¿Quién maneja mi carro?
El aumento del número de empresas que ofrecen los servicios de conductor elegido pone la mirada sobre quienes están detrás del volante.
El Espectador
En la noche, un señor tambaleándose con el cuerpo de una mujer en sus brazos. Él, algo aturdido en medio de la tristeza y la preocupación, se estremece al ver su carro parcialmente destruido y entra en llanto cuando ella no responde.
Esa imagen que perduró con el lema de ‘la tengo viva’ fue una de las campañas publicitarias educativas más reproducidas para incentivar que las personas que habían ingerido alcohol se abstuvieran de manejar y entregaran las llaves.
Sin embargo, la historia tuvo un punto de giro cuando el servicio de conductor elegido, similar al que proporcionan las aseguradora, se empezó a ofrecer oficialmente a partir de 2005. Ya no solamente se trataba de publicidad alusiva sobre el peligro de conducir embriagado sino de brindar una solución rápida, económica y efectiva.
Ángel de ruta, los mismos que se han hecho famosos por el convenio que tienen con los restaurantes de Andrés Chía y Andrés D.C., fue la empresa pionera en desarrollar el modelo. La popularización de ese tipo de negocios fue inmediata.
“No existían en Colombia empresas de conductores elegidos como tal hasta que unos cuantos inversionistas decidimos asociarnos. Lo primero que hicimos fue establecer contacto con todos los clubes, bares y empresas de eventos de Bogotá para difundirlo en sus clientes vip”, cuenta José Matiz, gerente de Ángel de ruta.
Hoy en día, con una gran oferta y demanda del servicio gracias a una mayor conciencia sobre la importancia de entregar las llaves el cuestionamiento que surge entre los posibles clientes del servicio es quién será el encargado de conducir el vehículo.
Aunque algunas leyendas urbanas enfatizan en que la elección del conductor es al azar, empleando a alguien que simplemente se defiende detrás del volante, lo cierto es que la mayoría de las empresas ponen enorme atención al perfil del personal que contratan.
Lo primero es que a todos los candidatos se les hace una verificación de documentos -a algunos se les realiza una visita domiciliaria- , revisión de antecedentes penales, de comparendos y se indaga si ha tenido suspensión de su licencia. Además, se llevan a cabo pruebas psico técnicas, médicas y, por supuesto, de conducción.
Como dichas compañías trabajan en las noches de los fines de semana, en el examen se verifica cómo es su comportamiento a altas horas, si excenden la velocidad o se pasan un alto. Pero la verdadera prueba está después del contrato, cuando el único que vigila es un pasajero con tragos.
“Nosotros verificamos la actividad de nuestro equipo de trabajo a través de los coordinadores y posteriores llamadas aleatorias al usuario evaluando las diferentes variables que pudo tener el servicio: presentación, manejo del vehículo, velocidad, entre otras. Además comprobamos las planillas de inspección del vehículo y empleamos el método del cliente fantasma con alguna persona amiga o funcionario del área administrativa de nuestra empresa”, revela Diego Toro, miembro de la empresa ‘Conductores elegidos’, que opera en Medellín y desde hace 10 meses en Bogotá.
Si bien en la escogencia se fijan en características propias de un buen empleado -honesto, responsable, carismático, puntual, respetuoso- se busca una persona con experticia al conducir que sepa resolver posibles crisis sin agresiones.
Normalmente, los conductores elegidos son adultos mayores de 25 años que anteriormente han trabajado en sitios en los que se han puesto detrás del volante. Varias compañías prefieren que sólo sean hombres porque consideran que una mujer estaría más expuesta ante un pasajero borracho.
Otro de los puntos relevantes para el continuo mejoramiento del servicio es el establecimiento de unas charlas sobre conductas responsables a la hora de manejar y la prueba de alcoholemia antes de comenzar la jornada.
En la noche, un señor tambaleándose con el cuerpo de una mujer en sus brazos. Él, algo aturdido en medio de la tristeza y la preocupación, se estremece al ver su carro parcialmente destruido y entra en llanto cuando ella no responde.
Esa imagen que perduró con el lema de ‘la tengo viva’ fue una de las campañas publicitarias educativas más reproducidas para incentivar que las personas que habían ingerido alcohol se abstuvieran de manejar y entregaran las llaves.
Sin embargo, la historia tuvo un punto de giro cuando el servicio de conductor elegido, similar al que proporcionan las aseguradora, se empezó a ofrecer oficialmente a partir de 2005. Ya no solamente se trataba de publicidad alusiva sobre el peligro de conducir embriagado sino de brindar una solución rápida, económica y efectiva.
Ángel de ruta, los mismos que se han hecho famosos por el convenio que tienen con los restaurantes de Andrés Chía y Andrés D.C., fue la empresa pionera en desarrollar el modelo. La popularización de ese tipo de negocios fue inmediata.
“No existían en Colombia empresas de conductores elegidos como tal hasta que unos cuantos inversionistas decidimos asociarnos. Lo primero que hicimos fue establecer contacto con todos los clubes, bares y empresas de eventos de Bogotá para difundirlo en sus clientes vip”, cuenta José Matiz, gerente de Ángel de ruta.
Hoy en día, con una gran oferta y demanda del servicio gracias a una mayor conciencia sobre la importancia de entregar las llaves el cuestionamiento que surge entre los posibles clientes del servicio es quién será el encargado de conducir el vehículo.
Aunque algunas leyendas urbanas enfatizan en que la elección del conductor es al azar, empleando a alguien que simplemente se defiende detrás del volante, lo cierto es que la mayoría de las empresas ponen enorme atención al perfil del personal que contratan.
Lo primero es que a todos los candidatos se les hace una verificación de documentos -a algunos se les realiza una visita domiciliaria- , revisión de antecedentes penales, de comparendos y se indaga si ha tenido suspensión de su licencia. Además, se llevan a cabo pruebas psico técnicas, médicas y, por supuesto, de conducción.
Como dichas compañías trabajan en las noches de los fines de semana, en el examen se verifica cómo es su comportamiento a altas horas, si excenden la velocidad o se pasan un alto. Pero la verdadera prueba está después del contrato, cuando el único que vigila es un pasajero con tragos.
“Nosotros verificamos la actividad de nuestro equipo de trabajo a través de los coordinadores y posteriores llamadas aleatorias al usuario evaluando las diferentes variables que pudo tener el servicio: presentación, manejo del vehículo, velocidad, entre otras. Además comprobamos las planillas de inspección del vehículo y empleamos el método del cliente fantasma con alguna persona amiga o funcionario del área administrativa de nuestra empresa”, revela Diego Toro, miembro de la empresa ‘Conductores elegidos’, que opera en Medellín y desde hace 10 meses en Bogotá.
Si bien en la escogencia se fijan en características propias de un buen empleado -honesto, responsable, carismático, puntual, respetuoso- se busca una persona con experticia al conducir que sepa resolver posibles crisis sin agresiones.
Normalmente, los conductores elegidos son adultos mayores de 25 años que anteriormente han trabajado en sitios en los que se han puesto detrás del volante. Varias compañías prefieren que sólo sean hombres porque consideran que una mujer estaría más expuesta ante un pasajero borracho.
Otro de los puntos relevantes para el continuo mejoramiento del servicio es el establecimiento de unas charlas sobre conductas responsables a la hora de manejar y la prueba de alcoholemia antes de comenzar la jornada.