Ford Explorer ST, “la más poderosa jamás creada”, ya está disponible en Colombia

El eterno cuestionamiento que pone en los extremos de una balanza al precio y el beneficio, a veces ajeno a la industria automotriz, parece en equilibrio con la apuesta más deportiva, sí, con la conjunción y el adjetivo, que los norteamericanos del óvalo fabricaron para potenciar a su, bien podría llamarse en esta década, icónico SUV: la Ford Explorer ST.

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En Colombia se comercializa a un precio de $229’990.000, así que señalar la anterior analogía podría sonar tan descabellado como retador. Lo cierto es que Ford llama a este auto la “Explorer más potente jamás creada” e igualmente cierto es decir que nada en esa premisa promete algo que no cumpla.

A simple vista, la versión ST de Explorer mantiene la estética del modelo base. Hablamos de un producto cuyas dimensiones superan los cinco metros de longitud (5.062 mm de largo, 1.783 de alto y 2.268 de ancho) y los dos de ancho, un verdadero desafío para los parqueaderos de las ciudades como Bogotá y Medellín, pero un gran acierto respecto a la distribución que el fabricante le dio al habitáculo.

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Dando el paso al interior, donde, literalmente, se encuentra el diferencial de este auto, se encuentran siete plazas y una amplia lista de accesorios y asistencias que expresan el compromiso de la marca con potenciar el modelo. En todo el habitáculo hay materiales suaves, donde se debe (reposabrazos y apoyacabezas de cada plaza) y otros duros (el resto del auto) que nunca demuestran falta de calidad.

Hay una cantidad importante de botones e interruptores (tantos como funciones), compartimientos (generosos) y salidas de aire en todo el interior. Una pantalla táctil de 10,1” con disposición vertical sobresale en la posición donde alguna vez se ubicó el radio y hoy se instalan piezas bautizadas como sistemas de infoentretenimiento, para este caso, intuitivo, nítido y útil en cada una de las funciones a las que se puede acceder desde allí (navegación, música, estado del vehículo e, incluso, masajes).

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Los asientos delanteros ofrecen un buen agarre para piloto y copiloto, quienes, además, cuentan con opciones de calefacción y enfriamiento en sus plazas. Hay cuero en cada silla y dos pantallas sobresalen tras los apoyacabezas de las filas posteriores, lo cual demuestra que además de la potencia, Ford pensó en las familias. Cada plaza tiene el espacio suficiente para su ocupante.

No hay ruidos inexplicables, algo común en autos de estas dimensiones, ni vibraciones abrumadoras al acelerar. La insonorización es sobresaliente y los catorce parlantes del sistema de audio generan sonidos que se distribuyen eficazmente en este amplio espacio. A grandes rasgos, hay que incluir la visión de 360 grados al parquear, sin duda un acierto, y la precisa distribución de la consola central con un espacio para carga inalámbrica, entre otros.

En movimiento, las sensaciones son positivas y la dualidad aparece. Lo hace, porque un motor biturbo V6 EcoBoost de 3.0 litros mueve con facilidad las más de dos toneladas de peso de esta ST y, además, entrega las siempre escandalosas cifras de 400 caballos de poder y 563 Nm de torque, números que a simple vista parecen extraños en una carrocería de este tipo. El propulsor se acopla a una transmisión automática de diez velocidades que trabaja con base en el modo de manejo (siete en total).

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Pese al volumen y la potencia, es importante señalar que el velocímetro se eleva y la velocidad poco interfiere con la comodidad de los ocupantes. Tampoco hay subvirajes ni sobrevirajes notorios. Claro está, un modelo con dichas características, al que le bastan menos de seis segundos para alcanzar los cien kilómetros por hora (altura de 2.400 a 2.600 msnm), exige cierta prudencia con el pedal derecho y varios vistazos al tacómetro, digital, para controlar la velocidad.

