Bicicletas en discordia
Ante el significativo aumento de popularidad de los ciclomotores que transitan por las calles, algunos exigen la urgente implementación de normas que los regulen.
Lorena Machado Fiorillo
De repente el sosiego es interrumpido. Un ruido, como si el inframundo se abriera ante quien está de espaldas para tragárselo con todo y bicicleta, pareciera al acecho. No es susurro ni bullicio, pero ataca. El responsable: un motor que ha originado debate.
Debido al caos de movilidad que existe actualmente en Bogotá, las personas buscan alternativas para transportarse y muchos han encontrado en las bicicletas eléctricas y de gasolina una solución que otros ven como amenaza al situarse en la mitad de la ley y no ser completamente moto o bicicleta.
Aunque el reclamo es el mismo (exigencia de la norma), el enfrentamiento que se ha gestado entre los defensores de las bicicletas convencionales frente a los usuarios de las eléctricas y los ciclomotores se bifurca en la petición. Con las primeras, la preocupación reside en que la batería está hecha de plomo –más contaminante– o de litio –mayor vida útil–, pero no hay mecanismos para reciclarlas.
“Ambas son de metales pesados y cuando a alguna se le acaba la vida útil toca botarla. Con el pasar del tiempo los lixiviados que sueltan en las basuras llegan a los ríos, por eso hay que regularlas o llevarlas al punto de origen donde hayan sido fabricadas y no estar nosotros botando baterías que se hacen en otro lado. Deberían ser recicladas por el fabricante”, señala José Alberto Gaona, ecólogo y director de ‘Mejor en bici’.
Si bien se hace un llamado ambiental con las bicicletas eléctricas, las exigencias con los ciclomotores incluyen hasta la erradición.
El concejal Carlos Orlando Ferreira, quien ha presentado una iniciativa ante el Concejo de Bogotá sobre la normatividad de las eléctricas para que transiten por las ciclorrutas, es enfático al no respaldar los ciclomotores por ser contaminantes. “Con el objeto de superar el vacío jurídico frente al cual nos encontramos, es necesario que al interior del Congreso se tramite un proyecto de Ley que busque modificar el Código Nacional de Tránsito, definiendo concretamente lo que los colombianos debemos conocer como bicicleta eléctrica y así evitar ambigüedades en la aplicación de las normas de tránsito”.
Y es que el consenso es precisamente que las autoridades no tienen un sustento en la norma que diferencie los tres tipos de vehículos y se pueda sancionar. “Desafortunadamente las autoridades no saben qué están regulando. No hay control ni regla precisa. Simplemente se están vendiendo como tendencia del mercado, pero para quienes somos ciclistas es jarto. Se requiere una norma que establezca que los ciclomotores no deberían ir por la ciclorruta”, dice Andrés Vergara, fundador del ‘Ciclopaseo de los miércoles’.
Las razones que los ciclistas dan para estar en desacuerdo con las bicicletas con motor que recorren las ciclorrutas son numerosas. Que hay un olor concentrado a gasolina. Que dejan una estela de humo. Que hacen mucho ruido. Que sobrepasan la velocidad. Que representan un peligro para peatones. Que contaminan tanto como la moto de dos tiempos. Que son más pesadas y no representan un ejercicio verdadero.
Juan Manuel Prado, estudiante de administración y promotor de la bicicleta como medio de transporte en la Universidad de Los Andes, considera que “si muchas veces la ciclorruta es estrecha para un ciclista, que pase un personaje bastante rápido es molesto y peligroso. Además, si las motos de dos tiempos tienen pico y placa y la meta a largo plazo es sacarlas de Bogotá, los ciclomotores deberían también extinguirse con la norma porque usan el mismo motor”.
Sin embargo, la resolución 2394 de 25 de abril de 2011 estableció que “las bicicletas dotadas de motor térmico, cuyo cilindraje es inferior a 50cc, no representan emisiones comparables con las motocicletas, cuatrimotos, mototriciclos, motociclos, ciclomotores y motocarros”. Todavía falta determinar qué puede o no transitar por las ciclorrutas.
Frente a lo anterior, John Salazar, gerente de Ciclomotor y quien está de acuerdo con que regulen el uso tanto de las bicicletas eléctricas como las de motor a gasolina, advierte: “Nuestras bicicletas tienen catalizador de monóxido de carbono y su consumo de gasolina es mínimo. Alejarlas de las ciclorrutas sería poner en riesgo la vida de quienes las conducen debido a sus limitaciones técnicas frente a los otros vehículos. Una bicicleta con motor a gasolina puede desarrollar máximo 45 km/h en tres cuadras, mientras una moto de cilindrada baja alcanza 60 km/h en menos de cuadra y media”.
Lo cierto es que es urgente y necesario un replanteamiento de normas en la ciudad, sobre todo si sus habitantes buscan otras posibilidades de desplazamiento que están ligadas a la discordia.
Recuento sobre dos ruedas
358,73 kilómetros tiene el Plan Maestro de Ciclorruta actual de Bogotá.
40 kg es lo máximo que puede pesar una bicicleta para ser considerada bicicleta, según la Unión Europea.
1817 fue el año en que el barón alemán Carl von Drais inventó el vehículo de dos ruedas al que llamó máquina andante.
