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Anderson fue empresaria desde su juventud. Oriunda de Alabama, Estados Unidos, creció en un ambiente liderado por luchas feministas viéndose involucrada en un grupo llamado las ‘transgresoras’. Como todos los inventos, el limpiabrisas llegó a la vida de Mary por casualidad. Durante un viaje en tranvía a Nueva York vio cómo el conductor tenía que detenerse y salir continuamente a limpiar la nieve y el hielo que caía en el panorámico. Esto mismo pasó con los contados autos que Anderson vio pasar por la Gran Manzana. Esta imagen rodó por la cabeza de Mary, quien de inmediato empezó a idearlo. Como revela el libro ‘Ingenious Women’, de la escritora inglesa Deborah Jaffe, Anderson consiguió una lámina de goma resistente y la unió a un brazo metálico por medio de resortes. Se accionaba mediante una palanca. El sistema tenía un único brazo sostenido en la parte superior y en el centro del panorámico. Lo probó primero en un tranvía antes que en los autos. Aunque no fue fácil patentar la idea, ya que la consideraban un ‘distractor para los conductores’, apareció en escena Henry Ford, quien sin tener contacto directo con Anderson lo probó en los Ford T. Finalmente, el modelo se conoció como ‘windshield’ y fue estándar para todos los autos en 1916. Los limpiabrisas modernos manejan tres velocidades: una máxima, una mínima y una intermitente, creada por el estadounidense Robert Kearns en 1964. También se pueden activan de forma manual o automática.