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Según los planes de Toyota, esta nueva división comenzará a funcionar desde enero del próximo año. La sede será en Silicon Valley, cerca de la Universidad de Stanford, en Palo Alto, California (Estados Unidos), con un segundo centro en inmediaciones al Massachusetts Institute of Technology (MIT), en Cambridge (Estados Unidos).
La inversión inicial será de US$1.000 millones durante los próximos cinco años. Con estos recursos se contratará el personal para las dos sedes y se iniciarán las operaciones. Este dinero se suma a los US$50 millones de inversión destinados a crear, an alianza con MIT y Stanford, centros de investigación en inteligencia artificial en cada universidad.
“Nuestros objetivos iniciales son mejorar la seguridad reduciendo constantemente la probabilidad de que el vehículo se vea implicado en un accidente, poner la conducción al alcance de todo el mundo, independientemente de su capacidad y aplicar la tecnología de Toyota utilizada para la movilidad exterior a entornos interiores, particularmente para la asistencia a la tercera edad”, aseguró Gill Pratt, asesor técnico ejecutivo de Toyota y del Consejo Delegado (TRI), además del responsable del proyecto.
Y concluyó que también se tiene previsto mejorar la eficiencia de la producción y acelerar los hallazgos relacionados con nuevos y mejores materiales.