A recuperar el humedal Gualí
Habitantes del municipio de Funza están preocupados por la degradación del ecosistema. La CAR prepara un Plan de Manejo Ambiental para su recuperación.
Redacción Bogotá
Uno de los caminos para llegar al humedal Gualí, que cruza los municipios de Funza y Mosquera, es tomar la calle 80 desde Bogotá y seguir por la vía Siberia-Funza. Cualquier persona que se detenga junto a la carretera para observarlo percibiría inmediatamente el olor putrefacto y la vegetación seca de este ecosistema. Nadie pensaría que en febrero de 2014 fue declarado área de protección por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR).
Wilfredo Barbosa, quien ha vivido desde niño en Funza, dice que Gualí es un humedal agonizante, en cuidados intensivos. Él ha hecho varias pinturas del ecosistema desde antes de que estuviera amenazado y cuenta que el daño comenzó en el año 2000, con la llegada de la industria al municipio. Así empezaron a llenarse de suciedad las aguas donde viven patos, tinguas, garzas ganaderas y pájaros cucaracheros.
Otro de los problemas que tiene el humedal en su tramo por Funza, junto al cual está la vía que conduce a este municipio, son las propiedades alrededor de la ronda, las cuales han invadido parte del terreno. Un parqueadero de camiones ha avanzado sobre el ecosistema para tener más lugares de estacionamiento, según cuenta Wilfredo. Además, hace unos meses aparecieron de repente unas barandas formando una especie de cerca (como se ve en la fotografía), sin que nadie en la comunidad tenga explicación alguna.
El concejal de Funza Pablo Avendaño dijo que a la comunidad le preocupa la avanzada de relleno que hacen los dueños de predios hacia la ronda del humedal y que, respecto a las barandas, ya hay una queja interpuesta ante la CAR. También contó que el municipio está haciendo una inversión de $6.000 millones para adecuar la planta de tratamiento de aguas residuales y evitar su vertimiento al humedal. “Aspiramos que de aquí a noviembre esté lista”.
Al consultar a la CAR sobre la situación en Gualí, el encargado de ecosistemas, Edwin Giovanny García, dijo que la corporación está siguiendo un proceso para establecer el Plan de Manejo Ambiental (PMA) tras la declaratoria de área regional protegida. Este paso es el que verdaderamente permitirá conservar el humedal, tanto en la parte que quedó destinada a la preservación como en la de recuperación y uso sostenible, donde se permiten desarrollos urbanísticos con algunas condiciones.
“La CAR y el municipio de Funza están adelantando la contratación de la consultoría que formulará el PMA para la aprobación del consejo directivo de la corporación. Está orientado a la recuperación, conservación y protección del humedal”, explicó García.
El humedal, que además se extiende por Tenjo y Mosquera, es vital para contener posibles inundaciones en el sector. Además es uno de los pocos lugares de la Sabana que todavía albergan al cucarachero de pantano, un ave que se está extinguiendo en el mundo y sólo allí hay una pequeña población, como le dijo a este diario la bióloga Loreta Rosselli Sanmartín, quien el año pasado desarrolló una investigación para su tesis de doctorado en la Universidad Nacional sobre las condiciones de supervivencia de estas especies.
Uno de los caminos para llegar al humedal Gualí, que cruza los municipios de Funza y Mosquera, es tomar la calle 80 desde Bogotá y seguir por la vía Siberia-Funza. Cualquier persona que se detenga junto a la carretera para observarlo percibiría inmediatamente el olor putrefacto y la vegetación seca de este ecosistema. Nadie pensaría que en febrero de 2014 fue declarado área de protección por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR).
Wilfredo Barbosa, quien ha vivido desde niño en Funza, dice que Gualí es un humedal agonizante, en cuidados intensivos. Él ha hecho varias pinturas del ecosistema desde antes de que estuviera amenazado y cuenta que el daño comenzó en el año 2000, con la llegada de la industria al municipio. Así empezaron a llenarse de suciedad las aguas donde viven patos, tinguas, garzas ganaderas y pájaros cucaracheros.
Otro de los problemas que tiene el humedal en su tramo por Funza, junto al cual está la vía que conduce a este municipio, son las propiedades alrededor de la ronda, las cuales han invadido parte del terreno. Un parqueadero de camiones ha avanzado sobre el ecosistema para tener más lugares de estacionamiento, según cuenta Wilfredo. Además, hace unos meses aparecieron de repente unas barandas formando una especie de cerca (como se ve en la fotografía), sin que nadie en la comunidad tenga explicación alguna.
El concejal de Funza Pablo Avendaño dijo que a la comunidad le preocupa la avanzada de relleno que hacen los dueños de predios hacia la ronda del humedal y que, respecto a las barandas, ya hay una queja interpuesta ante la CAR. También contó que el municipio está haciendo una inversión de $6.000 millones para adecuar la planta de tratamiento de aguas residuales y evitar su vertimiento al humedal. “Aspiramos que de aquí a noviembre esté lista”.
Al consultar a la CAR sobre la situación en Gualí, el encargado de ecosistemas, Edwin Giovanny García, dijo que la corporación está siguiendo un proceso para establecer el Plan de Manejo Ambiental (PMA) tras la declaratoria de área regional protegida. Este paso es el que verdaderamente permitirá conservar el humedal, tanto en la parte que quedó destinada a la preservación como en la de recuperación y uso sostenible, donde se permiten desarrollos urbanísticos con algunas condiciones.
“La CAR y el municipio de Funza están adelantando la contratación de la consultoría que formulará el PMA para la aprobación del consejo directivo de la corporación. Está orientado a la recuperación, conservación y protección del humedal”, explicó García.
El humedal, que además se extiende por Tenjo y Mosquera, es vital para contener posibles inundaciones en el sector. Además es uno de los pocos lugares de la Sabana que todavía albergan al cucarachero de pantano, un ave que se está extinguiendo en el mundo y sólo allí hay una pequeña población, como le dijo a este diario la bióloga Loreta Rosselli Sanmartín, quien el año pasado desarrolló una investigación para su tesis de doctorado en la Universidad Nacional sobre las condiciones de supervivencia de estas especies.