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Un familiar con aire de urbano. Facilista, en operabilidad y generoso… en tamaño, claro. Es mediano y su silueta es esa misma que lidera los —resentidos, golpeados y reducidos— mercados locales y globales. Roba miradas, rueda bajo un diseño vanguardista y, por qué no, es el carro insignia de Opel en Colombia: Grandland X.
Es la actualización de su SUV urbana, que llega a menos de dos años del lanzamiento de la marca en el país. Sin hilar delgado, es acertado señalar que el fabricante logró grandes cambios en base a pequeños ajustes. Hoy su producto de mayor equipo tiene argumentos para competir en un segmento en donde se encuentran, entre otras, las líneas CX-5, Tucson y Sportage, de Mazda, Hyundai y KIA, respectivamente.
Una parrilla limpia, similar a la que exponen la mayoría de eléctricos, es su mayor novedad frontal. Luces con tecnología LED, adelante y atrás, junto a otros leves detalles, se suman a una actualización que opera con el mismo propulsor de la versión que llegó al país en 2021.
Al volante, lo fácil
Existe un facilismo casi absoluto al conducir la actualización de Grandland X… un facilismo que se sustenta en uno de los volantes más suaves del mercado, un atributo que, sin duda, facilita el movimiento de sus 4.477 mm de largo, 1.856 de ancho y 1.609 de alto.
En fotos: El actualizado Opel Grandland X que ya se vende en Colombia.
Un detalle tan simple como funcional, sobre todo en ambientes hostiles, como en los que se pueden transformar las calles de Bogotá en hora pico, o los estacionamientos de parqueaderos públicos o privados.
El movimiento es fiel a la instrucción del conductor, las ruedas delanteras guían. Tiene un radio de giro corto, puntual, con una prolijidad para desenvolverse en espacios reducidos. Esto, además, se potencia con un sistema de cámaras de 360°, con líneas guías que reduce al mínimo el estrés que pueda sentir quien esté al volante al estacionar.
Por lo demás, se mantiene en la línea del facilismo. Es sentarse, ubicar la palanca en drive y conducir. Posicionar los espejos con un selector electrónico. Guiar con el pedal derecho el trabajo mecánico de un tren motor que alinea un motor de 1,6 litros turbo (163 caballos y torque de hasta 240 Nm) y una transmisión automática de seis velocidades. Y manejar, dentro de una cabina con una insonorización adecuada, sin aceleraciones bruscas ni golpes secos en la suspensión.
Adentro, sus virtudes
A Colombia llegaron dos versiones: una GS, de entrada y detalles como tapicería en tela y sillas con ajuste manual; otra Ultimate, protagonista de esta reseña y ajuste eléctrico para el asiento del conductor, tapicería en cuero y asientos delanteros con ventilación y calefacción.
Sobre este último punto vale la pena hacer énfasis, pues la mayoría de vehículos del segmento lo omiten o incluyen solo uno de los dos. De hecho, hay productos similares del segmento prémium que ignoran esta parte del equipo con la que Opel no escatimó y también ubicó calefacción para las dos plazas traseras.
Yendo a las plazas traseras, hay que decir que dos personas se sentirán cómodas en este lugar. La tarjeta promete cinco, pero, con seguridad, dos viajarán a gusto, porque, aunque no hay un túnel de transmisión elevado, sí aparece una barra prolongada, esa que nace en la palanca y termina en el sistema de aire trasero, dispuesta a chocar con las rodillas de quien se ubique en el medio atrás.
Ahora bien, a la experiencia interior se suma un sistema multimedia con pantalla de 10” y conectividad inalámbrica con Apple CarPlay y Android Auto. El panel de instrumentos suma una de pantalla de 12” y, en frente de él, el volante ofrece, también, calefacción.
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La cabina consta de seis bolsas de aire y, en lo que a asistencias al manejo se refiere, incorpora, por ejemplo, alerta de cambio involuntario de carril, de atención del conductor, reconocimiento de señales de límite de velocidad y de punto ciego. A su seguridad adiciona ABS, frenado de emergencia, control electrónico de estabilidad, detección de presión en las ruedas, frenos de disco en las cuatro ruedas y anclajes Isofix, entre otros.
Consumos y precio
A una altitud de entre 2.000 y 2.500 m. s. n. m., y una carga de hasta 200 kg, Grandland X señaló un consumo en carretera de 70 a 72 km/gal. Esta cifra, siempre cambiante en peso, altura, calidad del combustible, hábitos de manejo y demás variables, se redujo de 38 a 41 en ciudad.
Ahora bien, en carretera, la respuesta es adecuada en adelantos, especialmente cuando el selector de marcha o la palanca indica el modo manual. Bajo los límites de velocidad establecidos, de hasta 80 km/h en las vías transitadas para este caso, la suspensión fue amable, sin tambaleos ni rebotes (tiene llantas de especificación 225/55R). En adelantos, a velocidades ligeramente superiores, fue igual.
En fotos: El actualizado Opel Grandland X que ya se vende en Colombia.
En estética, desempeño y equipo interior, Grandland X se hizo relevante en el mercado. Levanta la mano como opción de su segmento. Una alternativa al día en la mayoría de equipo, que está disponible a un precio de $169’990.000.