3.300 muertes en las vías, hay que bajarle a la velocidad: directora de la ANSV
Hay preocupación por el aumento de accidentes y muertes en siniestros viales. Si bien, por tasa de habitantes, Bogotá no ocupa los primeros lugares, si aporta un gran número a las estadísticas. La solución, según Lina María Huari, directora de la ANSV, está en la velocidad.
Alexánder Marín Correa
El año pasado murieron 8.200 personas en siniestros viales en el país y en lo que va corrido de este año van 3.300 personas, de los cuales 226 eran niños. Las cifras preocupan y de ahí el insistente llamado de las autoridades a los conductores, motociclistas, ciclistas y peatones de respetar las normas. Lina María Huari, directora (e) de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, habló con El Espectador, sobre seguridad vial en Bogotá, las cámaras de fotomulta, los controles y de la necesidad de empatía vial para mejorar el panorama en las calles de la capital y el país.
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El año pasado murieron 8.200 personas en siniestros viales en el país y en lo que va corrido de este año van 3.300 personas, de los cuales 226 eran niños. Las cifras preocupan y de ahí el insistente llamado de las autoridades a los conductores, motociclistas, ciclistas y peatones de respetar las normas. Lina María Huari, directora (e) de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, habló con El Espectador, sobre seguridad vial en Bogotá, las cámaras de fotomulta, los controles y de la necesidad de empatía vial para mejorar el panorama en las calles de la capital y el país.
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Hay preocupaciones en Bogotá con el tema de la seguridad vial y cómo han crecido algunos indicadores. ¿Cuál es el análisis de la agencia frente a la situación?
La siniestralidad en Colombia se mide de dos formas: por personas fallecidas y por tasa de muertes. En el primero, obvio, Bogotá encabeza, por la cantidad de población, así como Cali y Medellín. Estas son las que registran más siniestros viales. Pero al analizar la tasa por 100.000 habitantes, Bogotá no está dentro de las principales. Acá hay una tasa de 7 muertes por cada 100.000 habitantes, mientras la de Yopal es de 32, la Villavicencio 23 o Riohacha 22. ¿Qué quiere decir esto? Que en Yopal hay cinco veces más probabilidades de morir en un siniestro vial que en Bogotá.
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Pero la cantidad de muertes en Bogotá sigue siendo alta ¿cuáles son las principales víctimas?
La mayoría de los fallecidos son usuario de moto (conductor o acompañante) y se da, en su mayoría, por exceso de velocidad. Hay una cosa curiosa: muchos nos quejamos de los trancones y cuando tenemos donde acelerar lo hacemos y ahí es donde encontramos la muerte. También fallecen muchos ciclistas, pero tenemos que admitirlo: Bogotá está en construcción y eso aumenta el riesgo.
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¿Cómo evalúa el papel del Distrito en este tema?
Sabemos de las acciones del Distrito para prevenir los siniestros viales, que han evitado que sean muchos más, pero no solo depende de las autoridades, también de motociclistas, ciclistas, peatones y conductores. Hay una violencia vial, que se refleja en la conducción riesgosa. El 47% de los fallecidos en siniestros viales fueron arrollados por una moto. Entonces, digamos, que esa necesidad de mejorar la interacción entre actores y la empatía vial es absolutamente evidente.
¿Qué se debe hacer para lograr una mejor interacción entre actores viales y aumentar esa empatía, para mejorar la seguridad en las vías?
En Bogotá lo que sucede es un constante incumplimiento de las normas de tránsito. Pese a que hay muchas cámaras en diferentes corredores, seguimos subiéndole a la velocidad y eso es algo del comportamiento humano. ¿Y cómo se modifica? Con dos medidas, en equilibrio: la educación y la sensibilización, mostrando que nos estamos matando en siniestros viales. Contar, por ejemplo, que el año pasado más de 8.200 personas fallecieron en las vías; que en lo corrido de 2023 van 3.300 personas, y que 226 han sido niños. Por el otro lado, están las medidas de control. Tenemos que aumentarlas y estamos desarrollando toda una estrategia para aumentar los controles.