160 bicicletas públicas empezarán a transitar por las calles de Medellín desde septiembre.
De repente el sosiego es interrumpido. Un ruido, como si el inframundo se abriera ante quien está de espaldas para tragárselo con todo y bicicleta, pareciera al acecho. No es susurro ni bullicio, pero ataca. El responsable: un motor que ha originado debate.
Debido al caos de movilidad que existe actualmente en Bogotá, las personas buscan alternativas para transportarse y muchos han encontrado en las bicicletas eléctricas y de gasolina una solución que otros ven como amenaza al situarse en la mitad de la ley y no ser completamente moto o bicicleta.
Aunque el reclamo es el mismo (exigencia de la norma), el enfrentamiento que se ha gestado entre los defensores de las bicicletas convencionales frente a los usuarios de las eléctricas y los ciclomotores se bifurca en la petición. Con las primeras, la preocupación reside en que la batería está hecha de plomo –más contaminante– o de litio –mayor vida útil–, pero no hay mecanismos para reciclarlas.
“Ambas son de metales pesados y cuando a alguna se le acaba la vida útil toca botarla. Con el pasar del tiempo los lixiviados que sueltan en las basuras llegan a los ríos, por eso hay que regularlas o llevarlas al punto de origen donde hayan sido fabricadas y no estar nosotros botando baterías que se hacen en otro lado. Deberían ser recicladas por el fabricante”, señala José Alberto Gaona, ecólogo y director de ‘Mejor en bici’.
Si bien se hace un llamado ambiental con las bicicletas eléctricas, las exigencias con los ciclomotores incluyen hasta la erradición.
El concejal Carlos Orlando Ferreira, quien ha presentado una iniciativa ante el Concejo de Bogotá sobre la normatividad de las eléctricas para que transiten por las ciclorrutas, es enfático al no respaldar los ciclomotores por ser contaminantes. “Con el objeto de superar el vacío jurídico frente al cual nos encontramos, es necesario que al interior del Congreso se tramite un proyecto de Ley que busque modificar el Código Nacional de Tránsito, definiendo concretamente lo que los colombianos debemos conocer como bicicleta eléctrica y así evitar ambigüedades en la aplicación de las normas de tránsito”.
Y es que el consenso es precisamente que las autoridades no tienen un sustento en la norma que diferencie los tres tipos de vehículos y se pueda sancionar. “Desafortunadamente las autoridades no saben qué están regulando. No hay control ni regla precisa. Simplemente se están vendiendo como tendencia del mercado, pero para quienes somos ciclistas es jarto. Se requiere una norma que establezca que los ciclomotores no deberían ir por la ciclorruta”, dice Andrés Vergara, fundador del ‘Ciclopaseo de los miércoles’.
Las razones que los ciclistas dan para estar en desacuerdo con las bicicletas con motor que recorren las ciclorrutas son numerosas. Que hay un olor concentrado a gasolina. Que dejan una estela de humo. Que hacen mucho ruido. Que sobrepasan la velocidad. Que representan un peligro para peatones. Que contaminan tanto como la moto de dos tiempos. Que son más pesadas y no representan un ejercicio verdadero.
Juan Manuel Prado, estudiante de administración y promotor de la bicicleta como medio de transporte en la Universidad de Los Andes, considera que “si muchas veces la ciclorruta es estrecha para un ciclista, que pase un personaje bastante rápido es molesto y peligroso. Además, si las motos de dos tiempos tienen pico y placa y la meta a largo plazo es sacarlas de Bogotá, los ciclomotores deberían también extinguirse con la norma porque usan el mismo motor”.
Sin embargo, la resolución 2394 de 25 de abril de 2011 estableció que “las bicicletas dotadas de motor térmico, cuyo cilindraje es inferior a 50cc, no representan emisiones comparables con las motocicletas, cuatrimotos, mototriciclos, motociclos, ciclomotores y motocarros”. Todavía falta determinar qué puede o no transitar por las ciclorrutas.
Frente a lo anterior, John Salazar, gerente de Ciclomotor y quien está de acuerdo con que regulen el uso tanto de las bicicletas eléctricas como las de motor a gasolina, advierte: “Nuestras bicicletas tienen catalizador de monóxido de carbono y su consumo de gasolina es mínimo. Alejarlas de las ciclorrutas sería poner en riesgo la vida de quienes las conducen debido a sus limitaciones técnicas frente a los otros vehículos. Una bicicleta con motor a gasolina puede desarrollar máximo 45 km/h en tres cuadras, mientras una moto de cilindrada baja alcanza 60 km/h en menos de cuadra y media”.
Lo cierto es que es urgente y necesario un replanteamiento de normas en la ciudad, sobre todo si sus habitantes buscan otras posibilidades de desplazamiento que están ligadas a la discordia.
Recuento sobre dos ruedas
358,73 kilómetros tiene el Plan Maestro de Ciclorruta actual de Bogotá.
40 kg es lo máximo que puede pesar una bicicleta para ser considerada bicicleta, según la Unión Europea.
1817 fue el año en que el barón alemán Carl von Drais inventó el vehículo de dos ruedas al que llamó máquina andante.
160 bicicletas públicas empezarán a transitar por las calles de Medellín desde septiembre.