Nitrógeno vs. aire: ¿cuál es mejor para las llantas y cuál dura más?
La elección entre estos dos gases no solo depende de su efectividad, sino también de factores como el costo, la accesibilidad y las necesidades específicas de cada conductor.
David Vásquez Herrera
La discusión sobre si es mejor inflar las llantas con nitrógeno o con aire comprimido ha ganado relevancia en los últimos años, especialmente entre conductores que buscan optimizar el rendimiento y la durabilidad de sus vehículos. Mientras que el aire comprimido ha sido la opción tradicional y de fácil acceso en la mayoría de las estaciones de servicio, el uso de nitrógeno se ha presentado como una alternativa más avanzada, que promete mantener la presión de las llantas por más tiempo y mejorar el desempeño en condiciones extremas. Sin embargo, la elección entre estos dos gases no solo depende de su efectividad, sino también de factores como el costo, la accesibilidad y las necesidades específicas de cada conductor.
José García, gerente comercial de Llantas de Carga Pesada en Hankook Tire Colombia, explica que el nitrógeno, al ser un gas inerte, presenta una estabilidad superior frente al aire comprimido, ya que no reacciona fácilmente con otros elementos ni sufre variaciones significativas en su comportamiento ante cambios de temperatura. Esto mejora la estabilidad del neumático, alarga su vida útil y contribuye a un mejor rendimiento general, reduciendo el riesgo de fallos y maximizando la seguridad durante la conducción.
Esta característica lo convierte en una opción ideal para el inflado de llantas, pues mantiene una presión más constante bajo diferentes condiciones de temperatura, lo que es crucial en vehículos que recorren largas distancias o que operan en ambientes exigentes. “La estabilidad del nitrógeno no solo mejora la consistencia en el rendimiento de las llantas, sino que también prolonga su vida útil al reducir la fatiga causada por fluctuaciones en la presión”, señala el experto.
El uso de nitrógeno contribuye directamente a mejorar el rendimiento kilométrico y la eficiencia del combustible. Al mantener una presión más estable, las llantas sufren menos desgaste irregular, lo que optimiza su contacto con la superficie de la carretera y reduce la resistencia al rodamiento. Esto se traduce en una menor demanda de energía para mover el vehículo, lo que a su vez puede generar ahorros en el consumo de combustible. A largo plazo, estos beneficios pueden resultar en un mantenimiento más eficiente y una reducción significativa de los costos operativos, especialmente en flotas de carga y vehículos comerciales.
Por su parte, el aire comprimido tiene la particularidad de ser altamente sensible a los cambios de temperatura, lo que significa que a medida que el neumático se calienta, la presión interna también aumenta. Si un neumático se infla por encima del nivel recomendado sin considerar la carga que transportará, al rodar durante cierto tiempo la presión aumentará aún más, lo que puede alterar la huella de pisado, reduciendo el área de contacto con el suelo.
Esto afecta negativamente el rendimiento del neumático, disminuye su capacidad de frenado, lo hace más vulnerable a estallar por impactos y compromete la seguridad general del vehículo. Por otro lado, un neumático subinflado puede experimentar fatiga en sus materiales debido a la flexión excesiva, lo que acelera su desgaste y pone en riesgo su integridad.
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El uso de nitrógeno en las llantas ha ganado popularidad debido a sus beneficios en cuanto a la durabilidad y el rendimiento, especialmente en vehículos de alto rendimiento y condiciones extremas. A continuación, García detalla las principales ventajas que ofrece el uso de nitrógeno en comparación con el aire comprimido:
- Mayor estabilidad de la presión: las moléculas de nitrógeno son más grandes y se filtran más lentamente a través de las paredes del neumático, lo que ayuda a mantener una presión constante por más tiempo. Esto reduce la necesidad de ajustes frecuentes y mejora el rendimiento del vehículo, ya que una presión correcta es crucial para el desgaste uniforme de las llantas.
- Menor oxidación interna: a diferencia del aire comprimido, que contiene oxígeno y humedad, el nitrógeno es un gas seco. Esto minimiza la formación de óxido y corrosión en las llantas y en las ruedas, lo que prolonga la vida útil de los neumáticos y de los componentes metálicos internos.
- Desempeño óptimo en condiciones extremas: el nitrógeno es menos susceptible a las fluctuaciones de temperatura que el aire comprimido. En ambientes con temperaturas extremas, como pistas de carreras o zonas con climas muy variables, las llantas infladas con nitrógeno mantienen su presión más estable, mejorando la tracción y el control del vehículo.
- Mayor durabilidad de las llantas: al mantener una presión más uniforme y reducir la oxidación, el nitrógeno contribuye a un desgaste más lento y equilibrado de las llantas, lo que prolonga su vida útil y reduce la necesidad de reemplazos frecuentes.
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¿El nitrógeno es una opción viable en comparación con el aire comprimido?
Debido a las cualidades y ventajas del nitrógeno, su uso en la calibración de llantas es más costoso que hacerlo con aire comprimido. Este gas requiere de equipos especializados para su aplicación, lo cual representa una inversión que no todas las estaciones de servicio o montallantas están dispuestas a asumir.
Además, muchos conductores no valoran plenamente los beneficios que ofrece el nitrógeno, como la mayor estabilidad en la presión y la reducción del desgaste de los neumáticos, lo que limita su disposición a pagar el precio adicional por este servicio.
Como resultado, a pesar de las ventajas, el uso de nitrógeno en la calibración de llantas sigue siendo poco común. “Solo un reducido número de personas opta por este gas inerte, ya que la mayoría de los conductores prefiere la opción más económica y accesible del aire comprimido, sin considerar los beneficios a largo plazo que el nitrógeno podría ofrecer en términos de seguridad, rendimiento y durabilidad de los neumáticos”, sostiene García.
