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CX-9 es un concepto sólido. En su segmento, y en lo que a mercado automotor colombiano se refiere, el todo terreno de mayor tamaño que Mazda vende en Colombia parece un ejemplo de aquella idea que no se distorsionó, fragmentó o transformó en su trámite a lo material.
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Es Mazda de principio a fin. Sí, a grandes rasgos, bastaría con señalar que cada configuración que los japoneses instauraron en este SUV expone y magnifica las premisas de diseño y conducción que predican a través de conceptos como diseño Kodo (el cuerpo exterior del carro) y Jinba-Ittai (relación metafórica del carro y el conductor con un “caballo y su jinete”… una unión armónica).
Ahora bien, dejando a un lado el misticismo y aquella filosofía con la que el fabricante conjuga sus productos, vale la pena señalar que CX-9 es su alternativa de mayor tamaño (1.747 mm de alto, 1.960 de ancho y 5.075 de largo) y, aunque hace más de cinco años no muda a una nueva generación, se ha actualizado en tecnología, habitabilidad y seguridad, tres pilares de un segmento en el que compite con líneas como Explorer (Ford), y Traverse (Chevrolet).
Dinamismo amplificado
El siempre fiable propulsor Skyactiv 2,5 l (228 caballos y 42,83 kg-m de torque) de Mazda da vida a CX-9. Para este caso el corazón del tren motor se articula con un sistema turboalimentado de presión dinámica, el cual, indica la marca, fue diseñado para funcionar en todos los rangos de marchas.
Dando un paso al costado del discurso oficial y haciendo énfasis en la experiencia al volante, sobresale la pronta respuesta del motor, que nunca tira ni hala, aun cuando se activa el modo deportivo, que se suma a la tracción total permanente para proyectar la dinámica de esta enorme camioneta de casi dos toneladas.
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En movimiento es evidente la reactividad del pedal derecho —que se potencia en el señalado modo deportivo, bajo la palanca de cambios (caja automática de seis marchas con modo manual)—, una afinada suspensión (tal vez rígida en ciudad, pero nunca ligera ni inestable en carretera. Con llantas P255 / 50R20 104V) y el sutil trabajo de un motor que solo se integra auditivamente al habitáculo al superar las 4.000 rpm.
Sin hilar delgado, la maniobrabilidad y experiencia de conducción del todo terreno japonés transita en la misma línea de productos como Mazda2, Mazda CX-30 y el sedán Mazda3. Pocos ruidos, pocas vibraciones y poca resistencia al viento —basta con ver su diseño para augurar la aerodinámica— se asientan en cada unidad que despachan sus factorías.
Más que aspiracional
Basta un vistazo breve, así como ese sutil tacto de la mano sobre la superficie del salpicadero, el interior de las puertas y las sillas, para identificar una buena distribución de materiales. Blandos, donde hay un mayor tacto, rígidos, donde habrá fricción y acolchados, claro, en siete plazas —indica la tarjeta de propiedad— que, por lo menos en los asientos de piloto y copiloto, generan ese abrazo que limita los movimiento que produce el volante al superar los 60 km/h.
Cada asiento es recubierto por cuero napa y en la segunda fila, donde muchos promulgan tres plazas y pocos lo cumplen, CX-9 acierta albergando hasta a tres personas (bajo túnel de transmisión). Ahora bien, la tercera fila es realmente limitada y, posiblemente, niños o personas con estaturas de hasta 1,60 m podrán ubicarse sin sentir presión en las rodillas. Los materiales son los mismos desde el asiento del piloto hasta el baúl (de 810 litros, con la tercera fila abatida).
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A diferencia de otros modelos, como el icónico Mazda3, el uso de superficies tipo piano black es reducido. Por el contrario, y en contraste con aquel material negro brillante, en esta ocasión priman detalles que imitan la madera y otros mates de los que solo el tiempo será juez y verdugo, pero que en este momento auguran longevidad.
A la vanguardia
CX-9 rueda como un exponente de tecnologías y asistencias de seguridad. El reconocimiento de del IIHS como Top Safety Pick+ Award 2022 da a entender su elevado grado de equipamiento para la protección de pasajeros.
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Entre otros componentes, resaltan los sistemas de seguridad proactiva de la casa, donde se encuentran, por ejemplo, asistencia de frenado trasero en ciudad, alerta de atención del conductor, monitoreo de punto ciego, alerta de tráfico cruzado y, por supuesto, las siempre bien recibidas seis bolsas de aire y siete apoyacabezas, vitales, literalmente, en caso de choque.
Al mismo tiempo, el sistema de infoentretenimiento, aunque tiene una superlativa asistencia de un sistema de sonido firmado por Bosé, se ha vuelto algo anticuado —valga el adjetivo— con los años. Aunque, por supuesto, se integra con prolijidad y de forma inalámbrica a dispositivos con sistemas operativos Android y Apple.
Actualmente, Mazda es Mazda y cada uno de sus carros es reflejo, en mayor o menor medida, de su filosofía. Un fabricante que, con argumentos, apunta al segmento prémium en cada uno de los rublos, tamaños y propulsiones que enmarca el mercado.
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CX-9 es su máximo exponente. Una alternativa para quienes buscan una conducción ligera, un ambiente interior de primera y la insonorización que antes primaba en los carros alemanes… del mismo modo, una opción para aquellos que disponen de $193’400.000, un garaje amplio —aunque su estacionar es práctico y cuenta con cámaras 360°— y, sin duda, la facilidad de alimentar con combustible extra a una camioneta que, en promedio, permite hasta 58 km/gal en carretera y unos 34 o 37 en ciudad (entre 2.000 y 2.500 msnm).