ST es un acierto al volante. Es esta extraña mezcla entre un deportivo y un familiar y sus asistencias a la conducción, como el Co-Pilo360 (control de velocidad adaptativo, sistema de centrado de carril y asistente de manejo evasivo), los asistentes anticolisión, alerta de tráfico cruzado y otro extenso historial de tecnologías facilitan en gran medida su conducción y dan un voto de confianza a sus ocupantes.

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Este es el coche para quienes disfrutan la conducción y desean recorrer kilómetros con su familia. Aunque, no se puede pasar por alto, tal experiencia y comodidades son fruto de un consumo cercano a los 26 km/g en carretera y hasta unos 21 en ciudad, un punto que, pese al costo que generará en gasolina de alto octanaje, mantiene la balanza equilibrada frente al beneficio.

El eterno cuestionamiento que pone en los extremos de una balanza al precio y el beneficio, a veces ajeno a la industria automotriz, parece en equilibrio con la apuesta más deportiva, sí, con la conjunción y el adjetivo, que los norteamericanos del óvalo fabricaron para potenciar a su, bien podría llamarse en esta década, icónico SUV: la Ford Explorer ST.

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En Colombia se comercializa a un precio de $229’990.000, así que señalar la anterior analogía podría sonar tan descabellado como retador. Lo cierto es que Ford llama a este auto la “Explorer más potente jamás creada” e igualmente cierto es decir que nada en esa premisa promete algo que no cumpla.

A simple vista, la versión ST de Explorer mantiene la estética del modelo base. Hablamos de un producto cuyas dimensiones superan los cinco metros de longitud (5.062 mm de largo, 1.783 de alto y 2.268 de ancho) y los dos de ancho, un verdadero desafío para los parqueaderos de las ciudades como Bogotá y Medellín, pero un gran acierto respecto a la distribución que el fabricante le dio al habitáculo.

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Hay una cantidad importante de botones e interruptores (tantos como funciones), compartimientos (generosos) y salidas de aire en todo el interior. Una pantalla táctil de 10,1” con disposición vertical sobresale en la posición donde alguna vez se ubicó el radio y hoy se instalan piezas bautizadas como sistemas de infoentretenimiento, para este caso, intuitivo, nítido y útil en cada una de las funciones a las que se puede acceder desde allí (navegación, música, estado del vehículo e, incluso, masajes).

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No hay ruidos inexplicables, algo común en autos de estas dimensiones, ni vibraciones abrumadoras al acelerar. La insonorización es sobresaliente y los catorce parlantes del sistema de audio generan sonidos que se distribuyen eficazmente en este amplio espacio. A grandes rasgos, hay que incluir la visión de 360 grados al parquear, sin duda un acierto, y la precisa distribución de la consola central con un espacio para carga inalámbrica, entre otros.

En movimiento, las sensaciones son positivas y la dualidad aparece. Lo hace, porque un motor biturbo V6 EcoBoost de 3.0 litros mueve con facilidad las más de dos toneladas de peso de esta ST y, además, entrega las siempre escandalosas cifras de 400 caballos de poder y 563 Nm de torque, números que a simple vista parecen extraños en una carrocería de este tipo. El propulsor se acopla a una transmisión automática de diez velocidades que trabaja con base en el modo de manejo (siete en total).

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Pese al volumen y la potencia, es importante señalar que el velocímetro se eleva y la velocidad poco interfiere con la comodidad de los ocupantes. Tampoco hay subvirajes ni sobrevirajes notorios. Claro está, un modelo con dichas características, al que le bastan menos de seis segundos para alcanzar los cien kilómetros por hora (altura de 2.400 a 2.600 msnm), exige cierta prudencia con el pedal derecho y varios vistazos al tacómetro, digital, para controlar la velocidad.

ST es un acierto al volante. Es esta extraña mezcla entre un deportivo y un familiar y sus asistencias a la conducción, como el Co-Pilo360 (control de velocidad adaptativo, sistema de centrado de carril y asistente de manejo evasivo), los asistentes anticolisión, alerta de tráfico cruzado y otro extenso historial de tecnologías facilitan en gran medida su conducción y dan un voto de confianza a sus ocupantes.

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