La discusión sobre si es mejor inflar las llantas con nitrógeno o con aire comprimido ha ganado relevancia en los últimos años, especialmente entre conductores que buscan optimizar el rendimiento y la durabilidad de sus vehículos. Mientras que el aire comprimido ha sido la opción tradicional y de fácil acceso en la mayoría de las estaciones de servicio, el uso de nitrógeno se ha presentado como una alternativa más avanzada, que promete mantener la presión de las llantas por más tiempo y mejorar el desempeño en condiciones extremas. Sin embargo, la elección entre estos dos gases no solo depende de su efectividad, sino también de factores como el costo, la accesibilidad y las necesidades específicas de cada conductor.
José García, gerente comercial de Llantas de Carga Pesada en Hankook Tire Colombia, explica que el nitrógeno, al ser un gas inerte, presenta una estabilidad superior frente al aire comprimido, ya que no reacciona fácilmente con otros elementos ni sufre variaciones significativas en su comportamiento ante cambios de temperatura. Esto mejora la estabilidad del neumático, alarga su vida útil y contribuye a un mejor rendimiento general, reduciendo el riesgo de fallos y maximizando la seguridad durante la conducción.
Esta característica lo convierte en una opción ideal para el inflado de llantas, pues mantiene una presión más constante bajo diferentes condiciones de temperatura, lo que es crucial en vehículos que recorren largas distancias o que operan en ambientes exigentes. “La estabilidad del nitrógeno no solo mejora la consistencia en el rendimiento de las llantas, sino que también prolonga su vida útil al reducir la fatiga causada por fluctuaciones en la presión”, señala el experto.
El uso de nitrógeno contribuye directamente a mejorar el rendimiento kilométrico y la eficiencia del combustible. Al mantener una presión más estable, las llantas sufren menos desgaste irregular, lo que optimiza su contacto con la superficie de la carretera y reduce la resistencia al rodamiento. Esto se traduce en una menor demanda de energía para mover el vehículo, lo que a su vez puede generar ahorros en el consumo de combustible. A largo plazo, estos beneficios pueden resultar en un mantenimiento más eficiente y una reducción significativa de los costos operativos, especialmente en flotas de carga y vehículos comerciales.
Por su parte, el aire comprimido tiene la particularidad de ser altamente sensible a los cambios de temperatura, lo que significa que a medida que el neumático se calienta, la presión interna también aumenta. Si un neumático se infla por encima del nivel recomendado sin considerar la carga que transportará, al rodar durante cierto tiempo la presión aumentará aún más, lo que puede alterar la huella de pisado, reduciendo el área de contacto con el suelo.
Esto afecta negativamente el rendimiento del neumático, disminuye su capacidad de frenado, lo hace más vulnerable a estallar por impactos y compromete la seguridad general del vehículo. Por otro lado, un neumático subinflado puede experimentar fatiga en sus materiales debido a la flexión excesiva, lo que acelera su desgaste y pone en riesgo su integridad.
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El uso de nitrógeno en las llantas ha ganado popularidad debido a sus beneficios en cuanto a la durabilidad y el rendimiento, especialmente en vehículos de alto rendimiento y condiciones extremas. A continuación, García detalla las principales ventajas que ofrece el uso de nitrógeno en comparación con el aire comprimido:
- Mayor estabilidad de la presión: las moléculas de nitrógeno son más grandes y se filtran más lentamente a través de las paredes del neumático, lo que ayuda a mantener una presión constante por más tiempo. Esto reduce la necesidad de ajustes frecuentes y mejora el rendimiento del vehículo, ya que una presión correcta es crucial para el desgaste uniforme de las llantas.
- Menor oxidación interna: a diferencia del aire comprimido, que contiene oxígeno y humedad, el nitrógeno es un gas seco. Esto minimiza la formación de óxido y corrosión en las llantas y en las ruedas, lo que prolonga la vida útil de los neumáticos y de los componentes metálicos internos.
- Desempeño óptimo en condiciones extremas: el nitrógeno es menos susceptible a las fluctuaciones de temperatura que el aire comprimido. En ambientes con temperaturas extremas, como pistas de carreras o zonas con climas muy variables, las llantas infladas con nitrógeno mantienen su presión más estable, mejorando la tracción y el control del vehículo.
- Mayor durabilidad de las llantas: al mantener una presión más uniforme y reducir la oxidación, el nitrógeno contribuye a un desgaste más lento y equilibrado de las llantas, lo que prolonga su vida útil y reduce la necesidad de reemplazos frecuentes.
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¿El nitrógeno es una opción viable en comparación con el aire comprimido?
Debido a las cualidades y ventajas del nitrógeno, su uso en la calibración de llantas es más costoso que hacerlo con aire comprimido. Este gas requiere de equipos especializados para su aplicación, lo cual representa una inversión que no todas las estaciones de servicio o montallantas están dispuestas a asumir.
Además, muchos conductores no valoran plenamente los beneficios que ofrece el nitrógeno, como la mayor estabilidad en la presión y la reducción del desgaste de los neumáticos, lo que limita su disposición a pagar el precio adicional por este servicio.
Como resultado, a pesar de las ventajas, el uso de nitrógeno en la calibración de llantas sigue siendo poco común. “Solo un reducido número de personas opta por este gas inerte, ya que la mayoría de los conductores prefiere la opción más económica y accesible del aire comprimido, sin considerar los beneficios a largo plazo que el nitrógeno podría ofrecer en términos de seguridad, rendimiento y durabilidad de los neumáticos”, sostiene García.