o cerca de instituciones educativas, requieren una velocidad mínima y una postura adecuada al cruzarlos para evitar un impacto brusco en la suspensión y los neumáticos.
Por otro lado, los resaltos largos y bajos, que se encuentran típicamente en avenidas principales, permiten un paso más fluido y toleran velocidades ligeramente mayores, aunque con moderación. “Es fundamental abordarlos con cuidado, pues a pesar de ser menos pronunciados, cruzarlos rápidamente puede producir rebotes o desequilibrio en el vehículo”, enfatiza el piloto experto.