Una cultura que crece
Gracias a los avances tecnológicos, los motores diésel ahora son más eficientes y menos contaminantes.
El Espectador
Hasta hace pocos años el diésel en Colombia estaba reservado sólo para el transporte de carga y pasajeros, pero en el último lustro se convirtió en una realidad para los utilitarios deportivos todoterrenos y una interesante apuesta para el segmento de los particulares.
Los vehículos diésel en el país crecen rápidamente, pero aún falta mucha cultura para llegar a las cifras de ventas que arrojan otros mercados. En Europa, a parte de los incentivos tributarios para los propietarios de carros que utilizan este tipo de combustible, está la ventaja del precio del galón, muy competitivo frente al de gasolina.
El motor diésel fue patentado por el ingeniero Rudolf Diesel, en 1892, y las unidades de hoy funcionan bajo el lineamiento que dejó el ingeniero alemán. Tanto el motor de gasolina como el diésel son de combustión interna y tienen casi las mismas partes. La diferencia radica en la combustión y en los componentes, los cuales se exponen a un trabajo más fuerte, por lo que requiere de especificaciones de alta resistencia.
Desde siempre, las unidades diésel fueron más eficientes. Sin embargo, presentaban graves inconvenientes que impidieron su masificación: eran demasiado grandes, poco rápidas, muy ruidosas y su costo era mayor. A mediados de los años treinta apareció por primera vez un motor diésel impulsando un automóvil y el resultado no fue malo, pero sus características y los inconvenientes antes mencionados lo relegaron a un segundo plano, dejando a los autos impulsados por gasolina como los amos de las carreteras.
Principio del diésel
Una de las grandes diferencias del diésel con respecto a los motores de gasolina es la manera como el combustible llegaba a los cilindros. Los primeros llevaban el diésel hasta los cilindros a través de complejos sistemas de inyección; y en los segundos, aprovechado el efecto Venturi, bastaba sólo con los carburadores para transportar la gasolina al lugar donde se quemaba.
Con el tiempo y la necesidad de buscar alternativas a la gasolina, debido al problema de escasez del petróleo y, como consecuencia de ello, el considerable aumento de precio, el interés por los desarrollos con motores diésel fue notable. Se avanzó en el sistema de inyección indirecta en el que, para evitar el ruido y las vibraciones, el combustible se inyectaba en una cámara cercana al cilindro pero no directamente en éste.
El uso obligatorio de los catalizadores en los motores a gasolina permitió el desarrollo de un llamativo sistema de alimentación, mediante inyección electrónica. Para entonces, los motores diésel experimentaban mejoras en su sistema de inyección indirecta, pero aún así no colmaban las expectativas. Entonces se aplicó el mismo principio de la inyección directa y así se obtuvo mejor economía de consumo, mayor potencia y un desempeño mayor.
Con el paso de los años y gracias al progreso en la tecnología en cuestiones como inyección electrónica, admisiones variables, multiválvulas y catalizadores, entre otros, se pasó al uso de bombas y luego al de inyectores por un riel común (common rail), que gobierna la mayoría de máquinas del momento. Todas estas mejoras redundaron en mejor combustión, torque a bajas revoluciones, reducción de las emisiones contaminantes, así como descenso del ruido y las vibraciones. El trabajo de este sistema, junto con el uso de los turbos, permitieron que motores de 1.6 litros de cilindrada pudieran obtener potencias iguales o superiores a los 110 caballos.
Panorama colombiano
A parte del segmento de transporte de carga y de pasajeros, los motores diésel no tenían un papel protagónico en el mercado nacional. El aumento de los precios de la gasolina permitió dirigir la atención hacia otra fuente de poder, no muy explorada, pero que resultaba más eficiente y económica, ofreciendo una mayor fuerza y un costo más racional.
Los primeros modelos en incursionar con estas mecánicas fueron los utilitarios deportivos todoterrenos. Aunque los resultados fueron buenos, se temía por la mala calidad del combustible nacional, dado que su contenido de partículas de azufre es mayor al estándar con que funcionan estos sistemas modernos. No en vano, marcas como Toyota, Mazda, Nissan y Chevrolet se tomaron su tiempo para adelantar investigaciones con respecto al comportamiento de estos modelos bajo las condiciones topográficas del país, y hasta no estar seguros de su buen funcionamiento, no fueron comercializados.
En el campo del segmento particular, marcas como la francesa Citroën se lanzaron a comercializar sus modelos C2, C3 y C4 con motor diésel, hasta ahora con buen suceso. El ejemplo fue seguido por su hermana Peugeot, que recientemente lo incorporó a su gama de productos: el 307 con un motor HDi Turbo de dos litros que desarrolla una potencia de 110 caballos.
No obstante, antes de estas firmas francesas, hubo otros intentos que no cuajaron, como el que hizo Chevrolet con el Corsa Diesel, destinado para el servicio público, que montaba un motor de 1,7 litros que desarrollaba 60 caballos de potencia y el desafortunado Indica, un auto de la marca india Tata que montaba un propulsor de 1,4 litros de cilindrada.
