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Imposible no empezar con la conclusión —si así se puede llamar—, señalando que se trata de un producto que sobresale por su diseño y tecnología. El primero de estos puntos es evidente, pues el juego visual que Hyundai implanta en Kona es, en sí, llamativo. A grandes rasgos, la marca juega con las líneas de sus costados, sus puertas, así como con la distribución de la parrilla frontal, logrando que, aunque el carro funcione con un bloque de gasolina de dos litros, se vea como uno de nuevas tecnologías: híbrido o eléctrico.
Más trillado sería acumular adjetivos que definan su estética: robusto, futurista, deportivo, familiar… Cómo se ve. Primero desde afuera y luego las impresiones que entrega al ingresar a la cabina. Distribuir y dar forma a lo que cada automóvil debe llevar hace parte del trabajo de ingeniería de cada producto, esa dinámica lleva a las conclusiones y define una experiencia. Y cuando estas entran en armonía con las sensaciones de manejo, hay un producto sólido en propuesta.
Así, el equipo que Hyundai incluyó en Kona no sorprende, pero sí resalta, por lo menos en su segmento, frente a sus competidores directos: SUV de dimensiones similares de fabricantes japoneses y coreanos ((Tiene 4.250 mm de largo, 1.825 de ancho y 1.585 de alto).
La SUV mediana, que el fabricante coreano recientemente actualizó en sus vitrinas del país, entrega lo que insinúa. Augura, como inició el texto, tecnología y, aunque para moverse usa un motor de gasolina, incluye asistencias como la de colisión frontal, de mantenimiento de carril, de luces altas, de colisión de punto ciego, de seguimiento de carril, monitoreo de presión de las llantas y un sistema lumínico completamente en LED, entre otros.
Ya en este punto, no hay que pasar por alto que en su paquete de seguridad suma ABS, ESC, seis bolsas de aire, anclajes Isofix, frenos delantero y traseros de disco, dirección asistida electrónicamente, cámara de reversa con guías dinámicas y control crucero adaptativo, entre otros.
El ambiente
Afuera roba miradas y adentro ocurre lo mismo. De hecho, Kona tiene esa habilidad de despertar curiosidad en quienes ingresan al vehículo. Frente a los ocupantes se encuentra esa barra que incluye dos pantallas: una para el sistema multimedia, de 12,3″, y otra, con exactamente las mismas dimensiones, funge como panel de instrumentos; uno de estos modernos que concentran la información del vehículo, tanto el nivel de gasolina, las revoluciones y la marcha, entre otros, como la presión de los neumáticos y la canción o emisora que reproducen sus seis parlantes.
Combina mandos desde su pantalla táctil y otros con botones. Requiere unos minutos para familiarizarse con este equipo y, por ejemplo, enlazar de forma inalámbrica los dispositivos con Apple CarPlay y Android Auto. Hay cuatro puntos de carga: dos adelante y otro par para la segunda fila. Los asientos fueron fabricados en ecocuero y, a pesar de esa propuesta en tecnología y conectividad mencionada, contrasta con la ausencia de un ajuste eléctrico para las plazas delanteras.
Hay una superlativa sensación de amplitud al ingresar al vehículo. El campo de visión es adecuado y la insonorización también —algún ruido del trafico y, en general, del exterior, puede colarse en la cabina— y en la segunda fila de asientos dos personas podrán ubicarse de forma cómoda.
Al volante
Esa estética que insinúa un tren motor híbrido o eléctrico resguarda un bloque naturalmente aspirado de gasolina. El propulsor, de cuatro cilindros en línea, entrega una potencia de 147 caballos, en las 6.200 rpm, y un torque máximo de 180 Nm, cuando la aguja (digital) indica las 4.500. Se acopla a una caja CVT, tipo IVT, que simula seis marchas.
Hay evidente inclinación por el confort de marcha. No hay una respuesta inmediata al pedal derecho. La mayor parte del tiempo es mesurada, aun al usar el modo Sport, uno de los tres que incluye —junto a Eco y Normal—. Sin embargo, es correcta en adelantos, aunque el eje trasero puede moverse de más cuando se maniobra a velocidades superiores a los 80 km/h.
El consumo, siempre variable, fue de 76 a 82 km/galón en carretera. En ciudad, la cifra se redujo a un rango entre los 38 y 44 km/gal. El recorrido se hizo entre los 2.000 y los 2.600 m. s. n. m., con un peso aproximado de 200 kg.
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La segunda generación de Kona es continuista en la propuesta de alto diseño y equipo que Hyundai planteó con la llegada de la primera, hace menos de tres años. Una SUV generosa, en espacio, consumo y equipo. Su precio, para la versión Limited, base de esta reseña, es de $124′000.000.