¿Aumentar control, cómo?
En Bogotá, por ejemplo, sabemos que se vincularon 1.400 agentes de tránsito; han instalado muchas cámaras de detección electrónica de infracciones; se está controlando el uso del casco, que es la ciudad donde más se usa. Desafortunadamente, la ciudad donde más mueren motociclistas y de nuevo el asunto es la velocidad, por eso es que aprovechamos todos estos espacios para contarles a los conductores que deben bajar la velocidad. Es que uno puede incluso equivocarse en la vía y tener un siniestro pequeño, pero ¿cuál es la diferencia entre la vida y la muerte? La velocidad. Hay que bajarle a la velocidad, hay que ser empáticos en la vía, entender que no estamos solos en la vía, que no somos dueños de la vía.
Aún se evidencias muchos conflictos entre los actores viales…
En Bogotá pasa algo particular: los conductores todavía creen que el ciclista no tiene derecho a transitar por las calzadas mixtas y ¡sí!, tiene todo el derecho. Pero ese egoísmo, esa falta de empatía vial nos está matando, así como el exceso de confianza.
En cuanto a las cámaras en las vías, vemos campañas para desestima su efecto ¿Qué falta para consolidarlas como herramientas de persuasión, que aporten a la seguridad vial?
En los países donde se ha logrado bajar las cifras de fallecidos en las vías, las cámaras han aportado. En donde se aplica la tecnología, se disminuye 50% la siniestralidad vial. Imagínese en Colombia pasar de 8.200 muertos al año a la mitad, solo con la instalación de cámaras... Sería un éxito. Pero hay que decir otra cosa: la cámara no está para detectar infracciones, sino para que el conductor sepa que está ahí, que no debe subir la velocidad, y se comporte mejor. En eso los colombianos y bogotanos debemos ser conscientes.
¿Cómo fortalecer las normas alrededor de esa tecnología?
El Ministerio de Transporte y la Agencia estamos en esa tarea, mejorando capacidades técnicas y con el apoyo de expertos, para buscar una mejora normativa que permita afianzar el uso del control de velocidad, que es la clave para disminuir la cantidad de muertos en las vías. Es claro que a la gente no le gustas que le pongan multas y la solución es acate las normas, pórtese bien. El tema es que muchos satanizan el control y el control es un acto de protección. Cuando vemos a un agente de tránsito debemos entender que no está ahí para hacernos daño, sino todo lo contrario. Tenemos que legitimar las acciones de control, porque esas personas que hacen control permiten que los demás conductores se sientan vigilados y no cometan conductas riesgosas.
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En las vías hay tensiones entre todos los actores ¿cómo corregirlas y mejorarlas, para disminuir el riesgo?
La respuesta es la empatía vial. Los conductores creen que el ciclista es un invasor y el ciclista cree que el peatón es un invasor. Y eso no es cierto. Todos deben cumplir las normas de tránsito. Entonces hablemos primero de esa falta de empatía y de ser conscientes de que los ciclistas también pueden usar la vía, a pesar de que tengan carril exclusivo. Y decirle al ciclista, que teniendo un carril exclusivo más seguro, que lo use. Además, que se haga más visible, con la indumentaria necesaria. En resumen, es tener más empatía entre los actores viales y cumplir las normas, porque están para salvar vidas.
En todo esto también influye la infraestructura vial. Los huecos han causado accidentes graves… Los siniestros viales no son causa de un solo factor. Tenemos que reconocer que hay un atraso en infraestructura, pero también que no podemos seguir matándonos en las vías. Entonces, mientras llega la infraestructura el quid del asunto es bajarle a la velocidad. Si nos caemos en un hueco, la diferencia entre la vida y la muerte es la velocidad.
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