Hasta hace pocos años el diésel en Colombia estaba reservado sólo para el transporte de carga y pasajeros, pero en el último lustro se convirtió en una realidad para los utilitarios deportivos todoterrenos y una interesante apuesta para el segmento de los particulares.
Los vehículos diésel en el país crecen rápidamente, pero aún falta mucha cultura para llegar a las cifras de ventas que arrojan otros mercados. En Europa, a parte de los incentivos tributarios para los propietarios de carros que utilizan este tipo de combustible, está la ventaja del precio del galón, muy competitivo frente al de gasolina.
El motor diésel fue patentado por el ingeniero Rudolf Diesel, en 1892, y las unidades de hoy funcionan bajo el lineamiento que dejó el ingeniero alemán. Tanto el motor de gasolina como el diésel son de combustión interna y tienen casi las mismas partes. La diferencia radica en la combustión y en los componentes, los cuales se exponen a un trabajo más fuerte, por lo que requiere de especificaciones de alta resistencia.
Desde siempre, las unidades diésel fueron más eficientes. Sin embargo, presentaban graves inconvenientes que impidieron su masificación: eran demasiado grandes, poco rápidas, muy ruidosas y su costo era mayor. A mediados de los años treinta apareció por primera vez un motor diésel impulsando un automóvil y el resultado no fue malo, pero sus características y los inconvenientes antes mencionados lo relegaron a un segundo plano, dejando a los autos impulsados por gasolina como los amos de las carreteras.
Principio del diésel
Una de las grandes diferencias del diésel con respecto a los motores de gasolina es la manera como el combustible llegaba a los cilindros. Los primeros llevaban el diésel hasta los cilindros a través de complejos sistemas de inyección; y en los segundos, aprovechado el efecto Venturi, bastaba sólo con los carburadores para transportar la gasolina al lugar donde se quemaba.
Con el tiempo y la necesidad de buscar alternativas a la gasolina, debido al problema de escasez del petróleo y, como consecuencia de ello, el considerable aumento de precio, el interés por los desarrollos con motores diésel fue notable. Se avanzó en el sistema de inyección indirecta en el que, para evitar el ruido y las vibraciones, el combustible se inyectaba en una cámara cercana al cilindro pero no directamente en éste.
El uso obligatorio de los catalizadores en los motores a gasolina permitió el desarrollo de un llamativo sistema de alimentación, mediante inyección electrónica. Para entonces, los motores diésel experimentaban mejoras en su sistema de inyección indirecta, pero aún así no colmaban las expectativas. Entonces se aplicó el mismo principio de la inyección directa y así se obtuvo mejor economía de consumo, mayor potencia y un desempeño mayor.
Con el paso de los años y gracias al progreso en la tecnología en cuestiones como inyección electrónica, admisiones variables, multiválvulas y catalizadores, entre otros, se pasó al uso de bombas y luego al de inyectores por un riel común (common rail), que gobierna la mayoría de máquinas del momento. Todas estas mejoras redundaron en mejor combustión, torque a bajas revoluciones, reducción de las emisiones contaminantes, así como descenso del ruido y las vibraciones. El trabajo de este sistema, junto con el uso de los turbos, permitieron que motores de 1.6 litros de cilindrada pudieran obtener potencias iguales o superiores a los 110 caballos.
Panorama colombiano
A parte del segmento de transporte de carga y de pasajeros, los motores diésel no tenían un papel protagónico en el mercado nacional. El aumento de los precios de la gasolina permitió dirigir la atención hacia otra fuente de poder, no muy explorada, pero que resultaba más eficiente y económica, ofreciendo una mayor fuerza y un costo más racional.
Los primeros modelos en incursionar con estas mecánicas fueron los utilitarios deportivos todoterrenos. Aunque los resultados fueron buenos, se temía por la mala calidad del combustible nacional, dado que su contenido de partículas de azufre es mayor al estándar con que funcionan estos sistemas modernos. No en vano, marcas como Toyota, Mazda, Nissan y Chevrolet se tomaron su tiempo para adelantar investigaciones con respecto al comportamiento de estos modelos bajo las condiciones topográficas del país, y hasta no estar seguros de su buen funcionamiento, no fueron comercializados.
En el campo del segmento particular, marcas como la francesa Citroën se lanzaron a comercializar sus modelos C2, C3 y C4 con motor diésel, hasta ahora con buen suceso. El ejemplo fue seguido por su hermana Peugeot, que recientemente lo incorporó a su gama de productos: el 307 con un motor HDi Turbo de dos litros que desarrolla una potencia de 110 caballos.
No obstante, antes de estas firmas francesas, hubo otros intentos que no cuajaron, como el que hizo Chevrolet con el Corsa Diesel, destinado para el servicio público, que montaba un motor de 1,7 litros que desarrollaba 60 caballos de potencia y el desafortunado Indica, un auto de la marca india Tata que montaba un propulsor de 1,4 litros de cilindrada.