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Volvo es libertad a su manera. Sus productos, lujosos deportivos, con diseños limpios, sobrios —o poco arriesgados, para los más osados— y, sobre todo, seguros son una opción cada día más relevante en el segmento de carros prémium.
El XC90 es —por lo menos en Colombia, donde no se comercializan los S90 y V90— su buque insignia. Esta pieza, la de mayores dimensiones, es a la que los fabricantes tradicionalmente encomiendan sus aciertos, bondades e innovaciones. Se convierten en un cúmulo de sensaciones cuyo resultado es la percepción de la esencia de cada marca; sí, cada marca tiene una propuesta diferente.
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En Colombia, el XC90 resalta en los papeles —y la mecánica, por supuesto—, al ostentar uno de los propulsores “más pequeños” del segmento (Audi Q7: 3.0 l y BMW X5 xDrive 45e: 3.0 l, ambos PHEV). Un turbo y supercargado motor de 2.0 litros es el que (claro está, asistido por un sistema híbrido eléctrico enchufable con un motor en el eje trasero) mueve los 2.330 kilogramos de peso sin ocupantes.
El cilindraje resalta, en mayor medida, cuando los suecos fueron fieles al adjetivo “enorme”, que bien acompaña a este SUV, dándole unos 4,95 metros de longitud, 1,77 m de alto y 2,14 m de ancho. Números, cifras y datos que le dan valor a aquel dato estampado en la tarjeta de propiedad del vehículo que manifiesta una capacidad para siete ocupantes.
Volvo en cada plaza
A riesgo de parecer un entusiasta de los escandinavos, vale la pena señalar que cada una de las siete plazas que promete el carro mantiene la esencia del producto. Incluso en las dos anteriores, próximas al maletero (tercera fila), conservan los materiales, rígidos cuando se debe y blandos en las de mayor contacto, que aparecen en las posiciones frontales y que, hay que decirlo, se encuentran en todo el habitáculo.
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Aunque un coche con las mencionadas dimensiones puede resultar poco iluminado, lo cierto es que Volvo incluyó en el XC90 un techo corredizo con un cristal tan amplio que permite una fácil visibilidad en el día. La noche tampoco es un problema, pues es evidente la buena distribución de luces que hay en el interior.
Hay detalles en materiales amaderados, plásticos suaves que brindan confort en codos y rodillas del conductor, posiciones eléctricamente ajustables para piloto y copiloto, una palanca de cambios (transmisión automática, para este caso, secuencial de ocho velocidades) con un cristal de la afamada cristalería sueca Orrefors Sweeden y un sonido fiel al segmento firmado por Harman Kardon.
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Amplitud, comodidad e insonorización definen la experiencia interior. Este último, la ausencia de ruidos exteriores dentro del XC90, entra en juego con la sutileza del propulsor y la siempre sigilosa labor del motor, entregando una de las sensaciones más “limpias” del segmento; claro, mientras no se disponga atención al tacómetro (digital de 12,3 pulgadas), que fácilmente eleva sus agujas
Fiel al pedal derecho
Siempre fiel al pedal derecho, el nuevo Volvo XC90 Recharge ofrece una dinámica de conducción acorde a las propuestas con las que comparte un espacio en el mercado. Alcanza, desde cero, los 100 km/h en 5,6 segundos —aunque en la prueba registró cinco exactos— fruto de una mecánica —y electrónica— que le permite entregar 407 caballos de poder y 640 Nm de torque.
Al volante, la reactividad del acelerador y la sutileza y precisión del freno recuerdan el desempeño de sedanes como el S60 que se vendió en el país. Esta es una interpretación que no hay que pasar por alto, recordando el tamaño de este SUV, su peso y la capacidad de ocupantes con que fue diseñado
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Los adelantos son realmente sencillos y la precisión del volante es sobresaliente aun a altas velocidades. Hay una estabilidad destacable aun en curvas, aunque, nunca sobra decirlo, por más confianza que entregue un vehículo siempre hay que evitar, entre otras cosas, acelerar en curvas o alcanzar altas velocidades en vías que no lo permiten o con pesos significativos; parece obvio, pero muchas veces se olvida.
Siendo un placer al volante, no puede faltarle esta nítida visión 360 que hace posible estacionar en casi cualquier espacio. Tampoco el constante monitoreo de punto ciego, sus siete airbags con protección de latigazo cervical y los —siempre confiables en Volvo— control de crucero adaptativo, sistema de mantenimiento de carril y asistente de conducción semiautónomo en autopista (Pilot Assist).
Los consumos, siempre variables, en ciudad fueron de 42 a 45 km/gal en ciudad. En carretera la cifra se estiró a los 52 y 55 km/gal. Este aproximado depende de un importante número de condiciones. Las pruebas se realizaron entre los 2.000 y los 2.500 msnm. Ahora bien, recorridos urbanos, de treinta a cuarenta kilómetros, el XC90 funcionará únicamente con energía eléctrica.
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El XC90, la opción familiar de Volvo e híbrida enchufable con motor T8, tiene un precio de $330’000.000. Familiar en espacio, sin duda, pues bajo el capó y toda la carrocería —pues debemos incluir el componente eléctrico— hay una configuración diseñada para brindar confianza y emociones. La alternativa para las familias numerosas o simplemente aquellos entusiastas de los SUV de gran tamaño y grandes emociones.
