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Si hay algo en lo que siempre se destaca la marca Honda, es en el gran componente de diseño que exhiben sus productos en las calles que conectan el mundo. Por esto no es extraño que la CR-V llegue con un aire de renovación que mezcla tamaño, diseño, utilidad y confort: su versión 2010 viene con faros traseros ubicados de manera longitudinal a ambos lados del parabrisas y se extienden casi hasta el paragolpes, lo cual aumenta los niveles de visibilidad del vehículo; además, por su tinte verde sobre el vidrio, logra bloquear el calor del sol.
En la parte delantera, los faros y demás ópticas son antiniebla, ofreciendo máxima iluminación del camino, con lo que se reducen significativamente las probabilidades de sufrir una colisión frontal.
Los fabricantes, pensando en la necesidad de ahorrar combustible, montaron el motor i-VTEC de 2.4 litros y cuatro cilindros, que le ofrece al conductor un control inteligente y electrónico del tiempo de apertura de las válvulas adecuado a la velocidad.
En materia de tracción, la CR-V cuenta con una integral Real Time 4WD, que para el caso colombiano es un valor agregado, pues el vehículo actúa automáticamente según las condiciones del terreno por el que esté avanzando. Como complemento le instalaron dirección hidráulica geosensible y Drive-by-Wire, que le permite a quien lleve el timón acelerar y cambiar de marcha en las cinco velocidades sin grandes alteraciones, conservando la suavidad de un vehículo automático.
Pero quizás uno de sus grandes avances es que está construida con Ingeniería de Compatibilidad Avanzada, lo cual, en caso de impacto, disipa gradualmente las energías hacia áreas mayores. Finalmente, para hacerla aún más armónica, sus creadores la equiparon con rines de 17 pulgadas.